Este artículo está basado en un antiguo texto que circulaba por las redes sociales, allá por el 2014 y en un diálogo que surgió, a partir del mismo, entre una amiga ecologista, algún que otro contacto un tanto hostil y mi persona.

El texto decía así:

En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente.

La señora pide disculpas y explica: “Es que no había esta moda verde en mis tiempos.”

El empleado le contestó: “Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente.”

Tiene razón: nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempo…

En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosa y las de cerveza se devolvían a la tienda.

La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.

Pero lleva razón, no teníamos esta moda verde en nuestros tiempos.

Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio ni oficina. Íbamos andando a las tiendas en lugar de ir en coches de 300 caballos de potencia cada vez que necesitábamos recorrer 200 metros.

Pero tiene Ud. toda la razón. No teníamos la moda verde en nuestros días.

Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no los había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en secadoras que funcionan con 220 voltios. La energía solar y la eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos.

Pero está en lo cierto: no teníamos una moda verde en nuestros días.

Entonces teníamos una televisión, o radio, en casa, no un televisor en cada habitación. Y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo, no una pantallota del tamaño de un estadio de futbol. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros. Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no cartones preformados o bolitas de plástico. En esos tiempos no arrancábamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el césped; usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre cintas mecánicas que funcionan con electricidad.

Pero claro que está Ud. en lo cierto: no había en esos tiempos una moda verde.

Bebíamos del grifo cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que tomar agua. Recargábamos las estilográficas con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las cuchillas de afeitar en vez de tirar a la basura toda la maquina afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo.

Pero, eso sí, no teníamos una moda verde por entonces…

En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o el autobús y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andando, en lugar de usar a su mamá como taxista las 24 horas. Teníamos un enchufe en cada habitación, no un regleta de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales desde satélites situados a miles de kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.

Así que me parece lógico que la actual generación se queje continuamente de lo irresponsables que éramos los ahora viejos por no tener esta maravillosa moda verde en nuestros tiempos.

___________________

Para mí, desde que leí este tendencioso panfleto, me quedaron claras dos cosas: Su autor era una persona joven, con ideología antisistema y con poca o ninguna información real sobre tecnología, ecología ni tan siquiera cronología histórica en cuanto a los eventos y costumbres que refería en el texto.

Sin embargo, no es mi intención, al menos no en esta oportunidad, el hacer una crítica de los oscurantistas y antimodernos; de los conspiranoicos o pseudo-humanistas, sino más bien desmitificar un poco aquella idea de que “todo tiempo pasado fue mejor” y/o que las generaciones que nos precedieron hacían las cosas mejor que nosotros.

Bien, veamos las muchas falacias que el texto contiene: “Botellas de vidrio que se devolvían” (y presuntamente se reciclaban)… Si bien es cierto que el plástico es un enorme problema ecológico para el siglo XXI, no lo es menos que es la base de nuestra sociedad moderna, siendo un material barato y extremadamente versátil, que permitió gozar a miles de millones de lujos, comodidades, herramientas y utensilios que eran privativos de las elites tan sólo hace 100 años.

Si, por ejemplo, el iPad que tengo en la mano hubiera sido construido con la filosofía que mi padre tenia sobre materiales y diseños (el también se dedicó a la electrónica), costaría 15000 dólares, no 700; quizás tendría un aspecto steampunk y pesaría unos 3 Kg y no cerca de 200 gramos.

Una botella de plástico, además, es más ecológica que una de vidrio (con la condición de que se recicle) porque su producción se hace a base de «residuos» de la industria de los hidrocarburos, que ya existe y que no se inventó para hacer botellas. La industria del vidrio, si se usa a la escala de hace 50 años, para producir toda clase de envases, es mucho más costosa en recursos y energía.

En pocas palabras: El único problema que tiene el plástico es que la mayoría, en su ignorancia ecológica, no lo recicla… Si así se hiciera, el 99,99% de todo el que se produce, no terminaría en los océanos y cuando ya no se pudiera volver a reutilizar, se podría convertir en asfalto para carreteras y caminos.

