Es triste comprobar, que para el «cibernauta» promedio, rige el paradigma: «Si lo dicen en Internet, debe ser verdad»…

Si alguien que esté leyendo esto, piensa de ese modo, lamento decepcionarlo, pero es una premisa falsa (por no decir estúpida).

Una muy fácil comprobación que se puede hacer a este respecto, para corroborar lo que digo, es echar una rauda ojeada a los posts sobre noticias (de toda índole) que se comparten en las redes sociales o con los cuales se construyen blogs enteros (sólo 1 de cada 1000 blogs están basados en contenidos originales, la mayoría son “rejuntes” de noticias raras que vuelan por el espacio cibernético).

Para la prueba en cuestión, no interesa el contenido de cada artículo, sólo su origen: Si lo verifican, se darán cuenta que el 95% procederán de agencias de noticias tendenciosas (ya sea por su ideologismo o su amarillismo), de blogs o portales desconocidos o afines…

¿Cuántas noticias han visto en sus muros provenientes de medios de comunicación e información de primera línea, durante el día de hoy? (Qué porcentaje será respecto de todas las que han leído u ojeado durante la última jornada…) ¡Los dejaré pensar en ello!

Si bien es lícito asumir, que la gran mayoría de la información ofrecida por los Estados y las corporaciones (muchas veces dueñas de los grandes medios) está manipulada; es sesgada y, a veces, totalmente falsa, eso no implica que lo que vaya a decir cualquier primate parlante, en cualquier página, blog, post, video online o red social, automáticamente, por el sólo hecho de ser «información independiente», se convierta en “la realidad”, en la «verdad que nos ocultan», que «pocos conocen» (generalmente, se pretende que sólo sus autores).

En ocasiones, es cierto que un pensador solitario puede permanecer en el anonimato, sin ser valorado o entendido, en virtud de su genialidad. Sin embargo, la más de las veces, lo que lo mantendrá en tal condición será su calidad de simple “chiflado”.

Cabe recordar que existen dos causas más o menos simétricas, pero opuestas, para que alguien sea «independiente»: La genialidad y la incapacidad…

No es ilógico ni está mal tener cierta repulsión hacia los grandes medios y desconfiar de ellos. Lo ridículo es hacer lo anterior y luego, sin solución de continuidad, confiar ciegamente en el primer trastornado que se dio a la tarea de postear basura o de lucubrar conspiraciones.

Casi siempre, los medios de comunicación e información, nos mienten (no negaré eso), pero al menos saben de qué están hablando. Los locos y «conspiranoicos» de la red, no lo hacen (porque el acto de mentir presupone conocer que no se está diciendo la verdad). Sólo creen sus propias fantasías… Pero he aquí la mala nueva: ¡De todos modos, si les prestamos oídos, contaminarán nuestras mentes, igual o peor de como lo hacen los “medios oficiales”! Si nos descuidamos, terminaremos cayendo en sus paranoicas redes (y usando boinas de papel aluminio para “frenar las ondas que interfieren nuestros cerebros”). Ténganlo siempre presente.

Recuerden: Esos tipos no nacieron así, no sufren de ninguna patología congénita… Hasta un punto determinado de sus vidas, eran personas razonables como Uds. y yo… Sólo ocurrió, que un día se dejaron llevar y comenzaron a transitar el sendero de las pseudociencias, las conspiraciones y las teorías sin sustento probatorio.

La Verdad no existe (o si existe, nadie la posee ni la poseyó jamás), lo que existe es la Realidad, y esta se puede descubrir (en parte) usando nuestras capacidades cognitivas; el razonamiento y todas las fuentes de información disponibles, para luego filtrar todo eso con la lógica y el método científico. No existe otra manera. Lo demás, nos lleva inexorablemente a la imaginación desbordada, el ideologismo y la catástrofe mental.

Lo complejo de todo esto, es que si bien la Realidad en sí misma, tiene una existencia ontológica independiente de nosotros o de cualquier ser o consciencia que la perciba, ocurre que es incognoscible y sólo podemos acercarnos a su comprensión en forma parcial.

Por eso es difícil y confuso, pero cuanto más parezca que alguien tiene un “método” o ha dado con las “claves” para conocerla, ¡más rápido huyan de él! Porque, con toda seguridad, ha de ser un “loco de atar”…

La gente suele querer que le «ofrezcan» esa comprensión y esa información del mundo y de las cosas que en éste ocurren, servida en bandeja, como si existiera alguna raza privilegiada de sabios o «doctos» y todos los demás fueran estúpidos, incapaces de acceder e investigar esa realidad por sí mismos.

