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| Reflexiones Paganas es un proyecto concebido para desarrollar ideas de todas las tradiciones paganas ancestrales; volver a descubrir el modo de vida, la ética, estética y la filosofía que profesaban las personas de la Antigüedad, para luego adaptarlas a la modernidad. Sin embargo, este blog no se limitará a desarrollar únicamente temáticas religiosas, sino a todo lo que directa o indirectamente, sea susceptible de verse con ojos paganos . La idea, es de crear un ámbito donde se pueda exponer el pensamiento ancestral, pre-cristiano, verdaderamente pagano; sus bases y fundamentos, sin mixturas o sincretismos (generalmente desafortunados). Se buscará, por un lado, orientar a quienes comienzan a transitar el sendero; pero también, informar y hacer reflexionar a aquellos que profesan otras creencias, ya que existe una gran desinformación y muchos malos entendidos al respecto de lo que, genéricamente, se suele englobar bajo el término de Paganismo .  Por Oscar Carlos Cortelezzi, en 24/10/2015 (10:17) Tiempo de lectura: ~6 minutos. 1731 palabra(s). Lo primero que la mayoría responderá a la pregunta que titula este artículo, es: “Obviamente porque existen las conspiraciones”… Y eso, hasta cierto punto, es verdad. En el mundo siempre las ha habido, pero la mayoría se sorprendería de lo poco que una gran mentira, puede permanecer oculta ante los ojos de la opinión pública, de los académicos y científicos y de los gobiernos (opositores o enemigos de quienes generaron a la misma).
Un caso clásico es el de: “Nunca fuimos a la Luna”… Mito urbano que comenzó en 1974, con el libro homónimo, escrito por dos personajes llamados Bill Kaysing y Randy Reid y que continuó por décadas, haciendo ricos a muchos autores y a teóricos de las conspiraciones. Podríamos dar millones de evidencias, grandes y pequeñas, sobre que, tal cosa no tiene sentido, que sí fuimos, sí se trajeron varios cientos de kilogramos de rocas, desde allá, y que todavía quedan vestigios de las misiones Apollo y algunos espejos que se instalaron y, aún hoy, siguen reflejando la luz láser que se emite desde la Tierra y sirven para medir la distancia entre nosotros y nuestro satélite natural. Pero lo anterior no es el punto que me interesa perfilar… Sólo hace falta decir, que cualquier ser sensato (aunque no conozca nada de Ciencia o de Tecnología y aunque no haya vivido por aquellos tiempos –yo era niño pero llegué a ver todos los alunizajes), pensará lo siguiente: ¿Sería posible que el gobierno de USA le ocultara a la KGB (la temible agencia de inteligencia soviética) la verdad? ¿Cuántos, ya no digamos días o años, sino “minutos”, habría tardado el Kremlin en descubrir el entuerto y reírse de la NASA mediante sus propios medios propagandísticos primero y, a la larga, a través de toda la prensa mundial? Así de simple: Sin saber nada de ciencias, puede concluirse que tal afirmación no se sostiene… No hay posibilidades de engañar a tantos, durante tanto tiempo (ya van casi 50 años). Este sólo es un ejemplo, de entre miles de divagues “virales”, que contaminan las mentes de millones de personas, haciéndoles creer que el mundo es diferente de lo que en realidad es… Hay otros parecidos: Terraplanistas que, a pesar de 500 años de ciencia astronómica y de observaciones y experimentos, de todos los tipos imaginables, niegan que exista el espacio exterior, que el Sol sea una estrella de entre miles de millones y que nuestro planeta sea esferoidal; partidarios de la «Tierra Hueca», que creen que en los polos hay entradas a su interior y que allí vive una civilización más avanzada que la nuestra, etc… etc… Pero, entonces… ¿Por qué existen los conspiranoicos? Para entender esto, hay que discernir primero la naturaleza de las creencias humanas en general (no toda creencia es negativa, estrafalaria o perjudicial, como sí lo son las del tipo que estamos tratando aquí). La mayoría de