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Reflexiones Paganas es un proyecto concebido para desarrollar ideas de todas las tradiciones paganas ancestrales; volver a descubrir el modo de vida, la ética, estética y la filosofía que profesaban las personas de la Antigüedad, para luego adaptarlas a la modernidad. Sin embargo, este blog no se limitará a desarrollar únicamente temáticas religiosas, sino a todo lo que directa o indirectamente, sea susceptible de verse con ojos paganos.

La idea, es de crear un ámbito donde se pueda exponer el pensamiento ancestral, pre-cristiano, verdaderamente pagano; sus bases y fundamentos, sin mixturas o sincretismos (generalmente desafortunados). Se buscará, por un lado, orientar a quienes comienzan a transitar el sendero; pero también, informar y hacer reflexionar a aquellos que profesan otras creencias, ya que existe una gran desinformación y muchos malos entendidos al respecto de lo que, genéricamente, se suele englobar bajo el término de Paganismo.


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Preguntas¡Saludos! Quiero preguntarte si estas religiones son consideradas paganas??

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Este artículo está destinado a exponer una serie de definiciones y respuestas para el esclarecimiento de qué es realmente un mito, en qué se diferencia de otras formas de imaginería originadas en la cultura humana y por qué razones no debe confundirse con la literatura u otras formas de arte, ni tampoco pensar que puede ser reemplazado por la filosofía o la razón.

¿Qué es un Mito?

En la palabra griega μῦθος (mythos), en sí misma, ya surge un complejo problema respecto de su significado y verdadera definición… El vocablo español más “neutro” (sin connotaciones calificativas) y preciso, que se le puede dar como equivalente, es “relato”. Sin embargo, con frecuencia μῦθος es traducido como “fábula”, “cuento”, “leyenda”, “ficción”, en definitiva “lo que no es real”.

Esta noción ya proviene de la Antigüedad Clásica, de hecho, fue entonces cuando surgió el concepto de μῦθος, lo cual no ocurrió antes del s. V a.C., de la mano de algunos filósofos que quisieron diferenciar el μῦθος del λóγος («logos», o sea, «el discurso» o «la palabra razonada”, el «relato real» para todo fin práctico).

Pese a lo anterior, el término siempre ha tenido un carácter polisémico y por tanto hay que precisar cuál de sus usos es importante para el paganismo, la mitografía y la antropología, antes de continuar con cualquier intento de definición.

La acepción más común de mito es la que se puede leer en la mayoría de los diccionarios (tanto del español como del inglés). Cosas como “ficción alegórica”, “fábula sobre personajes sobrehumanos”, etc. Esta definición va de la mano con la noción popular de que “la mitología es el conjunto de cuentos sobre dioses, héroes y monstruos de las civilizaciones paganas”. Para muchos, incluso académicos de diversas disciplinas, existe una arbitraria e ilógica diferenciación entre “historia sagrada” (comúnmente asignada a los mitos y relatos de la Biblia), con respecto al cúmulo de historias y descripciones con orígenes religiosos no abrahámicos. Por supuesto, tal diferenciación es ficticia, nacida netamente del dogma y el celo religioso.

En segundo término, se suele usar mito para referir a cualquier cosa inventada, falsa, ficticia o increíble. De allí nace la idea del “mito urbano” (cualquier fantasía popularizada en tiempos relativamente recientes), por ejemplo. Desde luego, esta no es la definición correcta, ya sea que se tome en consideración la etimología de la palabra como si se analiza su significado original.

Por último, tenemos la definición que interesa para nuestro análisis, el mito puede definirse como Ιεροί λόγοι (hieroi logoi = “discursos sagrados”), vale decir, los relatos de origen anónimo y de transmisión oral que, en el pasado remoto, servían para explicar los misterios de la existencia y los orígenes de las cosas, etc.

¿Qué no es un Mito?

En primer lugar, hay que dejar en claro que mito nunca es igual a ficción… Ésta última, por lo general, está creada para entretener y se origina en la obra de un individuo concreto (raramente grupo de estos), que diseña una trama, historia o relato cualquiera sabiendo que es falso, que no es real, que jamás ocurrió más que en su propia imaginación y lo crea en un momento específico del tiempo (generalmente en pocos días, meses o quizás algunos años).

El mito, por el contrario, no se origina en una persona concreta. Nadie crea los mitos de manera individual, los mismos son nociones que comienzan desde meros símbolos, impresiones o alusiones tangenciales a diversos misterios o hechos naturales, humanos, cotidianos y terminan por ser narrativas sagradas, que explican la realidad en los términos que son comprensibles para la cultura que los transmite.

Los mismos, siempre son de tipo incremental, mutan debido a los aportes de las subsecuentes generaciones que los narran, pero al mismo tiempo deben conservar su núcleo fundamental o dejan de ser mitos para convertirse en otra cosa. Es así que podríamos contar los “Doce Trabajos de Hércules” de 20 formas diferentes, pero si omitimos al héroe, a sus particulares virtudes o atributos o a los personajes significativos de estos relatos, ya no serían «los trabajos» sino otra cosa…

En ese sentido, los mitos son códigos propios de cada sociedad, forman parte de un lenguaje de símbolos que se origina desde tiempos previos a la cultura misma, a partir de las primeras ideaciones y conceptos representados. El mito tampoco es “fábula”, si ésta se entiende como un relato moralizador. Si bien es cierto que de un mito pueden extraerse enseñanzas éticas, definirse virtudes o defectos, logros o fallas morales, ese no es el sentido o propósito primario del mismo (de hecho, no existe algo así como un propósito específico para los mitos, sólo los que se van generando de manera paulatina y espontánea). El hecho de que, con el paso del tiempo, se vuelvan funcionales a los intereses políticos o sociales no debe confundirse con que ese sea su propósito original. El mito (generalmente) precede a la estratificación social y a los roles establecidos y, por supuesto, en mucho a la política y la vida urbana.

A veces, las fábulas nacen de un autor en particular (Esopo, por ejemplo), en otros casos el origen es popular, anónimo, como los relatos chinos y sus “moralejas”. Del mismo modo, las historias midrásicas (midrash, en hebreo, מדרש = «explicación») de la Biblia, como los relatos del Éxodo o de los Patriarcas, son más ficciones etiológicas (explicaciones retrospectivas) que verdaderos mitos. Esto es porque, en gran medida, fueron compuestas por autores que sabían que las cosas no habían ocurrido de la manera que las narraban, que utilizaban los mitos y las leyendas (de otras culturas) que conocían con propósitos utilitarios (por ejemplo, en el caso de la compilación de la Toráh hebrea, el de mantener una identidad nacional y cultural sólida, luego del Destierro Babilónico y la disrupción social y religiosa que tal evento produjo entre los judíos).

¿Es lo mismo mito que literatura épica?

Este es un punto de capital importancia para destilar los verdaderos mitos del cúmulo de relatos antiguos que han llegado hasta nosotros. Por ejemplo, las obras de la escuela literaria con que comúnmente se identifica a Homero (quien casi seguramente no existió o bien fue un ἀοιδός / aoidós“cantor”– de poemas al que luego se le atribuyeron todos los relatos épicos), como la Ilíada y la Odisea, no son en sí mitos…

En primer término, en estas obras, se confunden las leyendas, algunos hechos históricos con temática realmente míticas, pero además porque los autores no transmitieron la tradición oral tratando de respetar su sentido y estilo original, sino que fueron agregando elementos narrativos decorativos, para el entretenimiento y la mayor belleza del texto.

