Osiris – Apis o Serapis
. Deidad sincrética egipcio-helénica de la Alejandría ptolemaica y romana, concebida entre los siglos III a.C. y V d.C.
Lo que sigue, son nociones básicas dentro de la antropología, la historia de las religiones o de cualquier disciplina dedicada al estudio de las culturas y/o creencias humanas. Sin embargo, existe una profunda confusión en el común de las personas a ese respecto. La mayoría mezcla los términos «eclecticismo» y «sincretismo», y de ello, derivan algunas desafortunadas nociones en el campo de las religiones, muy particularmente en el colectivo pagano.
Sincretismo es una palabra que refiere procesos de tranmisión cultural entre grupos humanos. En general, cuando ocurren mixturas o mestizajes de concepciones artísticas, teológicas, políticas, mitológicas, simbólicas, etc… porque dos pueblos entraron en contacto (sea por las guerras, el comercio, las migraciones u otro factor) y uno de ellos (o a veces, los dos) sufre un cambio o modificación en su sistema de creencias o de vida.
Por lo anterior, todo sincretismo es inherente a dos cosas: El paso del tiempo (generalmente, siglos) y la interacción, a gran escala, de dos (o más) grupos humanos. Esto implica que no es posible hablar de «sincretismos» cuando nos referimos a tendecias específicas, instituciones (a menos que sean muy antiguas) y, mucho menos, personas individuales.
Podríamos definir al sincretismo, como un proceso de mezcla cultural entre grupos originalmente diferentes, que se lleva a cabo a través de un largo período de tiempo y comprende la participación (involuntaria) de una cantidad importante de individuos.
Por el contrario, el «eclecticismo» refiere una tendecia particular, algo que no puede darse a nivel social o colectivo. El «ecléctico», es aquel que por propia voluntad y con consciencia de ello, une dos o más doctrinas, creencias, mitos; escuelas filosóficas o artísticas, generando de ese modo una tercera, que no existía con anterioridad.
Todo eclecticismo, es una opción consciente y sólo tiene significado para el individuo que lo lleva a cabo o para el grupo que participa de ello (pero aquí no se trata de grupos sociales masivos, sino de pequeños colectivos, generados con un propósito dado).
No existe el «eclecticismo» a nivel social, salvo que nos refiramos a una hipotética sociedad en donde, por alguna razón, tal tendencia se dé de manera generalizada. Quizás, la Alejandría del siglo II al V d.C., pudiera ser uno de los pocos ejemplos históricos en este sentido.
Pasando a ámbitos más concretos, en donde estos términos suelen confundirse y usarse equívocamente, como es el neo-paganismo, hay que dejar en claro que ningún grupo pagano denominado «ecléctico» puede plantear o desarrollar una doctrina y defenderla como una versión válida de re-interpretación de lo ancestral. Todo eclecticismo, si es serio y comprometido (¿qué implicaría tal cosa? Sencillamente, constante estudio y uso de la lógica al fusionar conceptos), es válido y respetable. Pero sólo tiene valor para el individuo o grupo que lo lleva a cabo.
Ser ecléctico, implica aceptar que se opta por «desconectarse» de las tradiciones ancestrales y sólo tomar de ellas lo que el propio gusto determine. Así es que, conceptos tales como «eclecticismo» y «reconstruccionismo» o «tradicionalismo» son opuestos, enfrentados e irreconciliables.
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El eclecticismo como herramienta:
Antes de seguir analizando este asunto, es conveniente puntualizar, que a veces se usa la palabra «eclecticismo» para referir la costumbre o el hábito de experimentar y conectarse con diversos sistemas de creencias, escuelas de arte o grupos dados, pero con el fin de aprender de ellos, enriquecer el propio bagaje de conocimientos u obtener nuevos puntos de vista para comprender mejor una noción antes difusa o falta de bases o información suficiente. Esto, que parece similar, no tiene nada que ver con el (generalmente) autodeniminado «ecléctico».
Por ejemplo, un antropólogo puede ser ecléctico, en el sentido de abordar una cultura hoy e incluso tratar de vivenciar sus creencias y otra diferente mañana, cuando el estudio de la primera ya se haya concluido. Pero esto no presupone modificar de manera radical y mucho menos mestizar a las propias convicciones, sino que más bien es una herramienta de trabajo, que puede enriquecer el punto de vista general del individuo, pero sólo como un valor agregado.