las religiones, escuelas filosóficas, puntos de vista y hasta las ideologías políticas, no son invasivas del individuo al grado de neutralizarlo, de cooptar por completo su vida (al menos no en la realidad de los hechos, aunque tiendan a tratar de hacerlo). Incluso las doctrinas totalitarias, rara vez llegan a tanto… Uno puede creer en un dios o en dioses, no creer en ninguno, pensar que no se sabe si existen o bien ni siquiera preguntarse nada al respecto, y no por ello tener una vida diferente de los que creen otras de estas variantes. Las creencias, por sí mismas, no cambian en gran cosa a las personas o a sus vidas. Lo que si modifica nuestra existencia, nuestro destino y perspectivas, son las creencias aplicadas, las que de un modo u otro nos obligan o impulsan a hacer algo específico (diferente de lo que haríamos si no las tuviéramos). Es así, que un musulmán reza cinco veces al día orientado a La Meca y un cristiano o un ateo, no lo hacen. Es así que un comunista se pasa el día odiando al sistema capitalista, mientras que un capitalista transcurre su jornada intentando ganar más dinero. Los ejemplos son infinitos… Algunos, marcan el devenir de culturas enteras por miles de años: La creencia buddhista e hindú en la reencarnación, sin duda desaceleró el desarrollo económico y social de la región donde estas religiones predominan. El hecho de creer que existen posibilidades futuras (post mortem), hace que el sujeto se preocupe menos por disfrutar de esta vida y obtener de ella lo más posible. Ahora bien, si las creencias “aplicadas” a la Vida, la modifican, es lógico inferir que también se da el fenómeno opuesto: Que las experiencias de vida modifican nuestras creencias. Eso es algo cierto y, en general, es para bien… La mayoría, conforme va adquiriendo nuevos conocimientos y experiencia, “modera” sus convicciones y creencias y va ciñéndolas cada vez más a la Realidad (aunque nunca nadie logre hacer esto por completo, ya que escapa a la capacidad de cognición humana). Pero en otras ocasiones, las experiencias son demasiado difíciles de asimilar, son traumáticas y desestructuran todo el “andamiaje” de nuestra identidad. Cuando esto ocurre, la forma en que el individuo piensa se radicaliza. La más de las veces, volcándose a ideologismos insensatos, fanáticos o producto de una visión miope de la Realidad; otras veces, convirtiéndose a formas religiosas fundamentalistas e integristas. Pero esos fenómenos no son los que interesan para la temática de este artículo. Existe una tercer opción: Buscar culpables fuera de uno mismo… Tratando de determinar, “¿Quién fue que nos produjo el daño sufrido?”. Esto también vale para los que se convierten a ideologías o religiones alienantes, cabe aclarar, pero es muy típico, que los casos más extremos, caigan en la distorsión cognitiva de la “teoría conspirativa”. Esto ocurre, porque para que exista una religión o ideología que formule una “solución” al problema y encuentre a un “culpable” de la miseria de muchos, esos muchos deben agruparse y los más “intrépidos” de entre ellos, deben formular algunas consignas e ideologismos o bien dogmas y doctrinas, para poder estar todos de acuerdo en las causales de tal tribulación. Pero, esto no siempre ocurre… Algunos individuos sencillamente creen que otros tienen la culpa de sus penalidades, pero no encuentran eco en algún colectivo que los vincule con sus “pares”, con los que viven su misma suerte… Mucha gente, cuando sufren una gran pérdida personal, están enfermas y desahuciadas por los médicos, o cuestiones parecidas, se vuelven miembros fanáticos de iglesias evangélicas o de sectas que les prometen “curaciones milagrosas”, “reinos celestiales” o algún otro ilusorio consuelo o solución para sus problemas. Otros, viéndose marginados socialmente, creen ver en las ideologías extremistas la solución. Puede que se vuelquen a la extrema izquierda y quieran destruir todo el sistema porque les