Entonces, es lícito inferir que en las obras de Homero hay muchos elementos míticos, pero ninguna parte de estas es “mito” en el verdadero sentido de la palabra.

Como ya he referido muchas veces, a pesar de su carácter egregio, las obras de Homero, Hesíodo, Píndaro, Esquilo, Sófocles, Plutarco, Virgilio y Ovidio, entre otros muchos, no son sino las “adaptaciones de moda” que, de los mitos, se hicieron a la literatura y el teatro de entonces, para el entretenimiento (al menos como motivación principal) y en otros casos (como Virgilio y su «Eneida»), con fines propagandísticos.

La literatura clásica de tipo épico, legendario, satírico, fabulesco, paródico o moralizante, no es mitología en sí misma, sino que deviene en una versión o interpretación casual de los mitos. Sólo podemos considerar que la literatura es una compilación de mitos, cuando se trata de obras hieráticas y anónimas (creadas casi con seguridad por amanuenses sacerdotales) como los “Textos de las Pirámides” y el “Libro de la Salida al Día” de los antiguos egipcios o el Enuma Elish de los babilonios. O sea, el mito sólo está presente de manera cabal y sin mixtura con otros elementos, en los escritos de carácter puramente religioso (cuando estos tratan de temas narrativos).

Así mismo, es importante remarcar que muchos relatos, a veces confundidos con mitos, fueron originados de manera artificial por los poetas que entretenían a los reyes y nobles. Un ejemplo de esto es el dios Vali de la mitología nórdica. Mitógrafos y antropólogos coinciden en que esa deidad jamás formó parte del panteón al que las personas de esas culturas rendían culto, sino que sólo estaba presente en los cuentos y poemas que recitaban los escaldos (o sea, fue inventado por estos últimos).

Esto vale también para la tragedia y la comedia grecorromana… «Edipo Rey» o «Antígona», no son mitos, sino obras teatrales sin probada preexistencia de fuentes orales o escritas.

¿Cómo diferenciar entre mitos y relatos de otro tipo?

En primer término, analizando la temática y la morfología del relato… Los mitos hablan siempre de cosas trascendentes para el individuo o la sociedad.

Existen cuatro categorías, a saber:

  • Cosmogónicos: Explican los orígenes del Universo, de la existencia.
  • Teogónicos: Aluden al origen y la naturaleza de los dioses.
  • Etiológicos: (También llamados «fundacionales»). Narran los orígenes del grupo social, la cultura o el clan al que pertenecen. Son explicaciones inventadas a posteriori de los verdaderos hechos (pueden ser mitos legítimos si nacen de manera anónima, desde la misma sociedad, o imposturas, si son el invento de una clase sacerdotal o gobernante).
  • Escatológicos: Se refieren al final de los tiempos y a la vida post mortem. Si un relato no cuadra en una o más de estas categorías, seguramente no es un mito (propiamente dicho) sino otra cosa o una mezcla entre elementos míticos y ficcionales o legendarios.

Un segundo “filtro” que se le puede aplicar a cualquier relato para saber si realmente contiene elementos míticos es el que plantea la escuela estructuralista de Claude Lévi-Strauss… Según el célebre antropólogo, los mitos deben contener:

  • En todo mito hay fuerzas antagónicas y en constante pugna… Caos vs. Orden; Justicia vs. Injusticia; la fertilidad vs. la esterilidad, etc…
  • La base de todo mito es un interrogante sin explicación conocida, ordinaria o accesible por la mera razón. Siempre tiene que ver con cuestiones existenciales y atemporales.
  • Con frecuencia, muestra algún desenlace o solución al conflicto que se plantea en el mismo (genera un cierto nivel de armonía social e individual, de hecho, esa es una de las funciones más importantes que tiene).

Finalmente, podemos acudir a la escuela de psicología profunda de Carl Jung para tratar de identificar elementos arquetípicos en los relatos (sin ellos, el supuesto mito no es tal).

En este sentido, es importante aclarar que si bien el psiquiatra suizo ha sido cuestionado en cuanto a su rigor científico en muchos aspectos, no es así con la idea de las representaciones arquetípicas y el inconsciente.

Los arquetipos son «modelos» primordiales de algo… La Vida, la Muerte; la Paz, la Guerra; el Sol y la Luna; el desierto y la tierra fértil, etc… En general, son elementos primigenios de la Naturaleza o factores trascendentales para la vida y la cultura humana.

¿Cómo entender a los mitos?

Pegasus

Es muy posible que nuestros ancestros entendieran los mitos de manera literal… Hay que tener presente que, incluso en culturas avanzadas para su tiempo, como el Antiguo Egipto o la Grecia Micénica o la Arcaica, el mundo no era, para aquellas personas, más que lo que podían ver a simple vista y un poco más, referido por los pocos que se aventuraban más allá de su horizonte doméstico.

Cuando fueron transcurriendo los siglos y el comercio y la «globalización» generada por los grandes imperios, fue mostrando a los seres humanos que ninguna cultura era única o especial, que el mundo estaba lleno de naciones, lenguas, costumbres y dioses, entonces el mito comenzó a quedar obsoleto en su nivel de interpretación literal.

Pese a ello, no perdió nada de sus cualidades simbólicas, pero éstas pasaron a ser un trasfondo (no siempre visible de manera directa y rápida) por debajo de los eventos narrados y de sus personajes.

Para los humanos modernos, especialmente para los paganos, el mito ha devenido en metáfora de sentido, en una estructura simbólica compleja, que jamás significa lo que pretende decir en su nivel literal.

Además, si bien es cierto que todo mito posee una polivalencia simbólica, que ninguno tiene un significado unívoco, tampoco es válido darles interpretaciones fuera de contexto, respecto de la cultura, época y entorno donde los mismos se gestaron. Un mito pierde todo su valor, sentido y simbolismo al ser desvinculado de sus orígenes y raíces (pasa a convertirse en una fantasía literaria, sin otro valor que el poético o alusivo que posea en función de su estructura y detalles). Por tanto, para entenderlo, es menester conocer a fondo la cultura, el período histórico y las circunstancias que lo generaron.

Cada auténtico mito (despejando de entre ellos a las leyendas, las fábulas, los cuentos y la literatura) es un Ιεροί λόγοι, un relato sagrado que requiere ser visto tal y como lo hacían quienes lo crearon.

Disciplinas como la antropología, la psicología, la mitografía, la historia comparada de las religiones, entre otras, no pueden más que enmarcar y describir de manera morfológica a los mitos. Quizás puedan entender por qué existen y cuál es su razón de ser… Pero en cuanto a su significado puntual, sería como si alguien creyera poder conocer perfectamente la trama de una obra teatral o de un filme, con el sólo hecho de leer a la crítica, que sobre el mismo, publicó la prensa.

La única manera de conocer la película o la obra teatral es verla, de comienzo a fin, y luego tratar de entender qué quiso representar su autor… La metodología para comprender a los mitos no debería ser diferente.