Otra cosa notable del escrito original es que la vieja (perdón, la señora que comenta) debió nacer en tiempos de Benjamin Franklin, porque habla de las “escaleras mecánicas” como si se hubiesen inventado hace unos pocos años… Las escaleras mecánicas fueron inventadas en 1897 por Jesse Reno, en USA y los ascensores (raro que la vieja no diga nada sobre ellos), por Elisha Otis en 1853… Sacando cuentas, calculo que mi tatarabuela pudo usar ambos dispositivos y conste que, al 2020, tengo 57 años (no soy un “mocoso” quejándome de los viejos, más bien soy un cuasi-viejo riéndome de como muchos fósiles subestiman a las nuevas generaciones).

Respecto de los automóviles, los cascajos de los años 30s y 40s devoraban combustible de manera insaciable y expulsaban cantidades enormes de CO2 y de smog… Luego, la gente de los 50s y 60s, querían automóviles de 150 a 300 caballos de fuerza, con un rendimiento de 4 Km por litro de gasolina (o menos), hoy se usan automóviles económicos, de poca cilindrada y construidos con materiales 10 veces más baratos, mucho más seguros y reciclables… Y los automóviles basados en celdas de hidrógeno están a las puertas (los que tendrán cero emisión tóxica y serán ultra-eficientes en el consumo de energía). ¿Cuál es el chiste, entonces?

Sobre los aparatos eléctricos y las tomas de corriente, aquí sí que se pone bueno… La vieja (o el antisistema que inventó el personaje) nunca se enteró que la TV de 70 pulgadas con tecnología LCD o afines (que pocos tienen, la mayoría no pasamos de entre 30 a algo más de 40), consume un 20% (o menos) que el más pedorro y modesto de los televisores de tubo de rayos catódicos de mi infancia (ni que hablan de los más antiguos… mi familia tenía uno de 24 pulgadas que consumía unos 700 watts y pesaba más de 25 Kg.).

En una casa moderna, con todos los electrodomésticos encendidos, se consume una fracción de energía que en una con la cuarta parte activada de hace 30 o 40 años. Una radio de AM de válvulas de vacío de las que usaba mi abuela, consumía la energía de 8 o 10 laptops…

Y así podríamos seguir…

La generación actual ve y actúa; se queja y se pronuncia, con justa razón. Hace 50 años se creia que la tierra podía absorber de manera ilimitada todas los residuos que le arrojábamos y que era viable extraer de la misma todos los recursos que se quisieran. Sí, efectivamente no teníamos la moda verde en esos días. Es por eso que en los 60s y 70s la contaminación ambiental era mucho mayor que hoy en día.

En esos tiempos, nadie se masturbaba mentalmente con Monsanto o los transgénicos, se usaba DDT, un insecticida casi indestructible y que penetraba a todas las capas de los ecosistemas concentrandose en la cadena alimenticia, ahora usamos insecticidas neonicotinoides, que son inocuos para los animales y nos preocupamos de que puedan tener efectos en las mariposas y las abejas. Mientras que por esa época se encontraron restos de DDT en los huevos de los pingüinos de la Antártida. En los países centrales, morían millones por cáncer y otras enfermedades derivadas de la contaminación, los pesticidas y los desechos industriales no procesados ni controlados e incluso por los radiactivos, escondidos en cuevas o arrojados donde fuere… Todo eso no comenzó hace 20 o 30 años, nació en el siglo XIX, con el auge de la Revolución Industrial y fue creciendo en magnitud y en infamia, década tras década…

En el siglo XX se contaminó más que nunca, a nadie le importaba la ecología más que a los hippies y no existía la consciencia sobre el sufrimiento de otras especies que la gente decente mantiene hoy en día.

En aquellos años, se vivía sin materiales descartables porque la gente pobre no tenía acceso a nada y los solventes podían comprar objetos más perdurables. Se conocía el efecto invernadero, pero a nadie le importaba o imaginaban que sería un problema en 500 años y no se sabía que la capa de ozono estaba desapareciendo.