es “opresivo” o a la extrema derecha, porque creen que ellos sí saben cómo debería funcionar todo y quieren obligar a los demás a seguir sus lineamientos. Pero quien no tiene un colectivo que seguir o en donde ampararse, se sienta solo, en algún rincón oscuro y comienza a rumiar… Allí es donde en el crisol de su desesperación y su frustración, unen a sus odios, prejuicios, miedos y falta de información sobre la realidad y, casi aleatoriamente, toman una idea (cuanto más loca mejor, ya que a sus mentes enfermas se les presenta como más “reveladora” y original) y creen en ella, como si fuera una verdad absoluta. A partir de que un individuo cae en este estado, rara vez puede salir del mismo. Todo lo que se le explique en contrario de sus creencias, será parte de la “conspiración” (así como el religioso suele creer que, toda refutación científica y absolutamente evidente de sus dogmas, es “obra del Demonio”). Al enfrascarse en un continuo ejercicio del sesgo de confirmación y hundirse más y más en la disonancia cognitiva, no tiene oportunidad de salir de su alienación. La patología, lejos de ceder con el paso del tiempo o de ser permeable a la razón y la reflexión, crece y se retroalimenta con cualquier nueva información “útil para la causa”, cualquier estupidez que permita hacer crecer el “pseudo-mito”, la quimera personal. Los medios modernos de información han contribuido a que este tipo de fenómeno crezca de manera exponencial. Ya no es necesario buscar ese colectivo religioso o político en donde ahogar las propias penas, frustraciones o temores. Ahora se puede encontrar cualquier teoría desquiciada, que justifique lo que sea, en segundos, sólo con abrir un computador o dispositivo móvil y conectarse a la red. Se coloca una palabra clave en un motor de búsqueda, por ejemplo: “Aliens”, “demonios”, “ángeles”, “OVNIs”, “illuminatis”, “reptiloides” o bien términos del tipo “nuevo orden mundial” , «sionismo internacional», «lobby LGBT», etc… y ¡oh maravilla! … Resulta que se descubre que muchos otros pensaron lo mismo antes… No importa lo estúpida, trasnochada o absurda que sea una idea, siempre existirá un video, un artículo o algunas fotos, que “confirmen” que “se estaba en lo cierto” (o más bien, que otros locos pensaron lo mismo que él, con anterioridad). Es así como los conspiranoicos surgen, como se agrupan y multiplican… Pero falta todavía un ingrediente en todo esto: Los gurúes, los que suelen inventar gran parte de todas las ideas chifladas, pero que a la vez ni las creen ni tienen vocación alguna de divulgar ninguna “verdad”. Sencillamente, se dan cuenta del potencial de una fantasía y la usan para sus propios y lucrativos fines. Los estafadores, mentirosos de profesión y aquellos que tienen vocación “mesiánica”, jamás se han sentido tan cómodos a lo largo de la Historia. Hoy en día, si se es lo suficientemente descarado, si se carece por completo de ética y de escrúpulos, es muy fácil hacerse rico (e incluso de manera legal), publicando libros, videos, películas o dando “cursos” y «conferencias» sobre estas cuestiones. Lo único que hace falta, es que no tengan el menor sentido, porque “sentido” implica tener que usar la lógica y encadenar razonamientos, evidencias o conceptos, implica estudiar, investigar y capacitarse, y eso ya les queda grande a sus intelectos. Hay una pléyade de energúmenos que se han hecho ricos y famosos con este método. Todos lo ven, todos lo entienden, menos sus seguidores, los verdaderos adeptos a las teorías de conspiración, que cuan adictos a la peor de las drogas duras, sólo piden y piden, todo el tiempo: “¡Por favor, denme más!”.  Por Oscar Carlos Cortelezzi, en 09/10/2015 (08:55) Tiempo de lectura: ~7 minutos. 1836 palabra(s). Todos sabemos que los prejuicios forman parte de la naturaleza humana, por lo cual, no es de esperar que exista algún colectivo o sector de nuestra especie que, en forma general y unánime, carezca de ellos.