Las teorías sociológicas, los reduccionismos racionalistas o los puntos de vista filosóficos, no pueden penetrar el mito. Este último nace del pensamiento mítico-simbólico, opuesto al lógico-racional, el cual usan tales puntos de vista para articular sus planteamientos. Una aproximación real al sentido de cada mito, es una acrítica e inductiva contemplación de sus símbolos y esquemas, de sus más profundos mensajes, identificándose con aquellos que crearon la metáfora, no haciendo una crítica moderna de sus concepciones.

Los mitos jamás deben ser interpretados de manera literal. Ni para entender su significado, ni para hacer una crítica social, psicológica o antropológica de los mismos.

¿Para qué sirven los mitos?

Los mitos son parte inherente de la cultura humana, jamás ha existido una sociedad en donde estos no surgieran. Por tanto, sus funciones son muy diversas y enraizadas en todos los aspectos de la vida de nuestra especie.

A pesar de lo anterior, algunas de esas funciones están claramente definidas:

En primer lugar, los mitos son esquemas simbólicos que dan sentido y propósito a la existencia. A este nivel lo podemos llamar “función de significado”.

Función de significado: Virtualmente ninguna persona es capaz de dar cierto propósito a su vida sino es a través de la elaboración de un sistema de creencias (propio y personal, el hecho de que luego coincida con el de un colectivo es algo circunstancial y a veces un valor agregado, pero no define la cuestión) y todo sistema de creencias está basado en mitos, sean estos religiosos, políticos, sociales, etc.

El mito es siempre profundamente representativo, emocional y alegórico, por tanto, potenciará mucho más la voluntad humana que una mera definición racionalizada… Por ejemplo: Una alusión a la Revolución Francesa y a sus ideales, será mucho más evocativa y convincente que una larga definición racional sobre los Derechos Humanos, esto es a pesar de haber existido violaciones a los mismos durante el período de dicho proceso histórico. Siendo que el mito gestado sobre este evento, trasciende por muchos a los particulares hechos que en realidad acaecieron.

En un sentido más cosmogónico, el definir de manera científica que la Entropía siempre tiende a degradar las cosas compuestas en sus elementos constituyentes, no podrá jamás reemplazar a los mitos del Orden y el Caos luchando entre sí… Sencillamente, la mente humana trabaja mejor cuando se le aportan imágenes y metáforas, teniendo mucha mayor capacidad de reconocer conceptos de ese modo y de integrarlos a su mundo emocional e intelectual, que cuando se enumeran sus equivalentes racionalistas.

Si se entiende que el homo sapiens pensó con imágenes durante decenas o cientos de miles de años y con palabras sólo desde hace unos pocos milenios, quedará muy clara la razón de la ventaja que posee el mito y el símbolo por sobre la razón esbozada a través de enunciados y elaboraciones lingüísticas.

Sentido metafórico: La metáfora es la transposición de un significado en otro. Etimológicamente, es un término que proviene del griego μεταφορά, que se traduce como “traslado”, su función es establecer una semejanza por analogía.

El aspecto metafórico del mito es fundamental para el paganismo moderno… Ya que ninguna persona ilustrada del siglo XXI tomará a las narraciones del pasado de manera literal y, más importante aún, no les otorgará un significado que se corresponda con ese nivel, son las metáforas inherentes las que hay que tomar en cuenta.

Si se toma como ejemplo al mito de Cronos cortando los genitales de Uranos, su padre, para tomar el poder en el Cosmos, hay que comprender que, tras la muy gráfica narración, existe la meta-idea del Tiempo y de su poder de hacer cambiar las cosas…

Cronos, Señor del Tiempo, deja estéril a su padre Uranos, el Cielo, el titán que representa la primera etapa de evolución del mundo. Éste, ya no cuenta, ya no es el protagonista de la existencia, sino lo que ocurre en los dominios del mundo “terrestre” (y poco después, cuando el mismo Cronos fue derrocado por sus hijos, del mundo de los dioses y los hombres).

Función pragmática: Sin importar cuán ilustradas sean las personas, cuán fácilmente puedan traer a sus mentes multitud de datos e información sobre el pasado, sobre su identidad y sobre los orígenes del colectivo al que pertenecen, los mitos fundacionales y etiológicos son fundamentales.

Cuando los ciudadanos de una nación ven a su bandera ondear en lo alto de un edificio, particularmente si se encuentran en tierras lejanas a su propio hogar o lugar de residencia, sienten cierto tipo de emoción y sentido de conexión con sus orígenes, lo cual no emana de lo racional… No es que esto ocurre a partir de una larga serie de cadena de razonamientos que llevan desde “tela, en un mástil, de tal o cual color = a bandera de mi país”. El proceso surge a través del pensamiento mítico-simbólico… “Eso que allí se encuentra es mi bandera y representa a mi país” y a la mente llega una cantidad de ideas y emociones que poco o nada tienen que ver con los libros de historia, sino con la “mitología personal” o la “social” que se adquirió a través de años de contacto con el ambiente.

El mito es el factor más aglutinante de una sociedad, lo que da sentido de pertenencia y clarifica el origen y la identidad de las personas y de los pueblos.

Por ejemplo, cuando es coronado un nuevo Papa de la ICAR, los creyentes de esa fe, lo ven como continuador del linaje de Simón bar-Jonás, el apóstol Pedro, supuesto primer obispo de Roma, y no llegan a esta idea a través de estudiar una larga lista de personajes ni de un análisis crítico del linaje pontificio, ya que, si hicieran esto, desde luego se darían cuenta de que tal continuidad no es real… Pero eso no les importa, es el mito, la tradición, lo que los mueve.

Ocurre igual con cualquier cosa en la sociedad humana que implique referir a los orígenes… La fundación o independencia de un país; las razones de ciertas leyes, etc. Pero también en relación al individuo en particular… Toda filiación (quizás salvo la genética) es producto de metáforas e ideaciones de tipo mítico. El mito es lo que mantiene unida a las comunidades y permite que las mismas tengan intereses en común.

Mitos y teología:

Maat - La Verdad-Justicia

Para muchos, la teología es una rama de la filosofía o, por lo menos, una disciplina correlacionada, ya que la misma intenta comprender lo divino mediante la razón y no mediante la emoción, el arte poético o la devoción.

Sin que tal cosa sea necesariamente errada, reducir a la teología sólo a esa instancia, es ignorar que la misma existió durante milenios, antes de que aparecieran los primeros filósofos como Tales de Mileto, a mediados del s. VII a.C., en la Hélade o Kapila, cerca de la misma época, en India.

¿Cómo se debería llamar a la disciplina practicada por los sacerdotes del Antiguo Egipto durante miles de años antes de que Grecia existiera como una nación? ¿Y qué decir de los sacerdotes de Babilonia, en el mismo sentido?

La teología sí es, en verdad, el intento humano de comprender lo divino mediante la razón, pero no la razón filosófica (al menos no necesariamente), que hace uso del razonamiento lógico y deductivo, relacional. Por el contrario, la teología pagana, durante la mayor parte de su historia, usó el pensamiento racional, pero en su modalidad inductiva, abductiva y simpática, utilizando a la par la intuición, la contemplación acrítica de la Naturaleza y, más que ninguna otra cosa, el análisis y el estudio de los mitos y símbolos que les habían legado sus ancestros.

