Falacia de que la Fe es la única fuente de la moral:
Es una vieja falacia, el que la religión tenga que ser la única fuente de la moral (máxime si hablamos de una moral humanista racionalista y no de dogmas conductuales o de tabúes costumbristas).
La moral religiosa pudo haber desempeñado un papel fundamental en el desarrollo cultural humano, en sus estadios más primitivos.
En los comienzos, las tribus y clanes manejaban la idea del «tabú», como un arma protectora en contra de conductas y patrones sociales que pudieran destruir o perjudicar el orden establecido.
Tal cosa era necesaria, en un universo ideológico en donde no había pensamiento racional, en donde no se conocía el método deductivo y sólo la asociación simpática (magia, mitos, símbolos arquetípicos) daba sentido a las cosas. Sin embargo, el Hombre ha evolucionado lo suficiente, tanto a nivel biológico como cultural, para deshacerse de tales atavismos y procurarse un sistema ético basado en la razón, la lógica y el conocimiento real de la Naturaleza.
Esto es parecido a cuando nuestra especie descubrió el fuego: Durante milenios, había un guardián de dicho elemento, un individuo que custodiaba aquello que sólo era posible obtener mediante el aprovechamiento de los incendios forestales o las secuelas dejadas por un rayo. Por entonces, podía decirse que sin ciertos elementos «portentosos y misteriosos», el fuego no era accesible al Hombre.
Tiempo después, algunos humanos aprendieron a generarlo por medios mecánicos, por fricción, y ya no se necesitó toda una mística ni un oficio dedicado a su preservación, sino el mero entrenamiento, factible de ser transmitido a todos los miembros del clan o de la tribu (el mito de Prometeo simboliza muy bien esta transición).
Del mismo modo, 3000 años atrás, tal vez fue necesario inventar un dogma moral para garantizar que la sociedad se mantuviera aglutinada, funcional (especialmente si era tribal, como sucede con los orígenes de la tradición bíblica). Pero transcurridos los siglos, el advenimiento de la Razón, de la Filosofía, la Ciencia y del sentido de individualidad (que es lo que nos «completó» como verdaderos seres humanos, alejados para siempre de aquellos homínidos que sólo pensaban en el presente y en función de los peligros del momento), es hora de que nuestra especie encuentre su destino y genere una manera de vivir basada en la razón y el conocimiento, lo más alejada posible de la fe ciega y la ignorancia.
El Hombre moderno (y por moderno no necesariamente hablamos del siglo XXI, puesto que en la Antigüedad Clásica ya se manejaban estas ideas), no necesita de dogmas para mantener una conducta digna de un ser evolucionado, empático, racional y socialmente adaptado.
Sencillamente requiere elaborar un cúmulo de conceptos consensuados que estén basados en la comprensión y el conocimiento de las necesidades tanto del individuo como del grupo social. No hay razón, por tanto, para seguir manteniendo la miope idea de Pascal, expresada en:
«Que el hombre, sin la fe, no puede conocer ni el verdadero bien ni la justicia.»14
Sin embargo, conviene aclarar que todo lo anterior no presupone que la moral religiosa deba ser erradicada o combatida. Cada quien es libre de seguir sus propios lineamientos morales y dogmas conductuales, si de ese modo, se siente más seguro, vive más plenamente o cree estar más cerca de «lo correcto». La única condición es abandonar la presunción de que la propia fe y los propios lineamientos morales, son los únicos válidos y que toda otra concepción es diabólica, herética o perversa.
Debe dejarse de lado, la falsa noción de que el creyente teísta tiene, per se, una mayor integridad moral que la del humanista, el pagano o el ateo. Desde luego, cada caso individual ha de ser diferente, pero ninguna religión (o carencia de ella) garantiza superioridad en este sentido.
De hecho, la Historia demuestra que la moral dogmática ha sido uno de los motores de las peores atrocidades cometidas por el Hombre contra el Hombre mismo… Cruzadas, inquisiciones, guerras santas, yihads; xenofobia, cacería de brujas, misoginia; terrorismo, genocidios y todas las barbaries imaginables, se llevaron a cabo por mandato religioso, usando algún argumento «moral» (dogmático) para cada caso.
El Hombre puede aprender a mantener una ética firme y amplia, sin necesidad del dogma, la superstición, el tabú o la «fe». La religión debería ser hoy en día, un camino espiritual que cada quien aborde libremente (o no lo haga).
Su único propósito válido, es la realización personal y el tratar de lograr una mayor armonía con el universo y el entorno social en que se vive, así como un mayor conocimiento de uno mismo. La misma, no debe ser una cadena que se cargue durante toda la vida, sino una herramienta para la liberación del propio ser.
En este sentido, la «Apuesta de Pascal», también tiene un precio enorme, pese a que éste afirmara que «creer» (en el dios cristiano) no implica ninguna pérdida y sí pudiera representar una gran ganancia.
En verdad es algo simple: Creamos o no en lo divino, confiemos o no en una vida eterna, no deberíamos arriesgar lo más valioso que tenemos en una apuesta a ciegas. Al contrario de lo que el filósofo decía: ¡Podemos perderlo todo! Podemos dejar pasar esta vida, en pos de una futura, que quizás ni siquiera exista.
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Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»