Pese a lo anterior, se supone que algunas creencias, filosofías de vida y puntos de vista éticos, mantienen una razonable apertura mental. Que los mismos, gozan de un conjunto de principios y valores más acordes con el Humanismo, la vida secular; la Libertad, los Derechos Humanos y la convicción de que cada quien debe vivir su vida como mejor le parezca, con la única limitación de no dañar o perjudicar a la de los demás. Esto último, debería cumplirse todavía con más énfasis, dentro de lo que el Paganismo tiene como reglas de vida; como normativas éticas y formas de encarar la relación con los demás miembros de la sociedad. Sin embargo, en los últimos tiempos y conforme han ido avanzando, en buena parte del planeta, la noción de la igualdad de géneros; la idea de que el género de una persona no está signado únicamente por la biología sino por múltiples factores; la premisa de que cada quien tiene derecho a encontrar la mejor manera de sobrellevar su vida y su identidad y, muy especialmente, que la homosexualidad no es ni más ni menos natural que cualquier otra inclinación sexual, se he venido dando algo desagradable… Han aparecido grupúsculos bizarros en nuestra comunidad. Sus integrantes, parecen olvidar qué es el Paganismo, cuáles fueron sus orígenes y cómo se entendían estas cuestiones en el pasado remoto. Concretamente, en las últimas semanas, he recibido un par de críticas por mi apoyo irrestricto a la libertad sexual, a la igualdad de derechos para todas las variantes de pareja y familia y por mi antagonismo hacia la ICAR y su lucha en contra de los avances éticos y sociales antes citados. El problema es, que tales críticas, no provinieron de católicos recalcitrantes o evangélicos desaforados, lo cual estaría muy lejos de ser una novedad, sino que llegaron de auto-proclamados «paganos». Personajes que aducen pertenecer al conjunto de tradiciones y religiones en donde se venera a la Madre Tierra, a lo ancestral y a las glorias del pasado. A partir de esto, me he puesto a investigar, y he encontrado a muchos homofóbicos, misóginos y cuasi-fascistas, hablando de cosas como “el lobby LGBT”, «las mafias hembristas», “el ataque permanente a la familia tradicional” (o “al matrimonio”) y expresiones similares. Incluso llegué a encontrar a un débil mental, que afirmaba que «la homosexualidad es un invento de USA («de los gringos», decía el iletrado), que tenia por objeto ser otra herramienta de dominación y control por parte del Imperio». Esta persona, parecía ignorar, que la homosexualidad existe desde la prehistoria (y más allá, ya que se han encontrado miles de especies animales no-humanas, que la practican)… Pero, como de costumbre culpaba al país del Norte. Me pregunto, ¿De dónde han salido estos entes? ¿Qué clase de «paganismo» practicamos todos quienes contemplamos esto, que no los mantenemos lejos de nuestras instituciones, grupos, colectivos o ámbitos de intercambio? En mi mente y mi corazón, a un pagano, le puedo perdonar muchas cosas… A veces, el arrastre de prejuicios a partir del Cristianismo y de la cultura natal (máxime si es conservadora) es un lastre muy duro de soltar, eso lo comprendo… En otras ocasiones, la poca educación o la corta edad, inhiben a la persona de pensar con sentido común, lógica y racionalidad; lo cual también es entendible. Pero lo que considero imperdonable, es que alguien ENSUCIE la denominación genérica de nuestras religiones y filosofías de vida (la palabra “Paganismo”), para proferir ideas históricamente ajenas al mismo o vomitar odios contenidos a partir de sus propios traumas e ignorancia. Existen dos poderosas razones por las cuales todo pagano debe pensar que la heterosexualidad y la homosexualidad (entre otras variantes), son igualmente naturales y “normales” (las comillas son porque el concepto de “normalidad” es siempre subjetivo). La primera de ellas, es que el Paganismo es un tipo de religión que adhiere por completo, profundamente y sin reservas, a una ética que es a la vez naturalista y humanista. Una forma de ver el mundo, en donde nada está mal, nada es erróneo, salvo lo que dañe a la Naturaleza o a nuestros semejantes. Todo lo demás, en cuanto a «moral» o «buenas costumbres» es, o debería ser, considerado “basura ideológica”; el lastre y la superstición de tiempos oscuros o bien dogmas y prejuicios, nacidos de creencias que nos son ajenas. Con esto solo, ya bastaría para repudiar cualquier prejuicio sexual, de género u otros tipos de discriminación entre las personas, por parte de quienes se definen como paganos. Pero hay una segunda razón: La del peso de la Historia… La que nos imprime nuestro legado ancestral, lo que se supone, defendemos incondicionalmente. ¿Qué ocurre con estos impresentables, con estos ejemplos de supina ignorancia? ¿Acaso no conocen de dónde proviene nuestra civilización occidental? ¿Acaso no conocen que en Babilonia y Egipto; en la Hélade (Grecia) y en Roma, la homosexualidad era algo absolutamente normal? ¿Qué clase de “paganismo de raíces mediterráneas (o europeas)» profesan estos personajes, si desconocen que varios de los más grandes protagonistas de la historia antigua eran homosexuales o bisexuales? ¿Será que no tienen idea de quienes eran Sócrates o Alejandro Magno; Aquiles o Leónidas I de Esparta; Julio César o Safo (la más grande de las poetizas griegas), entre muchos otros…? ¿Creerán que una u otra inclinación sexual está reñida con la “masculinidad”? ¿Se animarían a plantearle eso en la cara a Alejandro Magno, porque el amor de su vida fue Hefestión; o tal vez al temible Aquiles, porque lo fue