A esa fase de la teología, alterna (quizás opuesta) a la de tipo filosófico, político, ético o social, puede llamársele (como de hecho lo hacían los pensadores desde la Antigüedad) “teología mítica” o “teología natural” y tal fue la distancia entre ésta y la filosofía, que varios grandes filósofos de Grecia, como Heráclito o Aristóteles, fueron refractarios y hasta hablaron peyorativamente de los antiguos poetas, quienes articulaban a los mitos en conceptos comprensibles a través de su arte (como Homero, Hesíodo o Píndaro).

Puede, así mismo, ocurrir que muchos estudiosos del pasado, de las creencias o de las ramas más espirituales o metafísicas de la filosofía, crean que la teología basada en mitos, símbolos, alegorías y en la mera contemplación de lo natural, es inferior a la nacida de la pura lógica. Sin embargo, un raudo recorrido por los logros de la hermenéutica llevada a cabo por el clero egipcio, ya 2000 años antes de Cristo, nos muestra que eso está muy lejos de ser verdad. Para demostrar la afirmación anterior, sólo basta con recurrir al concepto de Ma’at, la diosa de la Verdad – Justicia – Orden. Un principio ético y teológico tan elevado, que cuesta creer que fuera concebido por personas que todavía no usaban el hierro, la rueda o las cabalgaduras.

Ma’at no era un concepto simple, no representaba sólo los atributos de una deidad ni era una idea directa y “visible” por las gentes de entonces, como otros elementos divinizados de la vida humana, al estilo de la Muerte, la Vida, el Matrimonio, la Guerra o la Paz. La Ma’at era a la vez una fuerza del universo que se oponía al caos, a la constante degradación y vuelta al salvajismo de todos los niveles de la existencia; era también un principio que debía ser administrado por el poder faraónico (y que, si se hacía mal uso del mismo, se perdía, llevando al desastre al país) y era un concepto ético totalmente diferente de la dicotomía simplista de “Bien vs. Mal”. Pero Ma’at no fue concebida por filósofos o eruditos racionalistas, sino por sacerdotes con fe en sus dioses, que dedicaron siglos a comparar símbolos y mitos; alegorías y metáforas, hasta gestar esa idea.

El principio de la Ma’at podría compararse sin dificultad con los más altos ideales éticos o sutilezas metafísicas de cualquier filosofía; siendo mucho más antiguo y nacido en un país y en una época en donde ningún filósofo vivió.

Pero, ¿Cuál era la fuente de esta deidad y de este principio? ¡Una sistemática y profunda visión de los mitos! Una hermenéutica de siglos y siglos, usándose el pensamiento mítico-simbólico, no el lógico-racional.

Con sólo este ejemplo, que no es el único, ni en el Antiguo Egipto, ni en general dentro del mundo antiguo, queda claro que el mito es la base primera y más profunda de toda teología… Esto vale para cualquier religión, pero mucho más para las tradiciones paganas: ¡Sin mitos no hay teología pagana; sin mitos, no hay paganismo…!

+ Lectura recomendada: "El Poder del Mito", Joseph Campbell. Capitan Swing (2014). ISBN: 978-8494444593.
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Este artículo nace de una “nueva” y angustiosa cuestión que he detectado en el universo del paganismo moderno… Con el mismo, espero hacer reflexionar a mis hermanos y hermanas paganas, para que se entienda tanto la importancia de los mitos, como así también, cuáles son las claves para la correcta interpretación de los mismos.

Poseidón

Interpretación de los mitos:

Con frecuencia, en escritos anteriores, he aludido a las diversas y misceláneas formas en que se distorsionan los conceptos antiguos, los mitos ancestrales y los atributos de los dioses, para hacerlos cuadrar con ideas modernas y “digeribles” para el gran público, básicamente, del “eclecticismo light” … En esta ocasión, sin embargo, me referiré al polo opuesto del espectro: La tendencia del paganismo culto, académico, de alejarse de los mitos y símbolos originales y basarse únicamente en la filosofía, la sociología; en el ideologísmo y la lucubración ética.

El citado problema da para varios artículos o ensayos, sin embargo, por ahora me centraré en un caso particular: Un post viral de las redes sociales sobre el mito de Medusa

Desde un mes o dos, a esta parte, he visto un texto panfletario que circuló por la red y se viralizó, tanto así que no soy capaz de estar seguro de cuál es su fuente original, habiéndola buscado y deducido que ésta sería el post más antiguo que he podido encontrar (pero de ningún modo estoy seguro de ello).1

El texto en cuestión es un “análisis” de corte social del mito de la más conocida de las tres Gorgonas*. Al mismo, se le daba un perfil pretendidamente feminista, aunque ese ni es el problema que me inquieta -soy simpatizante radical de ese movimiento- ni tampoco la verdadera razón de su redacción -se nota que fue creado para generar controversia y atraer visitas al sitio de origen, nada más que eso. Pero, lo preocupante del caso, es que se hablaba de ese monstruo ctónico y primigenio como si fuera una “mujer” común y corriente y por tanto, los detalles de su mito, tuvieran que ser abordados como un caso de abuso, maltrato o injusticia hacia «la Mujer» en sí.

El post original, se titulaba: «Medusa fue víctima de violencia sexual y la historia que conoces la convirtió en una villana». Esto alude a que, en una descripción tardía del mito, se dice que el dios Poseidón «violó» a Medusa y que ésta, desesperada, oró por ayuda a Atenea (pues el hecho se había dado dentro del templo de la diosa) y la misma, en vez de apiadarse de ella, la condenó a una horrible maldición.

Nótese el absurdo de hablar de «violencia sexual» entre seres primordiales, ajenos no sólo a la Humanidad, sino a los creados como mortales… (según la mitología de la Grecia Antigua).

Ahora bien, antes de llevar a cabo mi propio análisis, quiero, sin embargo, puntualizar con toda claridad y con el mayor de los énfasis, que no me parece mal que el feminismo, o cualquier otro movimiento de reivindicación de derechos de las personas (sean estos mayorías o minorías), utilice figuras de la mitología, la literatura, el arte o el lugar que fuere y las “reinterprete”, creando un relato nuevo (y con nuevos significados). Si tal acción sirve para el avance de dichas causas, bienvenida sea.

Dicho esto, sí me molesta, y bastante, que paganos o que “expertos” en mitos o en cuestiones relativas a las religiones ancestrales, se suban al vagón de estas nuevas interpretaciones, consignas e ideologismos y divaguen con ellas como si, en la Antigüedad, cuando esos mitos y símbolos eran puramente religiosos, sus puntos de vista hubiesen podido tener alguna cabida.

Hacer lo primero (el uso “alternativo” del mito o el símbolo) es un derecho que todos tenemos y que, si sirve para ayudar a causas nobles, ¿por qué habríamos de oponernos a ello…? Pero, hacer lo segundo, es ya un craso error desde lo académico y erudito, pero se convierte en una lamentable adulteración, en una pseudo-interpretación, cuando es llevada a cabo por paganos.

¿Quién o qué era Medusa?

Para poder entender el error de lo descrito con anterioridad, es necesario revisar los orígenes y la evolución del mito de dicho personaje, de tal manera que quede claro su poca o nula relación con una mujer (o sea con un ser humano del sexo femenino).