En la única cosa en que se cumple aquello de «todo tiempo pasado fue mejor» es en el sentido malthusiano. Hoy nos estamos condenando por la superpoblación… ¡Oh sí! Otra tara de las generaciones precedentes: Si no se tenía montones de hijos, no se formaba familia «en serio».

Y para colmo, reinaba la más supina hipocresía: Recuerdo que cuando tenía cerca de 20 años y mi madre se percató que estaba escuchando “heavy metal”, no ahorró adjetivos descalificativos sobre lo violenta y desviada que era mi generación, a lo que le respondí: “¿No fue que tú, cuando tenías mi edad, viviste durante el Holocausto del III Reich; las purgas de Stalin y los más de 50 millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial? ¿No es tu generación la que nos está haciendo vivir una dictadura militar que tortura y mata a miles con impunidad?” (Corrían los primeros años 80s en Argentina). Pasaron casi 40 años y pienso que quizás fui irrespetuoso con ella, pero ni por un segundo creo haber dicho algo que no fuera una absoluta verdad…

No sé si la industria moderna y el avance científico y tecnológico podrán ganarle a la superpoblación y al desastre ambiental, pero sí sé que hoy se hace mucho más que nunca antes, por solucionar todo lo citado, y que los que ahora tienen 75 años tienen mucha más culpa que yo e inmensamente más que la que tiene un joven de 20, que seguro posee mucha más consciencia planetaria que los vejetes anquilosados que hoy dominan el mundo, desde los gobiernos, las corporaciones y los cleros…

Tampoco las generaciones pretéritas respetan, o respetaban en sus buenos tiempos, a la vida planetaria como lo hacen los más jóvenes… Hoy ser cazador o torero, domador de fieras o regente de un circo es algo que, mayormente, recibe insultos y no loas… No se puede decir lo mismo de lo que pensaban nuestros padres y abuelos.

Tengo una moderada fe… Viví un par de décadas de mi vida con el temor a la guerra nuclear. ¡Pero se superó…! Felizmente, los jóvenes de hoy no saben lo que fue todo eso… Nunca lo creí posible, pero «algo» en el instinto colectivo de supervivencia humana despertó y lo logró… Ver caer el Muro de Berlin fue algo glorioso…

Ahora estamos frente a un desafío mayor, porque no es sólo culpa de los gobiernos ni de las corporaciones. El daño al planeta lo hacemos todos… Quizás se despierte de nuevo ese instinto de conservación y los valores ecológicos triunfen.

¡Pero ojo! No será como los populistas, falsos hippies y demás «folclóricos» quieren: No es cuestión de volver a vivir en chozas y sin tecnología; con economías autárquicas y guetos étnicos. Encontraremos fuentes de energía limpias y casi gratuitas… La fusión controlada no está lejos… Y cuando eso se logre, el mundo cambiará enormemente.

En fin… Yo, con mi acostumbrada carencia de prejuicios generacionales y mi total incorrección política, le diría a la mujer del carrito en el mercado: «Cállese señora, si hoy estamos como estamos, fue por los prejuicios y taras de las generaciones pasadas… Y si hallamos una solución, lo harán los más jóvenes y con tecnología, no con consejos o con su «sabiduría desde el geriátrico»».

Mi generación y las de mis ancestros, arruinaron a la Madre Tierra, la violaron y profanaron, aniquilaron sus especies y recursos… Siendo así, al menos tengamos el recato y la decencia de no querer “dar cátedra” a quienes, con menos culpas y más consciencia, parece que están haciendo las cosas bien…

Recordemos dos cosas importantes: La sabiduría no la otorga la edad, sino la ingente experiencia y el abundante estudio; lo único que los años garantizan son achaques; canas y arrugas… Y, más importante aun: A la excesiva madurez de un fruto, le sigue la inexorable putrefacción…