Patroclo? Otros, creyendo que tales (supuestas) «perversiones” eran sólo parte de la cultura mediterránea, pregonan que los celtas y nórdicos no conocían de tales cosas. Hablan del “camino del guerrero” sin saber ni siquiera que significan esas palabras… En virtualmente todos los ejércitos de la Antigüedad, los guerreros pasaban años alejados de sus hogares y su única compañía eran sus camaradas de armas. La más de las veces, se debían la vida los unos a los otros (por haberse salvado y cuidado sus espaldas en muchas ocasiones). Esos vínculos, eran tanto o más fuertes que los que se establecían en los “matrimonios formales” y las lealtades y sentimientos, más perdurables. Pero lo anterior, no sólo era una cuestión de necesidad sexual, sino de verdadero amor y empatía, dado que el camarada era la persona más cercana en la vida, mientras se estaba en campaña con las falanges macedonias, las legiones romanas, muy lejos del hogar; o en los drakkars vikingos, en viajes marítimos a través del mundo. Tampoco el concepto de «familia» que poseen es procedente, ni tiene raíces antiguas mediante las cuales justificarse. En la República Romana y el posterior Imperio, las familias eran algo muy heterogéneo. Sólo en los casos de las personas humildes, la configuración era similar a lo que algunos retrógrados de hoy, consideran como «tradicional». Pero esto era el producto de la carencia, no de una normativa ética. Por otro lado, en las clases más acomodadas, la «familia» estaba integrada por un cúmulo de personas, liderado por el pater, pero conformadas por diversos tipos de miembros, desde la esposa oficial a las concubinas; desde esclavos amantes, hasta el médico encargado de cuidar la salud de todos en la casa; desde los hijos del amo hasta los de los esclavos. La familia es y ha sido siempre, una institución dinámica. No la define el género de quienes la conforman, sino los intereses en común, los lazos de fidelidad y empatía y los sentimientos y el apego que todos sus miembros comparten entre si. Ser «recostruccionista» es casi lo opuesto a ser «conservador». Porque el conservador pretende mantener el status quo de «ayer», no remontarse al lejano pasado y verificar que esas costumbres y formas sean legítimas o bien meras imposturas, producto de la decadencia o la intolerancia; de la superstición o la mediocridad. El reconstruccionismo, es revisionista y crítico; el conservadurismo, es ciego y se conforma con lo que «se dice» que eran las cosas, sin verificar su realidad… Es probable, que pretender que personas criadas con prejuicios católicos o cristianos fundamentalistas en general, por más que se pongan el “rótulo” de paganos, puedan entender estas cosas, sería esperar demasiado de la Humanidad… Pero se supone, que los paganos somos mejores que esos fundamentalistas irracionales y que esos “haters” profesionales, que pululan entre las filas de algunas religiones hegemónicas. ¿A qué le tienen miedo? ¿Creen que sus matrimonios fracasarán porque otras personas (del mismo sexo) puedan casarse? ¿Creen que no conseguirán pareja por esa circunstancia? Pues, a ver si nos entendemos… El fracaso o éxito en la vida personal o familiar, no está signado por terceros, sino por el accionar de sus protagonistas… ¡Vayan a vomitar sus prejuicios y rencores a otra parte! ¡No pretendan desparramar sus miedos y venenos ideológicos entre la comunidad pagana! Históricamente, el Paganismo ha sido totalmente abierto a la libertad de las personas para llevar adelante sus vidas como mejor les pareciera. Pero sobre todo y más que nada, a tomar a toda forma de sexualidad (excepto la que dañe o fuerce a otros a algo), como lo más natural del mundo, dado que el sexo es para nosotros la forma más elevada y sagrada de celebrar la Vida… Homofóbicos, ¡apréndanlo de una vez! Háganlo y si no quieren cambiar de mentalidad, entonces nosotros, los verdaderos paganos; los que realmente conocemos sobre el legado ancestral, los que pretendemos serle fiel y tratamos de mostrar al mundo que éste ha renacido y que es una alternativa de vida válida para la época en que vivimos, les pediremos algo: ¡No ensucien a nuestras sagradas tradiciones, no profanen a los nombres de nuestros dioses o de nuestros héroes, haciéndole creer al mundo que la basura en que Uds. creen es lo mismo que nuestra religión! Porque tal cosa no sólo es mentira, ¡es una vil infamia…! En el Paganismo, el único momento en que una persona debería estar interesada por las costumbres sexuales de otra, es cuando pretende irse a la cama con ella… En todo el resto del tiempo, la inclinación sexual de alguien ni siquiera debería ser un tema de conversación. Ya que preferir esto o aquello en ese sentido, no es para un verdadero pagano, algo diferente al sabor de crema helada que nos guste más o al fondo de pantalla que, según nuestros parámetros estéticos, usemos en nuestro computador. Quien no comprende esto, no es un pagano, es un hipócrita, envenenado de prejuicios y un gran favor nos haría, si se mantuviera lejos de lo que con orgullo y honor, nosotros llamamos PAGANISMO… Conviene recordar que la homosexualidad no es una enfermedad ni física ni mental, pero la homofobia es una patología psíquica y, en el caso de los que pretenden seguir el sendero del Paganismo, es (muy probablemente) muestra de un severo cuadro de esquizofrenia.-  Por Oscar Carlos Cortelezzi, en 07/10/2015 (15:39) Tiempo de lectura: ~2 minutos. 381 palabra(s). Cerraron sus ojos que aún tenía abiertos, taparon su cara con un blanco lienzo, y unos sollozando, otros en silencio, de la triste alcoba todos se salieron.