No es improcedente recordar, llegado este punto, que la mitología de cualquier cultura relevante, siempre está plagada de entidades que se corresponden con los géneros humanos, pero de las cuales no cabe extrapolar otros aspectos de su naturaleza a los seres humanos o viceversa.

Medusa, cuyo nombre original Μέδουσα significa «guardiana», era un monstruo ctónico, muy temido, de género femenino, que parece haberse concebido ya en las épocas pre-clásicas. Las primeras inscripciones epigráficas que la citan, datan del 600 a.C. aprox.

Se la creía, junto con sus dos hermanas, Esteno y Euríale (las tres Gorgonas), hija de Forcis y Ceto, lo cual la sitúa en el mundo primordial, durante el período del reinado de los titanes (según los mitos griegos, una era en donde los seres humanos todavía no existían).

El carácter temible de este ser tenía relación con su capacidad de convertir en piedra a todos aquellos que la miraran a los ojos.

Homero no nombra a Medusa en concreto, ni a las gorgonas en general, pero sí habla, ya en su Odisea, de monstruos horrendos, con aspectos amenazadores2.

Es el poeta y mitógrafo Hesíodo (h. 700 a.C.) quien, probablemente fuera el primero en referirla por escrito3:

“Y Ceto unida a Forcis engendró a las Greas de hermosas mejillas, canas desde su nacimiento. Y por eso las llaman Greas los Dioses inmortales y los hombres que andan sobre la tierra: Pefredo la de hermoso velo y Enio ya del pelo color de azafrán; y las Gorgonas que habitan al otro lado del ilustre Océano, en las últimas extremidades, hacia la noche, donde están las Hespérides de voces sonoras; las Gorgonas Esteno, Euríale, y Medusa abrumada de males. Y ésta era mortal, pero las otras eran inmortales y estaban exentas de vejez ambas. Y Poseidón el de cabellos negros se unió a Medusa en una muelle pradera, sobre flores primaverales. Y cuando Perseo le cortó la cabeza, nació de ella el gran Crisaor, y el caballo Pegaso también. Y a éste se le llamó así porque nació cerca de las fuentes oceánicas, y a aquél porque tenía en sus manos una espada de oro.”

El poeta Píndaro (518 a ‎438 a.C.) nombra a las Gorgonas y a Medusa en concreto4, ya aludiendo algún tipo de conflicto con la diosa Atenea:

«¡Yo te suplico, de esplendores amiga, tú la más bella de las ciudades mortales, de Perséfone sede! ¡La que en las riberas del Acragas, criador de rebaños, habitas la bien edificada colina, oh reina! Propicia recibe, con la complacencia de Inmortales y de hombres, esta corona de Delfos para el muy glorioso Midas, y a él en persona que a Grecia venció con el arte que antaño Palas Atenea inventó, cuando el triste lamento tejió de las atrevidas Gorgonas

Más adelante, en el poema, Píndaro también alude a que las hermanas de Medusa lloraron su muerte a manos de Perseo.

La última fuente, previa a la época de Roma, de que disponemos, es una frase que Esquilo5, el dramaturgo de Eleusis (h. 525 a 455 a. C.), antecesor de Sófocles, pone en boca del titán Prometeo:

«No lejos de ellas viven las Gorgonas, horror de los mortales, tres hermanas aladas, de cabellera de serpientes, cuya vista ocasiona al punto la muerte.»

(Cabe acotar que Prometeo, enumera en el párrafo en cuestión a una serie de monstruos primordiales, de épocas previas a cuando se sitúa la historia de los humanos).

Entonces, de las primeras fuente del mito que se han conservado, podemos deducir ciertas cosas básicas de la naturaleza de Medusa:

  • Era una de las tres Gorgonas. Seres ctónicos ancestrales, anteriores a la Humanidad.
  • Era hija de Ceto (una especie de ballena o ser marino primigenio), entidad de donde se toma el nombre para designar a los «cetáceos» y de Forsis, una deidad titánide primordial de los mares (no parece que de éstos pudiera salir una bella joven «humanoide», ¿verdad?).
  • Vivían en una zona remota del mundo y como dice Esquilo, era (como sus dos hermanas) una criatura «alada, con cabellera de serpiente, cuya vista ocasiona la muerte». Las otras dos Gorgonas no fueron maldecidas por Atenea (ni por ninguna otra deidad), en ninguna versión del mito, y sin embargo, tenían la misma naturaleza que Medusa.

También hay un dato, no menos importante: Si se lee a Hesíodo con atención, se dice que Medusa tuvo sexo con Poseidón, «…en una muelle pradera, sobre flores primaverales», lo cual no da la impresión de ningún tipo de relación «forzada»

Teniendo en cuenta la naturaleza «oceánica» de esta entidad femenina y que el coito fue con un dios de los mares, más que violación todo el contexto nos muestra una unión simbólica de fuerzas primigenias, relativas a las aguas saladas, a los lugares remotos y prohibidos, y que se produjo mucho antes de la existencia de los humanos.

Pese a esto, claramente por petardismo, desinformación o incluso malicia, el artículo que nos ocupa decía: «Cuando Perseo la decapitó, de su cuello brotaron el gigante Crisaor y caballo alado Pegaso. Ambos son considerados como los hijos de Poseidón, lo cual quiere decir que fueron fruto de una violación y que Medusa estaba embarazada cuando la asesinaron.»

Ahora bien, queridos lectores… No sé a Uds., pero a mí este párrafo me causa verdadera gracia. Del cuello cercenado de un monstruo primordial brota copiosa sangre y de esa sangre surgen un gigante y un caballo alado, mas se nos dice que esa entidad estaba «embarazada» (palabra normalmente usada sólo para referir al período en que gestan las hembras humanas) y que, esos seres, brotados de un torrente de sangre, fueron el «producto de una violación…».

Todas estas tonterías, nacidas de una muy pobre interpretación de los mitos, carecerían de importancia si no fuera porque generaron (entre paganos), en ocasión de la viralización del post, acalorados debates, en donde se llegó a decir cosas como «yo no adoro a dioses violadores» (repudiando a Poseidón) o bien comparando el caso con mitos aparentemente similares de la Biblia (del Antiguo Testamento, en concreto), ignorando que en esos libros, ya sea que se narren mitos, leyendas o historias alguna vez reales, los protagonistas son seres humanos y cuando se comenta sobre una violación, esta tiene relación con mujeres (de carne y hueso) abusadas por hombres (idem) que pertenecían al pueblo que, a la postre, escribió ese libro.

Ese otro ciclo mítico, no nos habla de seres primigenios teniendo relaciones, consentidas o no (entre sí), sino de hombres violando mujeres en medio de guerras e invasiones por «tierras prometidas» y de profetas que condonaban, cuando no ordenaban de manera explícita a tales crímenes. ¿Desde cuánto los actos de los seres mitológicos y divinos son equiparables a los de los humanos e históricos? ¿De verdad vale comparar ambas cosas? En mi opinión, no… ¿Qué dicen Uds.? Someto el caso a vuestra reflexión…

Gorgona

Ovidio y la violación de Medusa:

Ahora bien, es hora de preguntarse ¿de dónde sale la idea de la violación y la victimización de esta siniestra entidad? (La cual quien redactó el artículo que nos ocupa tomó como punto de partida para sus desvaríos).

