Queridos lectores, algo me surge como un angustioso interrogante: ¿Por qué existe un tan marcado sentido de auto-destrucción en nuestra cultura occidental?
Cada vez que se produce un atentado islamista, se levantan miríadas de voces occidentales que, apresuradamente, salen a relativizarlo, a dar explicaciones; a contrastar el caso con procesos inherentes a otros grupos étnicos, diferentes religiones o momentos de la Historia Humana… Incluso, en ocasiones, a afirmar que no fueron musulmanes radicales los que generaron el hecho, sino agencias de inteligencia o gobiernos de países occidentales, siempre por algún conspirativo u oscuro interés…
Comparativamente, estos clamores y opiniones son más numerosos, que las de los mismos musulmanes moderados, cuando se pronuncian al respecto…
Por lo general, no importa si un grupo terrorista reivindica y se asigna el hecho o si el perpetrador ya era conocido como un musulmán radical… Siempre se encuentran «excusas» o se trata de desviar la atención hacia otra parte, como si decir algo negativo sobre el Islam en sí, fuera la peor de las atrocidades factibles de cometer por una persona occidental y/o secular, respetuosa de los Derechos Humanos.
Tengamos presente, que con diatribas, retórica y dialéctica, alguien con cierta habilidad, podría llegarnos a «casi» convencer de que Hitler era bueno, de que la Inquisición fue necesaria, de que el Holocausto Nazi no existió o de que los alienígenas controlan la política mundial… Pero, sin embargo, quienes poseemos una mente lógica y medianamente ilustrada, ante tal situación, reaccionaríamos y entenderíamos rápidamente la mentira…
¿Qué nos pasa entonces, con el Islam y todo lo que tiene relación con ese sistema de creencias? ¿Qué nos produce la ceguera en que estamos inmersos?
Se puede poner un simple ejemplo del “prejuicio positivo” que Occidente le ofrece al Islam: En las redes sociales la mayoría se ríe y festeja las bromas «blasfemas» contra Jesús de Nazaret, las diversas iglesias cristianas, la Biblia o su dios, etc… (Aclaremos: Soy pagano y, como tal, reivindico el ejercicio de la blasfemia como un derecho de todo librepensador, por lo cual no me quejo de ello)… Sin embargo, si alguien llega a publicar el mismo tipo de cosas contra Muhammad, el Corán o Alláh, incluso si sólo se trata de un “meme”, la inmensa mayoría lo tratará de «islamofóbico» y se sentirán ofendidos…
¿Es que hay un virus de lo «políticamente correcto» que ha alienado nuestros cerebros? ¿Es el efecto pendular de la brutalidad y el irrespeto que, durante siglos, el mundo cristiano tuvo por el musulmán y el deseo de querer “compensar” tales actos del pasado, a costa de los propios valores de Occidente? ¡En verdad no lo sé…! ¡No llego a entenderlo!
Cada vez que hay una atrocidad vinculada con el Islam radical, sea la destrucción del patrimonio cultural de la Humanidad (como ocurre desde hace un par de años con el accionar de DAESH en Irak y Siria), sea una masacre en el Medio Oriente o Asia; atentados organizados por grupos terroristas conocidos o actos «independientes» en los países de Occidente, surge el negacionismo. Se inventa o busca LO QUE SEA, para justificar cosas que, en otro contexto, nos harían proferir las más duras condenas.
Respecto de lo anterior, debe constar algo: Sé que muchos de los que así proceden, son personas de buena fe, cultas e instruidas, que toman esa postura de manera honesta… ¡Es por eso que el fenómeno me preocupa tanto!
Todo es cuestión de proporción, de patrones y de contexto… Si hubiese un atentado islamita por año, sería un prejuicio el ver a ese sistema de creencias como “peligroso”. Sin embargo, la realidad es que hay decenas de ellos, y los hay en todas partes del mundo.
