Lo que sigue, es como el «A, B, C…» en la Wicca en particular y el Paganismo en general… Sin embargo, hay gente que insiste en complicar el concepto y forzar interpretaciones mixtas o sincréticas respecto de otras religiones (generalmente las hegemónicas en Occidente).
Hay que entender, de una vez y para siempre, que el concepto duoteísta es irreductible: La Wicca es, y esto ya desde Gerald Gardner, un sistema mítico-simbólico-mágico que intenta sintetizar al politeísmo ancestral en una pareja divina.
Esta concepción es útil y accesible, para todos aquellos que no quieren (o no pueden) pasar media vida estudiando las diversas mitologías y teologías paganas del pasado ancestral.
Sin embargo, la síntesis mencionada no admite un paso subsecuente: No hay forma en que se pueda imaginar a un «dios único», «fuerza primordial» o «Gran Espíritu», detrás del Dios y de la Diosa Wicca.
Lo anterior no es un punto de vista, sino un concepto lógico: La idea de que, para que exista «acción» en la Naturaleza, en la Vida y el Universo, siempre deben estar presentes estos dos polos arquetípicos (lo masculino y lo femenino). No hay fertilidad (NO HAY VIDA), sin la dualidad de géneros.
Estas dos entidades, además son inmanentes (parte de la Naturaleza y no cosas «extra-cósmicas»). Si no fuera así, la Naturaleza no podría ser sagrada para nosotros. La premisa es sencilla: Si hay un dios o entidad trascendental por fuera de ella, entonces la misma es su «creación», es una «cosa» y no el «origen de todas las cosas». Nada puede ser causa y efecto al mismo tiempo. Si hay algo que trascienda a la Madre Naturaleza, entonces la misma no es divina ni sagrada y no merece adoración.
Esa es la causa por la cual, imaginar entidades «trascendentes», va con la más elemental fundamentación del Paganismo, cual es el culto a la Naturaleza, la religión basada en la Tierra.
Pero hay más: En toda tradición pagana, lo que se concebía como lo que estaba «antes que los dioses», era el Caos Primordial, la antítesis del Cosmos, del Orden Universal. Podemos pensar en ello como en un estado potencial de la Existencia, pero no como en un dios, ya que carece de atributos específicos para serlo.
Estas sencillas nociones, son opacadas por personajes impresentables, que pretenden «vender» una Wicca Light, «pasteurizada», «políticamente correcta», en la cual las aristas paganas estén limadas, para no hacer enojar a los cristianos o, peor aún, para cooptar el pujante crecimiento de nuestras tradiciones y volver a las personas al redil de su «Cristo».
¡No! ¡No se puede poner en el lugar de los dioses ancestrales a Cristo, ni a la Virgen María en el lugar de la Diosa. No cuadra, no tiene sentido. Jesús de Nazaret, si es que en verdad existió, fue un carpintero de Galilea devenido en rabí y con aspiraciones mesiánicas y «María», no fue sino su madre (o sea, una mujer común y corriente de la Palestina romana, del siglo I).
Tampoco se puede aludir a que «El Cristo» o el Pantokrator («Rey del Universo») de la época de Constantino, Teodosio o Justiniano, puede ser visto como una entidad equivalente a lo que los wiccanos vislumbran en el Dios (solar, de la cacería)… Esto no puede ser, por algo muy sencillo: El dios de los bizantinos era misógino, excluyente y anti-natural (Por tanto no puede hacer el papel de deidad masculina de la fertilidad, el poder solar y la sexualidad). Su «Madre» era (y sigue siendo) vista como una sierva del dios masculino y patriarcal, NUNCA como su igual. Por tanto, es ocioso continuar con este punto…
Finalmente, tampoco el «Absoluto», en el caso que se crea en ello, es equivalente a un dios… Esta es una vieja trampa judeo-cristiana, el equiparar lo que podríamos llamar «el dios de los filósofos», con su propia divinidad acotada y tribal.
Tanto en Oriente como en la filosofía grecorromana, lo absoluto es algo de lo que nada se puede decir. No es causa de nada ni origen de algo, sencillamente es «eso», lo que se vislumbra como la esencia última de la Existencia (pero nada más).
No cabe equiparar conceptos sobre lo Absoluto, con un dios único, con una monolatría o henoteísmo solapado (detrás del duoteísmo wiccano). En este sentido, es preciso recordar que la «totalidad» (el Todo Cósmico), para todo pagano, no es otra cosa que la Naturaleza en sí misma (su expresión última, su manifestación final).
En la Wicca no hay un «dios único» y esta parte debe quedar bien clara: Ni la misma, ni ninguna otra tradición pagana en general, ve al Dios (o a los dioses) y a la Diosa (o a las diosas) como expresiones de una misma cosa, como emanaciones de una entidad primordial o algo similar.
No hay un monoteísmo detrás del duoteísmo wiccano o del politeísmo pagano… Es así de sencillo. Quienes todavía lo ven, o lo aprecian a pesar de las evidencias históricas y del sentido común, sufren de una seria distorsión cognitiva.
Algunos quieren complicar esto, y tratan de llevar «agua a su molino» o bien no han tenido el valor de abandonar su religión natal y ser coherentes y consecuentes con su presente (supuesto) paganismo.
En la Wicca hay un Dios y una Diosa y nada por encima de éstos. Se trata de deidades, no de profetas, carpinteros galileos o improbables vírgenes. Las tradiciones paganas no se pueden mezclar con las judeo-cristianas… ¡Y esto es así, no porque esté prohibido, sea malo o alguien se enoje…! Es por un mínimo de sentido común que, claro está, no es de esperar que sea el «más común de los sentidos».
La Wicca tiene dos dioses y, los mismos, no son el origen del politeísmo pagano sino todo lo contrario, son su síntesis. Por tanto, en la misma no cabe el monoteísmo y mucho menos las nociones abrahámicas del mismo.
El romper completamente con los engramas y condicionamientos de la crianza cristiana, es el mayor desafío que debe afrontar todo wiccano y/o pagano. No caben dilaciones, no sirven las excusas… Se trata de un largo proceso de «descontaminación», pero cuanto antes se asuma y comience, será mejor y más benéfico para el practicante.
No hay Wicca sin duoteísmo, no hay Paganismo sin politeísmo. ¡Si no se aprende esto, nunca se avanzará en el sendero que se ha emprendido…!