Sesgo de confirmación:
La peor dificultad que afronta el intelecto humano en su búsqueda de conocimiento es el “sesgo de confirmación”, un prejuicio que aleja a la persona, cada vez más, de la realidad objetiva.
Este fenómeno tiene que ver con la realimentación que sufre la mente, cuando busca confirmar sus propias ideas, prestando atención sólo a las fuentes de información que son similares a su propio pensar y rechazando automáticamente a todas las demás…
En los casos extremos, esto provoca conductas psicóticas, fundamentalismo, fanatismo rabioso y todo tipo de aberraciones psíquicas. Pero aun en los casos en que se da de manera moderada, es un gran estorbo para el verdadero conocimiento de las cosas.
En el entorno pagano, es muy común que esto suceda: La persona es criada en un ambiente judeo-cristiano o a veces materialista y, eventualmente, decide convertirse a alguna de nuestras tradiciones. Cuando lo anterior ocurre, comienza a leer sólo contenidos que le refuerzan su particular visión de lo pagano (wiccano o afines). A veces, esto ocurre en “solitario” y otras a nivel grupal, en pequeños colectivos acríticos, en donde no se hace ningún esfuerzo por revalidar y verificar constantemente la información manejada.
Con el tiempo, estas personas comienzan a desarrollar “anticuerpos” contra cualquier cosa que los haga dudar o alejarse de su particular punto de vista… Suelen hablar de “egos”, “poca armonía”, “odios”, “soberbia” y otras emociones (supuestamente) equívocas, para adjetivar contra quienes critican o, simplemente, matizan sus opiniones. Es así que terminan por ser tan cerrados y estrechos en su pensamiento, como lo son los miembros de las religiones e iglesias que han abandonado tiempo atrás.
Esta distorsión cognitiva no se da sólo en las personas de poca educación o de escaso contacto con sus pares. A veces, cuanto más activismo se tenga, dentro de su propia tradición, más refractario se es ante las ideas antagónicas.
El sesgo de confirmación, es la razón por la cual los ambientes académicos humanistas y filosóficos, que deberían ser los más racionales de entre las disciplinas del conocimiento, terminan apestando a diversas ideologías y prejuicios (según sea la región, la clase social o la cultura en donde se den). No existe ningún colectivo o persona que esté exenta o a salvo de caer en este problema del razonamiento, conviene no olvidarlo jamás.
Existe un solo camino para, si es posible evitar o bien subsanar este sesgo: La constante contrastación de todas las propias ideas, convicciones, creencias, valores y costumbres con todas las demás (a más opuestas y alejadas, tanto mejor). El ejercicio continuo del debate, del análisis crítico y desapasionado; las lecturas diversas y enfocadas en testear el propio modo de pensar, son las herramientas que ayuda a disolver este prejuicio… El más grave de todos en la búsqueda del conocimiento.
No hay otro medio que el uso del principio de la dubitación, tal y como lo planteaba el filósofo Descartes:
“Tiempo ha que había advertido que, en lo tocante a las costumbres, es a veces necesario seguir opiniones que sabemos muy inciertas, como si fueran indudables, y esto se ha dicho ya en la parte anterior; pero, deseando yo en esta ocasión ocuparme tan sólo de indagar la verdad, pensé́ que debía hacer lo contrario y rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de ver si, después de hecho esto, no quedaría en mi creencia algo que fuera enteramente indudable.” («Discurso del Método», cuarta parte, René Descartes, Leiden, 1637).
Toda flaqueza, displicencia o procrastinación de esta disciplina para el estudio, conllevará el alejamiento paulatino de la realidad de los hechos, de saber científico y de la correcta percepción de las cosas, a quien así proceda.
Nota: Algunos paganos dirán que la fe en los dioses, la confianza en éstos y en la Naturaleza, no debe ser puesta en duda… A esto es preciso contestar algo que debería ser obvio: ¿Nos enteramos del concepto de los dioses, de sus atributos, nombres y mitos por una “revelación” o escuchamos y/o leímos sobre ellos en algún momento dado de nuestras vidas?
Si la respuesta a lo anterior es lo segundo, también es obvio que se debe poner en duda lo leído y escuchado, hasta llegar a un nivel de certeza totalmente monolítica. No será la incredulidad la que nos guiará en este camino, sino la fidelidad a los mismos dioses y el deseo de conocerlos como realmente fueron vislumbrados por nuestros ancestros y no en base a entuertos o suposiciones modernas, nacidas de la pereza, la autosuficiencia, la poca ilustración y los subjetivismos.
Se debe recordar, siempre, que los muchos siglos que pesan en la herencia cultural occidental, sobre el falso dogma de que existe “una sola religión verdadera”, no son algo que pueda eliminarse del sistema de creencias, con el mero hecho de proponerse a uno mismo el encarar un nuevo sendero espiritual. Se lleva muchos años de tenaz y puntillosa práctica del debate, del pluralismo de ideas y la ejercitación del contraste de las creencias propias respecto de las de los demás, para erradicar completamente esa lacra mental.
Es sano preguntarse a uno mismo: “¿Qué emoción nos despierta el hecho de que otra persona esté en desacuerdo con nosotros?” (Dando por sentado que se trata de un diálogo respetuoso, obviamente). Si la respuesta a esto no es “profundo entusiasmo y satisfacción”, interés por debatir y buscar quién tiene la razón, ¡muy lejos se estará del camino correcto!
Etiquetas:
Temas:
Series:
Etiquetas:
Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»