La respuesta al párrafo anterior es de la «Metamorfosis» de Publio Ovidio Nasón, el poeta romano, que en el año 8 a.C. redactó esa compilación de mitos…

«Puesto que saber deseas cosas dignas de relato, recibe de lo preguntado la causa. Clarísima por su hermosura y de muchos pretendientes fue la esperanza envidiada ella, y en todo su ser más atractiva ninguna parte que sus cabellos era: he encontrado quien haberlos visto refiera. A ella del piélago el regidor, que en el templo la pervirtió de Minerva6, se dice: tornóse ella, y su casto rostro con la égida, la nacida de Júpiter, se tapó, y para que no esto impune quedara, su pelo de Gorgona mutó en indecentes hidras. Ahora también, cuando atónitos de espanto aterra a sus enemigos, en su pecho adverso, las que hizo, sostiene a esas serpientes.»

¿Qué está pasando aquí? ¿En los últimos siglos anteriores a la era cristiana el mito cambió de manera dramática? Tal vez sí, tal vez no… No contamos con otros elementos (excepto una fuente extra, que presentaré más adelante) como para conocer esa posible evolución. Sin embargo, sí sabemos quién fue Ovidio…

El autor en cuestión se dedicaba a la sátira y a la poesía erótica en la mayoría de sus trabajos y esto fue tan así, que terminó por despertar la ira de César Augusto, el primer emperador de Roma, quien lo desterró en el año 8 d.C. a un área cercana al Mar Negro, en la actual Rumania, la provincia más remota del Imperio, debido a las impertinencias del poeta para con su figura.

No pretendo aquí el criticar a Ovidio, por cuyos escritos siento gran admiración. Sin embargo, una rauda apreciación del caso, nos llevará a la clara conclusión de que éste era un transgresor, un autor aficionado a crear controversia con temáticas sexuales… ¿Será esta la fuente más adecuada para valorar el verdadero sentido del mito de Medusa, que precede al mismo en al menos 700 años? Yo creo que no… ¿Y Uds.?

Según Apolodoro no existió violación:

La última fuente disponible -anterior a Ovidio-, a que aludí antes, es la obra de Apolodoro de Atenas (h. 180 a 119 a.C.), historiador y mitógrafo griego. Dicho autor escribió un compendio de mitos llamado hoy en día «Biblioteca Mitológica»7, en donde comenta:

«De Ponto y Gea nacieron Forco, Taumante, Nereo, Euribia y Ceto. De Taumante y Electra, Iris y las Arpías, Aelo y Ocípete; de Forco y Ceto, las Fórcides y las Gorgonas

Lo cual vuelve a establecer el carácter ctónico, titánide y primordial de las Gorgonas, pero ahora dos siglos a.C. (No mucho antes de la época de Ovidio).

En otro párrafo de la misma obra, Apolodoro nos dice:

«Con una hoz de acero recibida de Hermes llegó volando al Océano y sorprendió dormidas a las Gorgonas, Esteno, Euríale y Medusa. Ésta era la única mortal, por eso Perseo fue enviado a buscar su cabeza. Las Gorgonas tenían cabezas rodeadas de escamas de dragón, grandes colmillos como de jabalí, manos broncíneas y alas doradas con las que volaban; petrificaban a quien las miraba. Perseo se detuvo junto a ellas aún dormidas y, guiada su mano por Atenea, volviendo la mirada hacia el escudo de bronce en el que se reflejaba la imagen de la Gorgona, la decapitó. Al cortar la cabeza, surgieron de la Gorgona el caballo alado Pegaso y Crisaor, el padre de Gerión; a éstos los había engendrado Poseidón, guardó la cabeza de Medusa en el talego y emprendió el regreso.»5

Como puede verse, aparte de aclarar cómo surgieron Pegaso y Crisaor, no se agrega nada radicalmente diferente al mito, por lo cual es presumible que éste no haya evolucionado, al menos no de manera dramática, durante los últimos siglos antes de que Ovidio escribiera su «Metamorfosis».

La versión de Pausanias:

Medusa (escultura de Bernini)Existe, sin embargo, una versión tardía y diferente de este mito. En la misma, sí se nos habla de una «mujer salvaje» (pero claramente perteneciente a nuestra especie).

En la obra del historiador y geógrafo Pausanias de Lidia, quien vivió durante el siglo II d.C., Medusa es humana y es muerta por Perseo debido a que causaba grandes penalidades a los habitantes de la región del lago Tritonis, en la actual Libia. Su cabeza es cercenada, pero en este caso, no por poseer poderes sobrenaturales, sino porque poseía una notable belleza que el héroe griego no quiso dejar de exhibir a sus compatriotas (por lo cual conservó a la misma).

Cito aquí las partes más relevantes del texto:

«No lejos del edificio que está en el ágora de los argivos hay un túmulo de tierra; dicen que en él está la cabeza de la Gorgona Medusa. Aparte del mito, se dice con respecto a ella esto otro: que era hija de Forco, que después de morir su padre reinó sobre los que viven en los alrededores de la laguna Tritónide, que salía a cazar y que conducía a los libios en las batallas, y precisamente entonces, cuando con su ejército acampaba frente a las fuerzas de Perseo -a Perseo le acompañaban soldados escogidos del Peloponeso-, fue asesinada a traición de noche, y Perseo, admirando su belleza incluso después de muerta, le cortó la cabeza y la llevó para mostrarla a los griegos.»

«… el desierto de Libia produce, entre otros monstruos, increíbles, hombres y mujeres salvajes. Proeles decía también que había visto a uno de esos hombres que era llevado a Roma. Pues bien, suponía que una mujer de éstos que se extravió llegó a la laguna Tritónide y causó daño a sus vecinos, hasta que Perseo la mató…»

Ahora bien, ¿Por qué ocurrió esta mutación tan marcada del mito de Medusa? ¿Qué ocurrió entre la época de Apolodoro (h. 150 a.C.) y la de Pausanias de Lidia (s. II d.C.) como para que la protagonista del mismo pasara de ser de un monstruo primigenio a una guerrera salvaje?

Quizás la respuesta a lo anterior se encuentre en una lectura atenta de Pausanias y en el análisis del lugar que cita: Dicho autor era un geógrafo que refería historias y mitos, pero a partir de las regiones que estudiaba. Es así que estando el lago Tritones de Libia, y siendo que el antiguo nombre de “Tritónide” era (casi con seguridad) un apelativo de Minerva, en su carácter de “nacida tres veces” (etimología del nombre del lago) y que, en algunos mitos tardíos, se dice que el padre de la diosa sería Neptuno, parece claro que, en la zona en cuestión, en donde además había un culto importante a la diosa, se gestó una versión alternativa y muy tardía del mito, pero sin mayor peso en su contexto general.

Cualquiera fuere la razón, lo que Pausanias narra no modifica el tema que se plantea en este artículo, ya que su Medusa era una mujer, sí, pero no fue violada por nadie, no gestó a ningún ser mitológico y murió a manos de Perseo sólo por ser peligrosa para los habitantes de la región. Tampoco que su cabeza fuera cortada tiene relación alguna, ya que, para Pausanias, como ya referí, la razón de tal acto fue totalmente frívola y trivial.