Esto último es falso, es una excusa pusilánime de la sociedad moderna para vivir «evadidos» de la Realidad; para poder pasarse la vida protestando por las mentiras que los factores de poder nos cuentan sobre ella. No es más que el triste legado del posmodernismo y la New-Age.

Siglos atrás eran los santones, gurúes y profetas; hoy son los “investigadores alternativos”, los conspiranoicos y visionarios… Da igual, una u otra cosa… Ambas nos llevarán hacia el abismo de la más cruda irracionalidad, si no tenemos el mayor de los cuidados.

Las grandes culturas de todas las épocas, comenzaron a acceder a esa Realidad de la que hablaba, sin los medios de comunicación con que contamos hoy. Sin embargo, lo lograron en buena medida y por eso hoy existe la Ciencia y la Filosofía. ¡Cuánto más podemos hacer nosotros, con las herramientas informáticas que tenemos en nuestras manos!

Internet está plagado de mentiras e idioteces, pero no todo en ella es «desinformación». Para el que sabe buscar, es el instrumento más poderoso jamás ideado por nuestra especie para poder aprender y recopilar información.

Quienes escribimos, ahora podemos obtener datos en 10 minutos, cuando antes nos llevaban semanas o meses de recorrer bibliotecas, consultar a otros y leer libros enteros (tan sólo en búsqueda de un dato o referencia).

El poder de la red es enorme, en ambos sentidos (tanto para informar, como para desinformar). Está en manos de la gente «pensante», el que sea un instrumento de cultura y difusión de las ideas y no un inmenso cúmulo de basura.

Pero hay algo importante que debemos entender: Que no estamos «condenados» a nadar en el mar de las mentiras de los gobiernos, los medios o las corporaciones; ni tampoco en la ciénaga de las teorías conspirativas, los ideologismos y los posts paranoicos. Se puede investigar y descubrir una buena parte de esa Realidad, por nosotros mismos. El cuán grande sea esa parte, sólo depende del esfuerzo que pongamos en ello.

Si la gente se acostumbrara a utilizar el método científico para aprender e incorporar nueva información (muchas personas creen que ese método sólo es aplicable en un laboratorio, ¡qué equivocados están!) o incluso si tan sólo aprendieran a usar la lógica, a correlacionar datos y a aplicar el sentido común, la gran mayoría de los mentirosos y paranoicos deberían ocuparse en otra cosa, porque perderían a su «público». Sin creyentes, el gurú y el profeta quedan desempleados…

Por otra parte, hay que tener cuidado de no perderse en las diversas escuelas o posturas de corte filosófico, sobre: «¿qué es real y qué ilusorio?». La cuestión es simple: Que la percepción que tenemos de la realidad (a través de nuestro conocimiento empírico o del conocimiento acumulado -y verificado, aclaremos), sea una mera ilusión de la consciencia, sea una respuesta directa de nuestra injerencia en la trama de la misma (la física cuántica parece afirmar que modificamos la realidad con el simple acto de observarla), o lo que fuere… El caso es que somos dueños de percibirla por nosotros mismos, si nos esforzamos en ello.

Esa “percepción”, es lo que tenemos para vivir y es la «realidad» en la cual nos movemos. Si existen otros niveles o planos de la misma que no podemos alcanzar, no nos competen (salvo quizás que queramos filosofar sobre ellos).

Nos movemos en esto que llamamos “Realidad”, (“es lo que hay”, como dicen en mi país, la Argentina) y hay que abocarse a conocerla y entender cómo funciona.

Si la misma es pura ilusión o tiene una calidad ontológica absoluta, ¿qué nos importa? La cuestión es que aquí vivimos y aquí estamos… Sólo la muerte nos sacará de ella y, seguramente, casi ninguno de nosotros la querrá apresurar más de lo necesario. ¿Verdad?

No nos dejemos manipular por los grandes medios, las corporaciones o los Estados; pero mucho menos caigamos en las redes de los alucinados, conspiranoicos y profetas de la irracionalidad… Porque, mientras el sentido crítico falte al nivel que se suele ver a diario por ahí, no debemos culpar a los que nos mienten, por ser engañados o por vivir en la ignorancia, sino (únicamente) a nuestra propia idiotez.-