Aun existe otra variante de lo anterior, ya más enfocada (al menos en mi experiencia personal) al universo del paganismo: Se trata de la necesidad de recurrir a fuentes similares, para completar modelos de interpretación del pasado, en los casos en que las fuentes literarias y arqueológicas no permitan reconstruir las nociones originales. Vale decir, cuando algunos conceptos se perdieron para siempre y se busca hacer lo que el filólogo, al tratar de reconstruir una lengua muerta, o perdida en parte, en base a las derivadas o emparentadas con ésta.
A veces, en la investigación de cómo era la ética, los rituales o ciertas cuestiones metafísicas sutiles, no hay información suficiente respecto de una cultura dada. Entonces, algunos de nosotros, recurrimos a los griegos para comprender a los egipcios; a los romanos, para comprender a los etruscos, etc… Esto, no es igual al eclecticismo light, que tanto pulula en el neopaganismo, y que es lo que ocupa el interés central de esta nota.
Eclecticismo no-crítico o light:
Especialmente en varias tradiciones neo-paganas como la Wicca y la Ásatrú, pero en todas en mayor o menor medida, se da la tendencia de pretender conciliar valores, nociones teológicas, mitos y parámetros éticos de tradiciones no-paganas, new-ages y, muy frecuentemente, cristianas, metiendo todo en una misma «bolsa» ideológica o doctrinal.
Lo anterior, se ha convertido, desde unos años a esta parte, en un verdadero «cáncer» dentro del colectivo pagano en general. Al punto de que algunos de nosotros, ya tengamos dudas sobre el futuro de nuestro movimiento.
Si nos remitimos a lo explicado al comienzo del artículo, estos «eclécticos», ya sean new-agers, paganos light, filocristianos; simples charlatanes o lo que fueren, no pertenecen verdaderamente al Paganismo, sino que son «otra cosa», enquistada y disimulada en el mismo.
Pero, de nuevo hay que hacer otra salvedad en este sentido: Casi todos provenimos del Cristianismo, el Ateísmo o alguna otra creencia mayoritaria. Muy pocos han nacido paganos en nuestra generación (hablo de quienes podemos ser tomados, en alguna medida, como referentes actuales del mismo). Por tal razón, ninguna culpa tienen quienes, por inexperiencia, todavía no se sacudieron su religión, sus valores y costumbres natales en pos de abordar con honestidad y coherencia su religión por opción (es decir, alguna de las formas paganas). Dicho proceso, lleva muchos años de estudio, meditación y experimentación para poder cumplimentarse.
El problema no está en lo anterior, sino en que muchos creen que pueden convertirse en «maestros», referentes, escritores o «iniciados», en alguna de las tradiciones paganas (sino en varias), sin antes haber depurado sus mentes de todo concepto y atavismo abrahámico. Ese es el gran problema del paganismo moderno.
Universalismo:
Otro problema conectado con lo anterior, pero que se manifiesta de manera diferente, a veces con aspiraciones «reivindicativas», es lo que muchos paganos de línea dura, llaman «universalismo». Este término, suele ser usado tanto dentro de una tradición en particular, o en el paganismo en general, como sinónimo de aquellos que pretenden que «todas las creencias son válidas y valiosas y que debemos aprender y tomar lo mejor de cada una de ellas».
He aquí otra tremenda confusión: por un lado, es requisito básico y fundamental para ser un verdadero pagano, el respetar y aceptar a los dioses de los demás y, así también, sus creencias, costumbres, modos de vida, tradiciones, cultura y peculiaridades. Todos los verdaderos paganos, pensamos que todas las religiones son válidas, mientras sean honestas y serias. Pero tal noción, no puede ni debe ser confundida con la errónea tendencia de abordar cualquier cosa y pretender adosarla o mezclarla con el paganismo.
Hoy en día, se lee todo el tiempo cosas sobre reiki, chackras, kaballah hebrea, lectura del «aura», yoga, UFOs, «energías cósmicas», parapsicología y afines, provenientes de la New Age, en muchas páginas de la red o libros sobre neo-paganismo.