Si un hecho violento, pudiera llegar a ser explicado por una lamentable tensión social; si otro se pusiera en duda en función de la poca claridad del accionar de los gobiernos o las agencias de inteligencia implicadas en las investigaciones, aún así, ¡nunca jamás se lograrían justificar o negar todos y cada uno de los que, cada año, acontecen!
La diversidad de métodos, la dispersión geográfica y la asiduidad de los mismos, no deja espacio para las dudas: ¡El fenómeno es endógeno al mundo islámico! Puede que existan factores que potencien el problema, quizás se den “falsos positivos” en muchas ocasiones… Pero lo que es seguro, es que ¡el Islam no es una religión de paz! Cada día, en este ancho mundo, eso queda demostrado con “una que otra” atrocidad…
Incluso para los más suspicaces y aficionados a las teorías conspirativas, es absolutamente imposible no ver la realidad, no darse cuenta que, si acaso fuera cierto que algunos de estos horribles y lamentables hechos, se originaran en las agencias de inteligencia de Occidente (lo cual no creo), nunca podría apelarse a esta explicación en todos los casos, ni siquiera en la mayoría de ellos. Los hechos son demasiado frecuentes, demasiado aleatorios y muy diferentes entre sí, como para asignarlos a algún plan «conspirativo». En todos ellos, hay un sólo factor en común: El fanatismo religioso…
Otro recurso de justificación, es afirmar que la comunidad islámica condena al terrorismo y a sus crímenes…
Ahora bien, ¿En verdad se cree que la misma los repudia? ¿Dónde? ¿Cuándo? Si los defensores (no musulmanes) de esta fe, lo único que nos pueden mostrar, en cada ocasión, son declaraciones muy tibias de rechazo… Escuetos comentarios, llevados a cabo sólo en la periferia (por supuestos «referentes» del Islam, que viven en Occidente) y que nunca llegan a ser tajantes y claras condenas, sino más bien excusas o «lavados de manos».
Lo he dicho muchas veces: El día (el cual presumo que nunca llegará) en que un ulema de los «Hermanos Musulmanes«, un ayatola iraní, un clérigo saudí de renombre o cualquier personaje equivalente, plantee que «el Islam no es odio, muerte y terrorismo, y que quienes matan en nombre de Alláh o de su profeta, son locos, criminales (o lo que fuere)», tomando distancia de los terroristas y asesinos, ese día, será en el que yo pida disculpas públicamente, y me acuse a mí mismo de haber mantenido prejuicios hacia dicha fe… ¡Pero hace décadas que espero y ese día no ha llegado…!
Parece no entenderse que el mismo Corán y los Hadices de Muḥammad ibn Abdulláh, avalan esto y, quien crea que no, lo invito a debatir con el mismo y con la Sunna en la mano, entonces veremos la realidad histórica y nos daremos cuenta que estos escritos son congruentes con este triste panorama y funcionales a los atentados modernos.
Dejo aquí un simple ejemplo de la ambigüedad moral coránica, para que no se diga, como es común, que se trata de “una religión de paz y amor”, y que todas las atrocidades cometidas en su nombre nacen de las malas o sesgadas interpretaciones de sus aleyas…
Con frecuencia, se leen en los medios y las redes sociales, carteles, artículos o notas en donde se incluye el siguiente pasaje:
“Por esta razón, prescribimos a los Hijos de Israel que quien matara a una persona que no hubiera matado a nadie ni corrompido en la tierra, fuera como si hubiera matado a toda la Humanidad. Y que quien salvara una vida, fuera como si hubiera salvado las vidas de toda la Humanidad. Nuestros enviados vinieron a ellos con las pruebas claras, pero, a pesar de ellas, muchos cometieron excesos en la tierra.” (Corán 5:32).
A primera vista, si se toma en cuenta que esto fue dicho en un ambiente beduino, semi-nómade, hace casi 1400 años, parece algo “sublime” (dicho sin ironía alguna).