La luz que en un vaso ardía en el suelo, al muro arrojaba la sombra del lecho; y entre aquella sombra veíase a intervalos dibujarse rígida la forma del cuerpo. Despertaba el día, y, a su albor primero, con sus mil rüidos despertaba el pueblo. Ante aquel contraste de vida y misterio, de luz y tinieblas, yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! De la casa, en hombros, lleváronla al templo y en una capilla dejaron el féretro. Allí rodearon sus pálidos restos de amarillas velas y de paños negros. Al dar de las Ánimas el toque postrero, acabó una vieja sus últimos rezos, cruzó la ancha nave, las puertas gimieron, y el santo recinto quedóse desierto. De un reloj se oía compasado el péndulo, y de algunos cirios el chisporroteo. Tan medroso y triste, tan oscuro y yerto todo se encontraba que pensé un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! De la alta campana la lengua de hierro le dio volteando su adiós lastimero. El luto en las ropas, amigos y deudos cruzaron en fila formando el cortejo. Del último asilo, oscuro y estrecho, abrió la piqueta el nicho a un extremo. Allí la acostaron, tapiáronle luego, y con un saludo despidióse el duelo. La piqueta al hombro el sepulturero, cantando entre dientes, se perdió a lo lejos. La noche se entraba, el sol se había puesto: perdido en las sombras yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! En las largas noches del helado invierno, cuando las maderas crujir hace el viento y azota los vidrios el fuerte aguacero, de la pobre niña a veces me acuerdo. Allí cae la lluvia con un son eterno; allí la combate el soplo del cierzo. Del húmedo muro tendida en el hueco, ¡acaso de frío se hielan sus huesos…! ¿Vuelve el polvo al polvo? ¿Vuela el alma al cielo? ¿Todo es sin espíritu, podredumbre y cieno? No sé; pero hay algo que explicar no puedo, algo que repugna aunque es fuerza hacerlo, el dejar tan tristes, tan solos los muertos. Gustavo Adolfo Bécquer | Universo Pagano webmaster@universo-pagano.com http://www.universo-pagano.com/ Oscar Carlos Cortelezzi Universo Pagano Proyecto de reconstru-cción, divulgación y redes-cubrimiento de todas las tradiciones paganas ances-trales y del legado que ofrecen a la Humanidad. Esta página, tiene por objeto la difusión y redescubrimiento del Paganismo. Además, el promover, difundir y defender el Paganismo, como religión, forma de vida, filosofía, sistema ético y modo de ver la Vida. Divulgar su naturaleza y contenido, redescubrir sus antiguos valores, historia, mitología y conceptos éticos. Crear un ámbito de debate abierto, donde todo esto pueda generarse con libertad y seriedad.
Universo Pagano es un proyecto nacido en 2001 que tiene por finalidad el encontrar puntos en común entre todas las tradiciones del Paganismo; difundir toda la información posible sobre éste; esclarecer sus puntos controversiales y dar soporte a todos aquellos paganos que quieran publicar sus ideas y creencias en la red. Únete a la Página »» Únete al Grupo de Facebook »» Síguenos en Twitter »» Reflexiones Paganas en Facebook:Otros canales de podcasts:Oscar Carlos Cortelezzi (En Facebook): Oscar Carlos Cortelezzi (OscarCo)
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