En síntesis: En todo el desarrollo de este mito, desde sus versiones más tempranas a las más tardías, en la única fuente donde leemos sobre la “violación” por parte de Poseidón y sobre el “horrible e injusto castigo” que Atenea profirió a este ser, es en la Metamorfosis de Ovidio, quien fue un gran poeta, pero para nada un devoto de los dioses ni alguien que dudase en ridiculizar o desacralizar a lo que fuere, con tal de hacer interesante a su poesía.

El Gorgoneion, la Égida y magia apotropaica:

GorgoneionLa cabeza de las Gorgonas, con los cabellos ofídicos, la lengua marcadamente salida de sus bocas y colmillos de jabalí, es un símbolo que puede verse ya en Gnosos, en tiempos de la civilización minoica y en Tirinto, en la época micénica, así como también, en muchos templos helénicos clásicos y tardíos a través de todo el Mediterráneo.

Algunos investigadores creen que hasta el siglo V a.C. este monstruo era puramente apotropaico (su imagen se usaba para espantar o rechazar a los malos espíritus y a las calamidades). Sólo desde tiempos clásicos parece que se le vinculó con una entidad más compleja, uniendo esa cabeza con un cuerpo femenino.

El gorgoneion era una imagen en ese estilo, que se decía estaba presente en las armaduras de Zeus y Atenea, llamadas Égida (quizás de esta conexión es de donde nace la idea de que Medusa fue castigada por esta diosa) y usó Alejandro Magno en su armadura (según puede verse en el célebre Mosaico de Issos del s. I d.C., en Pompeya).

Debe pensarse en el gorgoneion como algo similar a los Vajrapani del buddhismo o a las cabezas de Bastet del Antiguo Egipto: Un poderoso «espantador» de males, fuerzas malignas y todo tipo de cosas negativas.

Es muy probable que este símbolo virtualmente prehistórico, se fusionara con mitos relativos a los tiempos primeros en la cosmovisión griega y de allí surgieran las primeras versiones de las gorgonas y de Medusa. Nada que tuviera relación con el abuso o la sumisión de la Mujer, con violencia sexual de ningún tipo o nada que se le parezca.

Interpretar los mitos sin comprenderlos:

En este punto, y ya habiendo citado a todas las fuentes clásicas disponibles sobre el tema que nos ocupa, hemos dejado en claro que el episodio de la “violación” es atinente sólo a la versión de Ovidio y que, dado el tipo de literatura que dicho autor manejaba, la misma no es la más adecuada para tipificar al personaje o buscar las raíces arquetípicas del mito.

Dentro del paganismo, los mitos deben ser explorados tal cual los veían nuestros ancestros… Es obvio que, hoy en día, no vamos a creer en los mismos de manera literal, tal como quizás ellos lo hacían. También es evidente que las personas modernas tendremos, casi siempre, una mayor capacidad para profundizar en los niveles psicológicos de esos relatos que la que pudiera poseer un campesino o artesano de hace 3500 años, pero no por eso podemos cambiarles el sentido, para ajustarlos a nuestros intereses modernos.

Los paganos cultos y serios, siempre criticamos al eclecticismo light… Pues bien, hay que entender que tampoco la cooptación del mito es válida, incluso si se hace para darle un sentido ético o social.

Una cosa es que sociólogos, psicólogos, activistas de causas sociales, tomen un mito y lo usen como material para ilustrar teorías, puntos de vista o consignas. Eso no es cuestionable, puesto que del mismo modo se puede tomar una obra literaria clásica y utilizarla de diversas formas y para variados fines. Sin embargo, cuando se hace esto último, se tiene muy en claro que se está cambiando la historia original y esto no es lo que viene ocurriendo con los paganos que aprecian a los mitos ancestrales según las modas y prejuicios actuales.

Sin embargo, la historia de Medusa (según Ovidio) es la de la crueldad que a veces tiene el destino, es el recordatorio de que no siempre los dioses nos serán propicios y de que, en el universo en sí, la justicia no existe… Que en el siglo XXI se quiera usar dicho relato para cuestiones ideológicas, es otra cuestión. En la Antigua Grecia eso no ocurría ni se habría entendido.

No nos encontramos frente a un mito patriarcal ni nada parecido. Medusa no es una mujer (sino un monstruo primordial, titánide), Poseidón no es un hombre (sino un dios, regente de una fuerza primal de la Naturaleza) y en la mayoría de las versiones del mito, ninguna violación, abuso o “castigo injusto” están presentes. Además, en la mitología griega, hay personajes masculinos destinados por deidades femeninas a finales crueles como el de la célebre gorgona. El mismo Ovidio, también en su “Metamorfosis”8, nos narra que la ninfa Eco castiga a Narciso por prestar más atención a su propia imagen que a la de ella y lo hace de una manera despiadada.

En última instancia, si se pensara en los mitos como simples ficciones (sin tomar en cuenta nada más), entonces hay que considerar que el relato de Medusa, no es la historia de una mujer real… Imaginar que una sociedad o cultura fomenta las agresiones sexuales porque uno de sus artistas haya redactado una novela en donde, dentro de la trama, se muestra una violación o un acto de abuso o maltrato, es absurdo. ¡Aludir a un hecho no es necesariamente validarlo o hacer apología del mismo!

Además, los paganos no sólo aprendemos el mito como algo que es parte de la cultura general, VIVIMOS el simbolismo presente en los mismos, porque son la raíz sin la cual el paganismo no podría existir. El mito es la base de toda verdadera teología pagana; no lo son, ni la filosofía ni los entuertos sociológicos.

Algunos paganos, mayormente de entre los más ilustrados y cercanos al humanismo, creen que pueden sacudirse a los mitos, ven a estos esquemas de pensamiento como etapas arcaicas del paganismo (o de las religiones en general) y tratan de dejarlos atrás. Consideran que la filosofía, la ética y la razón pueden reemplazarlos. Quizás, olvidan que el paganismo no existe sin el ejercicio del pensamiento mítico-simbólico (que siempre debe ser complementario al lógico-racional, no pudiendo avasallarlo ni tampoco quedarse rezagado respecto del mismo, ya que el balance en este sentido es imprescindible para una sana espiritualidad y una adecuada apreciación de la Vida y de la Naturaleza).

A veces se cree que la época en que surgió la filosofía y paralelamente, las religiones no oficiales de las grandes culturas (las mistéricas, eclécticas, de origen oriental, etc.), conforma un estadio más avanzado, más significativo que las épocas arcaicas, ancestrales.

Pero, el paganismo es religión, no filosofía o activismo social… Las raíces de nuestras creencias están en los mitos, en las ideas que las personas anónimas de las antiguas culturas y civilizaciones fueron conformando, de manera no-racional, inductiva, simpática, a través de miles de años.

Religión, para el pagano es religere, «releer a los ancestros», como decía Cicerón en «De Natura Deorum».