Pero el problema surge al leer, no otra parte muy diferente del libro, sino la aleya (versículo) siguiente:
“Retribución de quienes hacen la guerra a Alláh y a Su Enviado y se dan a corromper en la tierra: serán muertos sin piedad, o crucificados, o amputados de manos y pies opuestos, o desterrados del país. Sufrirán ignominia en la vida de acá y terrible castigo en la otra.” (Corán 5:33).
(Cabe aclarar, que “quienes hacían la guerra a Alláh y su enviado”, no eran otros que los habitantes de La Meca, que habían vivido con sus costumbres y religión politeísta durante miles de años, las cuales este “profeta”, pretendía transformar radical y permanentemente).
Lo anterior no es un caso aislado… Puede decirse, que el Corán tiene aleyas para todos los gustos… El problema es que también existe la Sunna (tradición), que consiste en una media docena de libros con recopilaciones de dichos de Muhammad y anécdotas de su vida (los llamados “Hadices”). Allí se hace exégesis de estas cosas y, lejos de morigerarlas, se las enfatiza.
Otro ejemplo: “Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociadores* dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen la azalá y dan el azaque, entonces ¡dejadles en paz! Dios es indulgente, misericordioso”. (Corán 9:5).
Vale decir, “paz, amor y perdón” para aquellos que se someten, que se convierten al Islam y doblan la rodilla frente Alláh… Para los demás, sólo persecución, muerte y destrucción…
Por otro lado, como podrán notar, no hay posibilidad de falsas interpretaciones, ya que el texto es llano y muy claro. Tampoco se puede presumir adulteraciones, puesto que el Corán se compiló durante la vida de los discípulos directos de Muhammad y en base a textos apuntados en vivo y en directo, en ocasión de sus discursos y “revelaciones”, que se recogieron en hojas de palmeras, ostraca, pedazos de pergaminos y elementos similares (in situ).
El Corán no transcribe la voz de un profeta distante, de historicidad dudosa (como podría ser el caso de Moisés o incluso de Jesús de Nazaret). Aquí se trata de un personaje histórico, cuya tumba todavía existe, quien se aseguró que sus palabras pasaran intactas a la posteridad (declarando que las mismas no eran sino “revelaciones” directas de su dios –a través del Arcángel Gabriel, mismo que se nombra en la Biblia).
Tal vez sea perturbador para muchos, el darse cuenta que una religión mundial, la que más crece en la actualidad, con 1600 millones de miembros, tenga raíces intolerantes. Por lo que, entonces, se prefiera buscar «la quinta pata al gato» y culpar a USA, a Israel, a la Comunidad Europea; al antiguo Imperio Británico o al Francés; al capitalismo (linda muletilla), al «sionismo internacional» o a lo que les venga en ganas… Cada quien puede pensar como guste a este respecto, pero el negar la realidad de los hechos, no es otra cosa que la manifestación patente de una distorsión cognitiva.
No obstante, la realidad es muy diferente: Casi todos los días mueren personas, se pierde patrimonio cultural invaluable y se cometen todo tipo de desastres y de violaciones a los Derechos Humanos, a poco de que algún alienado por su odio y por su fe rabiosa, grita: «¡Allahu Akbar…!»
Si quien lea esto, encuentra similitudes entre lo descripto y otros procesos sociales, políticos y culturales del presente (el pasado es educativo y siempre interesante, pero no se lo sufre en el hoy), por favor, ¡que me lo haga saber! ¡Deseo estar equivocado! ¡Deseo pensar que en 50 años, nuestra civilización occidental, nuestro modo de vida secular, racional y libre, seguirá existiendo…!
(*) El Corán llama asociadores a los politeístas y a personas de otras religiones, que creían en otros dioses (además de Alláh) o, como en el caso de los cristianos, que pretendían que Jesús u otras personas o entidades similares, eran también divinos.
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Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 46 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (27 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»