Influencia de la «Apuesta» en la cultura moderna:
La «Apuesta de Pascal», quizás no sea conocida como tal, en ambientes alejados de la filosofía o de otras disciplinas académicas relacionadas con la historia del pensamiento humano. Sin embargo, a lo largo de los siglos posteriores a la vida de su autor, este concepto fue divulgado y popularizado a través de otros autores y de religiosos fanáticos, que vieron en ello, a una herramienta dialéctica de gran utilidad. Es así que, es muy común escuchar aquello de que: «Si se tiene fe, y se está equivocado en ello, nada se pierde; pero si se está en lo cierto, todo se gana». He aquí la versión «popular» y simplificada de la Apuesta de Pascal y una gran falacia, que ha arruinado la vida de millones de personas a lo largo de los siglos.
Tal cual está expresada la idea, ya sea en la pseudo-filosófica «Apuesta de Pascal» o en las innumerables versiones populares del concepto, no se está frente a la disyuntiva de creer o no en el «dios de los filósofos» o en algún concepto abstracto sobre lo Absoluto (lo cual no tendría, necesariamente, un peso decisivo en la vida personal de cada quien).
Pascal en su tiempo y todos los que usaron a la «Apuesta» como argumento desde entonces hasta el presente, se enfocan en el dios judeo-cristiano y en toda la parafernalia dogmática y doctrinal que lo acompaña, que desde luego incluye a lo moral.
Aquí es donde hay una cuestión trascendental para el destino humano y no refiriéndonos al argumento de Pascal, sino a lo opuesto: ¿Es posible obedecer al planteamiento de la «Apuesta», sin comprometer la presente existencia (de la cual tenemos certeza y oportunidades ciertas de disfrutarla)?
Creer en un dios único y monárquico implica también seguirlo. No se trata sólo de en qué se cree de manera anodina o puramente conceptual, sino de algo que condiciona todos los aspectos de la vida humana. De hecho Pascal, con su «apuesta», no se molesta en esgrimir complejos argumentos filosóficos para tratar de establecer si «Dios» existe o no. Él sólo se mantiene preocupado (a través de todos los apuntes que, luego de su muerte, conformaron «Pensées») en explicar lo peligroso que es «no seguir» la doctrina cristiana y todas sus implicaciones morales, ideológicas y rituales, para la «salvación» de la propia alma.
Sin embargo, todos conocemos que existimos en la presente vida y esa es nuestra única seguridad. Aquí no importan demasiado las diversas escuelas de pensamiento que plantean la irrealidad o ilusión de la existencia. Ya sea que se aluda a la maya (en sanscrito: «ilusión») de los hindúes y buddhistas, a la idea de la «Caverna de Platón« y la imposibilidad de acceder al verdadero conocimiento de las cosas; al nihilismo de Gorgias o las consideraciones espirituales de la moderna New-Age o el espiritualismo blando.
René Descartes
Aun si fuera el caso de que la vida sea pura ilusión, sigue prevaleciendo el axioma cartesiano, de «cogito ergo sum» («pienso, luego existo»)13.
Somos conscientes de estar aquí y ahora, «vivimos», «existimos» (ya sea en una ilusión o realidad). Toda otra posibilidad podría ser o no ser, pero no es conocida por nosotros, por lo cual es irrelevante, como irrelevante es (al menos para la cuestión que nos interesa en el asunto relacionado con la «Apuesta») si la presente vida es real o ilusoria, porque aunque fuera ilusión, es lo único que tenemos o percibimos.
Tanto en cualquier sistema de creencias humanista, como en las corrientes paganas serias y despojadas de erróneos eclecticismos cristófilos, queda claro que el sentido común y la razón dicta lo opuesto a lo afirmado por Pascal: Estamos aquí y ahora, sabemos que esta vida es real y tenemos conciencia de la misma. Entonces, se crea o no en una vida posterior (aquí hay discrepancias entre ateos o creyentes paganos), nadie en su sano juicio olvidaría vivir la presente existencia con la mayor plenitud y dignidad posible, trocándola por la búsqueda de un lugar preferencial en la siguiente.
Incluso en un sentido más profundo, dejando de lado el beneficio o perjuicio que, para la presente vida, pudiera conllevar obedecer lo formulado en la «Apuesta», sólo tendría interés en ese tan mentado «premio» de una vida eterna, pero monótona y sin subsecuentes cambios o evolución alguna, en el caso de que se priorice o valore más a la trascendencia que la inmanencia, lo cual no haría ningún pagano (o incluso ningún humanista) que se precie de tal.
Esto recuerda al proverbio popular: «Más vale pájaro en mano que cien volando». Que podría traducirse, en cuanto a lo que nos interesa, en: «Más vale disfrutar esta vida, que es la única que (sabemos) existe, que poner nuestras energías en prepararnos para una hipotética vida futura, de la cual no sabemos nada».
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Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»