El paganismo es paralelo a la ciencia, a la filosofía y otros caminos del conocimiento. No porque los filósofos antiguos criticaran a los mitos habremos de subestimar la profundidad o importancia de estos últimos; no porque hoy se utilicen para cosas ajenas a la vida espiritual, diferentes a la contemplación de la Naturaleza, debemos menospreciarlos o desacralizarlos. Los mitos paganos no son enseñanzas morales en sí; no son fábulas como las de Esopo o historias midrásicas como las del Antiguo Testamento de la Biblia…

Una fábula es un simple cuento, inventado por alguien para dar un ejemplo, ilustrar un punto (casi siempre de tipo moral). Por otro lado, las historias midrásicas tan comunes en las religiones abrahámicas, tienen un origen muy diferente a los mitos paganos. Estos últimos, fueron creados a través de muchos siglos a partir del pensamiento de la gente común. Por el contrario, la mayoría de los mitos judíos, cristianos y musulmanes, fueron concebidos (o al menos compilados y estructurados) por profetas o por escribas que se reunían «alrededor de una mesa» e inventaban historias, de manera no muy diferente a los guionistas de hoy en día.

Por eso no podemos confundir las obras de Homero, de Hesíodo, de Virgilio o de Ovidio con la verdadera mitología… Ellos eran los «Marvel Comics» y los «Disney Inc.» de sus tiempos. Fabricaban literatura tomando como base los mitos, la convertían en culebrones de ficción, del mismo modo que los artistas del Renacimiento creaban pinturas y esculturas (sin creer en esos mitos y adaptándolos libremente a sus propias ideas y finalidades artísticas, no religiosas). Pero los mitos griegos (y los romanos, celtas, nórdicos, mesopotámicos y egipcios, etc.) nacieron de la gente y por ende no son «midrásicos» o sapienciales; no son «enseñanzas» o fábulas, son símbolos que explican lo que la razón no puede, son el lenguaje de la mente profunda de nuestros ancestros, la manera que tuvieron de interpretar y de concebir a la Vida.

Una muestra harto explícita de la frecuente distorsión que los autores antiguos generaban al plasmar los mitos en sus obras literarias puede verse en el segmento de «Moralia» de Plutarco, dedicado al mito osírico… Si cualquier persona mínimamente versada en egiptología o religión egipcia antigua, lee a «De Isis y Osiris» de este autor (este libro es en sí una parte de «Moralia»), esbosará una amplia sonrisa, ya que Plutarco convirtió una historia hierática, profunda y sagrada, en algo parecido a una telenovela de bajo presupuesto… Sin embargo, hay paganos que creen que ambas «versiones» deben ser aceptadas por igual, que el mito no tiene más valor que su «carga folclórica» o su pequeño lugar en la literatura universal.

La interpretación superficial de los mitos, no es (como dije en un comienzo) privativa de las personas menos cultas… Muchos académicos, por lo general de ramas del conocimiento que poco o nada tienen que ver con la semiología, la antropología, la mitografía o el estudio crítico pero profundo de las religiones y sus teologías, han pretendido desde ya casi dos siglos atrás, que casi todos los mitos son de origen político (postura generalmente de aquellos que comulgan con el materialismo histórico); que son sólo producto del folclore (como suelen pensar algunos humanistas, filósofos y literatos), etc…

Por ejemplo, Robert Graves, el escritor británico, dice en la introducción de “Los Mitos Griegos”:

… el contenido de la mitología griega no era más misterioso que las modernas caricaturas electorales, y en su mayor parte fue formulada en territorios que mantenían estrechas relaciones políticas con la Creta minoica …

Tal sesgo o “miopía”, producto de la incapacidad de proyectarse fuera del propio ámbito profesional y de no tratar de pensar como lo hacían las personas que crearon los mitos, no es mucho menos burda que aquella mostrada por Erich von Däniken, cuando en su libro “Erinnerungen an die Zukunft” / “Recuerdos del Futuro”, publicado a finales de los años ‘60s, creyó ver a un “astronauta” en la imagen grabada en la losa de piedra que cubría la tumba de K’inich Janaab’ Pakal (603 a 683 d.C.), gobernante de la ciudad maya de Palenque, que hoy se encuentra en el estado mexicano de Chiapas, México.

No importa lo erudito que se pueda ser en una disciplina diferente, la falta de conocimiento profundo de la cosmovisión, de los símbolos y del lenguaje mitológico de un pueblo, lleva a muchos a estos crasos errores.

La interpretación literal o superficial de los mitos, nos hará creer que Zeus era un psicópata sexual, que Isis era necrofílica (tuvo sexo con la momia de Osiris) y que Thor era estúpido (fue frecuentemente «engañado» por gigantes y otro seres de la mitología nórdica). Por otra parte, el ahondar en las profundidades de los símbolos y representaciones arquetípicas que hay detrás de estos relatos no nos dará la garantía de entenderlos tal cual lo hacían nuestros ancestros, pero algo es seguro: Nos daremos cuenta, cabalmente, que ninguna idea surgida en los últimos 150 o 200 años puede aplicarse para ensayar posibles sentidos de aquellas historias arcaicas.

Un escritor o literato no puede crear un mito, quizás pueda enriquecerlo con lenguaje florido y matices complejos, pero si no hay un elemento ancestral en su obra, ésta sólo será ficción… ¡La ficción y el mito jamás deberían confundirse! Una se crea por sentido lúdico, para entretener a otros… Lo otro es la memoria ancestral y arquetípica de una cultura, no de un individuo o grupo de éstos.

Los mitos no son «cuentos de la abuela», no son fábulas ni slogans políticos, no son desvaríos de sacerdotes ni tampoco literatura propiamente dicha… Son un profundo lenguaje de símbolos y de metáforas de sentido, todo lo cual requiere de una mente abierta, de profundo respeto por lo ancestral y del conocimiento específico de la cultura correspondiente para poder aproximarse a su sentido y, aun así, dicha tarea llevará toda una vida… Sin embargo, en ello consiste gran parte de lo que atañe a nuestra condición de paganos…

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Frase del Día:

«Una de las lecciones más tristes de la Historia, es ésta: Si se está sometido a un engaño demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier evidencia de que es un engaño.»

— Carl Sagan,
(Astrónomo, cosmólogo y escritor estadounidense, 1934 a 1996)

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Proyecto de reconstru-cción, divulgación y redes-cubrimiento de todas las tradiciones paganas ances-trales y del legado que ofrecen a la Humanidad.

Esta página, tiene por objeto la difusión y redescubrimiento del Paganismo. Además, el promover, difundir y defender el Paganismo, como religión, forma de vida, filosofía, sistema ético y modo de ver la Vida. Divulgar su naturaleza y contenido, redescubrir sus antiguos valores, historia, mitología y conceptos éticos. Crear un ámbito de debate abierto, donde todo esto pueda generarse con libertad y seriedad.

Universo Pagano es un proyecto nacido en 2001 que tiene por finalidad el encontrar puntos en común entre todas las tradiciones del Paganismo; difundir toda la información posible sobre éste; esclarecer sus puntos controversiales y dar soporte a todos aquellos paganos que quieran publicar sus ideas y creencias en la red.

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Me gusta lo desconocido, el Erebus... Me complazco en las diferencias, en la pluralidad, en la variedad. Me interesa la realidad tal cual es, pero presto atención a la verdad de cada quien. Estoy en una búsqueda que sólo terminará cuando muera.

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