Tiempo de lectura: ~4 minutos. 961 palabra(s). Los seres humanos, tenemos una concepción muy limitada de lo que es la Luz… Cuando hablamos de ella, nos referimos a la que pueden ver nuestros ojos. Pero lo que llamamos «luz» es sólo una muy pequeña parte del espectro electromagnético (400 a 800 Terahertz) o, lo que es lo mismo, una insignificante porción de la casi infinita variedad de energías que componen o que emite el Universo.
Los seres humanos, tenemos una concepción muy limitada de lo que es la Luz… Cuando hablamos de ella, nos referimos a la que pueden ver nuestros ojos. Pero lo que llamamos «luz» es sólo una muy pequeña parte del espectro electromagnético (400 a 800 Terahertz) o, lo que es lo mismo, una insignificante porción de la casi infinita variedad de energías que componen o que emite el Universo.
Incluso existen colores que no podemos ver: El espectro ultravioleta y el infrarrojo, que es perceptible para muchos animales, es para nosotros «oscuridad». Si estuviéramos en un ambiente lleno de esa luz, pero carente de la «visible», para nosotros sería un sitio en tinieblas.
Por otra parte, lo que llamamos «luz» es una excepción en el Cosmos. El 99.999…% del mismo está compuesto por oscuridad. Esto no sólo en lo que respecta al espacio, también existe lo que los astrofísicos llaman «materia oscura» y «energía oscura» (porque no emite ningún tipo de radiación medible).
Por otro lado, concebimos la «luz» y la «oscuridad» respecto de nuestra capacidad de captación de la luz. De nuevo, otras especies necesitan mucha menos luz para poder ver (ahora hablando dentro de lo que llamamos «espectro visible»). Para ellos una vela encendida en una habitación (en el caso de los gatos o búhos por ejemplo), es suficiente para ver cada rincón de la misma con perfecta claridad, pero a nosotros, en el mismo caso, se nos mostraría como un lugar sombrío y lleno de rincones invisibles.
Cuando alguien alude a aspectos trascendentes de la vida, imagina «luz», porque fue lo primero que vimos al nacer (mientras pasábamos por el canal uterino), ese resplandor natal, es lo que confundimos con la «luz espiritual» a que aluden muchas religiones y grupos new-age (se rememora esta «luz» en los sueños profundos, los estados alterados de consciencia y los episodios cercanos a la muerte). Por razones «jungianas», mantenemos la noción de que los planos superiores de la existencia (si es que tienen verdadera entidad), están compuestos de esa misma clase de «luz».
Pocos saben que, si nuestros ojos pudieran «ver» ondas de radio (que están por debajo de las frecuencias del espectro electromagnético de lo que llamamos «luz visible», entre 3 Kilohertz y 300 Gigahertz) e ignorar la luz, nuestra percepción del Universo sería completamente diferente. Igual sería si pudiéramos ver frecuencias más altas como los rayos X, los gama o los producidos por las partículas que viajan a través del universo a alta velocidad (llamados por los científicos: «rayos cósmicos»).
Algunos animales captan una porción diferente de la “luz” que nos rodea. Las víboras ven en infrarrojo, las abejas ultravioleta, los perros solo ven los contrastes (no los colores); los gatos ven el mundo en una especie de tonalidad verde y los tiburones «ven» la electricidad de las células en los seres acuáticos… Algunos animales de los arrecifes coralinos tienen un ancho de banda mucho mayor que el nuestro en su vista y captan desde lo infrarrojo a lo ultravioleta… Así se podrían dar muchos otros ejemplos.
Aún existen animales que no necesitan de la luz e ignoran que esta existe… ¿Qué hubiera pasado si nuestra evolución hubiera sido a partir de la fauna abisal, de las profundidades del Océano? (Aquí no importa si tal cosa es imposible, por variables de tipo ambiental o por la incapacidad que esos seres siempre tendrán para manejar objetos o herramientas a causa de la baja densidad de sus tejidos y de otros problemas biológicos o físicos, como el no poder hacer uso del fuego). A lo que me refiero, es el hecho de que nuestra condición de homínidos diurnos nos hace amar a la «luz», principalmente la del Sol y desde tiempo atrás la artificial, que creamos (primero con el fuego y luego con la luz eléctrica) para mejorar nuestra existencia.
¿Qué es la Luz y la Oscuridad, entonces? ¿Cabe acaso la simplista noción de que la ausencia de los colores primarios y la predominancia del negro, es equivalente a la muerte, las tinieblas, el mal o lo innominado, como tantas supersticiones y sistemas de creencia plantean?
La oscuridad nos inspira terror, sólo porque por millones de años vivimos escapando de nuestros depredadores y sólo lográbamos protegernos bien durante el día, ya que nuestros sentidos estaban adaptados a ello. El único refugio para las tinieblas nocturnas de aquellos tiempos, verdaderamente pobladas de horrores, era el dormir en un lugar protegido (copas de los árboles, cuevas, etc.).
Trasladamos todo eso a nuestras fantasías modernas y se nos pone la piel de gallina en los cementerios, cuando vemos a ciertos animales a los que tememos o simplemente en una calle o rincón donde no hay luz…
La Oscuridad es una parte importante de la existencia y de nuestras propias vidas, si no aceptamos eso, no sólo nos perdemos de una maravillosa gama de aspectos, la mayoría poseedores de su particular belleza, sino que aceptamos una cierta pobreza espiritual, ya que solo nos enfocamos en «ese pequeño» tramo del espectro de energías que compone nuestro Universo… El «visible».
El exceso de luz ciega, la falta de contrastes elimina o dificulta la posibilidad de percepción y, por tanto, de conocimiento. La oscuridad, es tan necesaria para la vida como la luz y así también para el crecimiento espiritual. El balance entre ambas cosas es el sendero que nos conducirá a una vida en mayor armonía con la Naturaleza y el Cosmos y nos acercará al conocimiento de los secretos del Universo.
Sin un balance entre la Luz y las Tinieblas, no podríamos percibir la realidad física ni ninguna otra… La Oscuridad es tan importante como la Luz y quien no lo entienda así, tiene mucho por recorrer en el camino de la compresión del Universo y del crecimiento espiritual.-