Pero no son sólo los new-ages los que intentan mezclar elementos ajenos a lo pagano con las tradiciones ancestrales. También se encuentran los filocristianos, que hablan de Cristo (o Jesús de Nazaret), de «ángeles«, de «lo sagrado femenino», de la Virgen María, de los evangelios gnósticos, el culto a los santos, el uso de crucifijos; la magia blanca vs. negra o la luz contra la oscuridad (conceptos puramente cristianos), etc… Y hay más…
Cosas como los pretendidos «iniciados» en el ocultismo; referencias al «Kibalyon» (un libro de comienzos del siglo XX que pretende tener bases milenarias, pero fue redactado por conocidos ocultistas de aquellos tiempos); a Helena Petrovna Blavatsky u otros personajes no-paganos del siglo XIX; personas quienes mezclan magia y rituales claramente ajenos al paganismo; magia tradicional cristiana; espiritismo; juegos de rol; iniciaciones masónicas (no tengo nada contra la masonería, pero son monoteístas y ajenos al Paganismo); teosofía, antroposofía y otras mixturas victorianas, etc…
Este último grupo, además, tiene la petulancia de creer que, por ser miembros de un «club especial» (especial para ellos mismos, debería aclararse), organizado desde quizás uno siglo o dos atrás, saben más o tienen preeminencia por sobre quienes son profesionales de actividades académicas formales o, que sin serlo, quizás lleven décadas en el estudio y la difusión del Paganismo.
Racismo:
Finalmente, para completar la fauna «pseudo-pagana», tenemos a quienes quieren contaminar las sagradas tradiciones ancestrales, con ideologías neonazis, racistas, homofóbicas y sexistas basándose en un mal entendido paganismo étnico. Mal entendido digo, porque el real, el enfocado en los propios ancestros biológicos, en el culto de los antepasados y del legado cultural de la propia nación o «tribu», pero sin odio hacia los que no pertenecen a la misma, es tan respetable como cualquier otra tradición (o más).
Por desgracia, hay muchos marginales y resentidos contra el sistema imperante, con los gobiernos de turno, las corporaciones y factores de poder, que ven en el neo-paganismo no una religión, filosofía de vida o camino espiritual, sino una excusa para canalizar su odio, salvajismo y traumas sobre colectivos diferentes o sobre la sociedad en general.
No es preciso profundizar demasiado para entender que ninguna de las tradiciones ancestrales tienen que ver con ello, que sólo se trata de cooptaciones malintencionadas o producidas a partir de las interpretaciones afiebradas de mentes enfermas. El orgullo y el respeto por lo propio no debe presuponer el odio y el desprecio por lo ajeno.
¿Hay alguna solución para este triste panorama?
No es fácil pensar en un futuro promisorio para los movimientos neo-paganos, al ver todo este trágico escenario, los odios internos, los egos, las «guerras de brujos» y las mixturas y dislates mezclados con el legado ancestral… Sin embargo, recordemos que el Paganismo sufrió las peores persecuciones, se lo trató de aniquilar durante 2000 años y, si bien fue formalmente «extinguido», nunca murió del todo. Por tanto, soy de los que piensan que el verdadero Paganismo nunca será ahogado por ninguna de las equívocas tendencias enumeradas con anterioridad.
Lo mejor que podemos hacer, es concentrarnos en mantenernos fieles a la tradición que elegimos al comenzar a transitar este camino, fieles a los dioses y la Madre Tierra y seguir estudiando para perfeccionar su comprensión y ayudar a depurarla de indeseables.
Cuanto más individualidades centradas en el verdadero legado ancestral existan, mayores serán las posibilidades de mantener al Paganismo vivo y sano, descontaminado de toda influencia espuria.
Hay que vivir y dejar vivir, no gastar energías en peleas inútiles y conflictos basados en «egos», pero también se debe luchar por mantener auténtico y sano al inconmensurable legado que nuestros ancestros nos dejaron y dedicarnos a crecer nosotros mismos, para ser cada día mejores paganos.-
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Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»
Buenas diferencias!! ahora tengo dudas, yo siempre estuve mas entusiasmada con lo del ecléctico, desde una perspectiva para conocer diferentes cosas, claro como dejé tirado un poco el estudio, y solo me quedé con creencias, me pregunto que tal si pasan 4 años y ya leí de culturas y religiones que me atraen, y aún así me gusta la idea de practicar ciertas festividades con sus respectivos dioses, sin meter otros que nada que ver, y solo me autodenomine como ecléctica pagana y ya- será que eso me hace poco seria o simplemente es una forma también de vivir el paganismo. Lo digo por que a mi en muchas cosas de mi vida me gusta buscar de varios temas, como la música no solo escucho pop, o rock, claro hay algo que más oigo y disfruto que sería el rock-metal, pero es que no me veo en una sola religión pagana, por el momento. ¿Sería tan malo quedarse como ecléctico?