Entorno social y personal de la «Apuesta»:
Adicionalmente, Pascal no fue capaz de entender las implicaciones de tal «apuesta», tanto en la vida cotidiana, como en un sentido trascendente. Esto debió ser, porque a partir de su conversión y avocación total a lo religioso, vivió virtualmente aislado de cualquier actividad mundana, alejado de la vida natural y de una rutina normal.
Por otra parte, se debe recordar que, en tiempos de Pascal, el hecho de ser o no cristiano, de que se creyera en «Dios» o se optara por ser ateo, tenía muy poca importancia en la vida social y cultural de las personas.
La moral, las costumbres, leyes e instituciones hegemónicas, en el siglo XVII, eran totalmente cristianas (al menos en Francia, donde vivió el filósofo) y por tanto, no había demasiada diferencia entre verse forzado a seguir las costumbres imperantes u optar por tener fe en ellas y profesarlas con entusiasmo. En ambos casos, si se quería mantener la vida, el patrimonio y la integridad física, había que someterse al sistema hegemónico, se fuera creyente o no.
Por entonces, no había libertad para ser o creer lo que se quisiera, por lo cual, tener convicciones en uno u otro sentido, tenía poca incidencia en el devenir de la vida de las personas y menos significación en relación con la libertad de pensamiento. Cualquier lucubración o consideración materialista o ateísta, nunca salía de las bibliotecas o ámbitos estrictamente privados. Esto morigeraba el peso de la «Apuesta» de manera muy diferente a como sería si se planteara hoy en día.
Lápida de Pascal, iglesia de Saint-Étienne-du-Mont (París).
Lo anterior, atañe a la sociedad en que Pascal vivió y a las limitaciones de su tiempo. Pero también, conviene tratar de comprender su propia mentalidad, para entender su particular forma de ver la fe religiosa. Los siguientes párrafos de «Pensées», dejan entrever su estado emocional, su psicología personal, en los tiempos en que planteo su famoso dilema filosófico (la «Apuesta»):
«Cuando considero la pequeña duración de mi vida, absorbida en la eternidad que le precede y que le sigue a, el pequeño espacio que lleno y aun el que veo, abismado en la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran, me espanto y me asombro de verme aquí y no ahí, pues no hay razón para que yo esté aquí y no ahí, ahora y no entonces. ¿Quién me ha puesto?»10
En este punto, el texto muestra a una persona atormentada por el misterio de la Vida y de la Muerte, no parece ser el «pensamiento» de alguien con mucha fe (en la religión que fuere) ni tampoco la profunda reflexión de un filósofo librepensador, que toma distancia de las miserias de la vida y razona con objetividad. El planteamiento, es idéntico al de un ateo que reconoce la finitud e futilidad de la existencia y está muy lejos de los sentimientos de un supuesto cristiano fervoroso.
En la misma sección del libro11, se deja ver con mayor claridad el estado depresivo y dubitativo en que el filósofo se sumió, muy probablemente por el saberse enfermo y ver a su salud deteriorarse progresivamente:
«El último acto es sangriento, por hermosa que sea, en lo demás, la comedia: se termina echando tierra sobre la cabeza, y adiós para siempre.»
«Entre nosotros, y el infierno o el cielo, sólo está la vida entre dos, que es la cosa más frágil del mundo.»
Ahora puede verse con claridad, que la «Apuesta» no fue el resultado de una reflexión profunda o de una fe férrea, sino de la desesperación ante el abismo de la Muerte y de la posible inexistencia. Se trata de un intento de convencerse a sí mismo, sobre la esperanza que la fe de su entorno cultural ofrecía.
Por otra parte, según refieren algunos relatos de su tiempo, en relación a su muerte, el apunte sobre la «Apuesta» fue encontrado en uno de los bolsillos de Pascal, al ser hallado este recién fallecido.
El pedazo de papel donde estaba escrita estaba titulado como «infini-rien» (en francés: «infinito-nada») y tenía numerosas tachaduras y correcciones. Parece que fue redactado de manera chapucera y poco reflexiva (algo poco común en él, dado que era un escritor muy metódico).
Lo anterior podría indicar, si se piensa que, además, debió ser una de las últimas cosas que escribió antes de su temprana muerte (a los 39 años), que lo movió a ello la profunda angustia y el temor de verse tan cerca de la muerte, quizás en los momentos mismos de su agonía.
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Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
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