Peligrosidad de la fe ciega:
La fe propuesta por Pascal es lúdica, ciega y carente de basamentos analíticos. Sólo alude a que «por las dudas» es conveniente tener «fe». No hace falta recordar lo peligrosa que es la «fe ciega», la fe sin un espíritu amplio y tolerante, sin un intelecto analítico y educado en la lógica.
Incluso los individuos (aparentemente) más piadosos y probos, pueden convertirse en tiranos, genocidas y torturadores si el resorte de su «fe ciega» es tensado lo suficiente. La fe no protege al Hombre de su vileza, de su maldad o perversión. Sólo la Razón sirve para ese propósito y por tanto la realidad de las cosas está muy lejos de la ensoñación mística en la que cayó Pascal durante los últimos años de su vida.
Falacia de que la Fe da sentido a la vida:
Otras de las falacias que van adosadas al concepto pascaliano de la «Apuesta», es que la Vida no tiene sentido sin la fe y que, para peor, esa fe puede y debe ser sólo una, la cristiana.
Sólo los autócratas, psicópatas, «mesías» e «iluminados», son rápidos para asignarle un sentido unívoco a la Vida; para darle un valor universal a la existencia. De hecho, sería fácil demostrar a través del conocimiento científico y de la filosofía racionalista, que la Vida no tiene ningún sentido ontológico, que las cosas son, simplemente, porque son… Pero, pese a lo anterior, nada impide a cada ser humano darle sentido a su propia existencia, que cada quien cree (o encuentre) un sentido vital, real y valioso para la suya.
El problema de las religiones «reveladas» es que, precisamente por serlo, deniegan toda libre interpretación y todo intento de individualismo a sus seguidores. El fiel cristiano o musulmán no puede ser individualista, porque con ello está alejándose de los parámetros básicos de su fe. El sentido de la Vida, para cristianos y musulmanes es dictado; nunca escogido, encontrado o descubierto.
La concepción cristiana del pecado, por su pertinaz negación del placer; por la prohibición del conocimiento «no-piadoso» y de cualquier conducta alternativa a la ortodoxia, conspira contra la felicidad en la vida y contra toda realización personal.
Claramente, para Pascal, la vida no tenía sentido alguno sin que su Cristo hubiera muerto por él, sin que existiera la «Salvación» y sin que un dios autócrata y extra-cósmico, vigilara todos sus movimientos y determinara si pasaría una eternidad en el Paraíso o en el Infierno.
En los tiempos de Pascal, el individualismo y el humanismo estaban en pañales, no contaba con la fuerza necesaria, ni tampoco con la libertad, para plantear lo anterior: «La Vida no tiene sentido ontológico, pero nosotros podemos darle uno personal y subjetivo».
Para todo propósito práctico, sin embargo, no tiene la menor importancia si la Vida tiene o no un sentido a nivel ontológico. Sólo hace falta que lo tenga para cada quien, a un nivel subjetivo, porque ello bastará para que el individuo pueda vivir con plenitud, realizarse como persona y dejar un legado valedero a la sociedad en donde vive.
Por lo anterior, la fe tampoco es necesaria para darle un sentido a la Vida. El sentido individual y subjetivo que cada uno le dé a la misma, podrá o no ser de índole espiritual y podrá o no tener como pilar central a la fe en algún dios o entidad trascendente. Lo importante es que se tenga un sentido y propósito y que se lo busque y/o trate de alcanzar desde que se tenga uso de razón hasta la tumba.
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Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
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