Esta es una corta reflexión sobre la posibilidad de convivencia entre las diversas religiones del mundo, en base a un par de comentarios efectuados en Facebook por mí, a partir del post de un amigo que es sacerdote cristiano.
La fraternidad no es una cualidad relativa a las cosas, sean estas materiales o conceptuales. Dicha virtud o característica es relativa a los seres conscientes y con posibilidad de interactuar entre sí. Por tal razón, las cosas no «coexisten», solo «está ahí», mezcladas o separadas, alejadas o juntas. Los que pueden o no coexistir, los que pueden o no consumar una relación fraternal o antagónica, son los seres humanos.
En mi caso personal, tengo amigos de religiones radicalmente diferentes a la propia, por la sencilla razón de que ellos y yo, no ponemos por delante a la «religión» (o a nuestros respectivos dioses) sino a la «persona» (a nosotros mismos como miembros de la misma especie).
Por desgracia, la mayoría de las personas «religiosas» no hacen lo anterior, y uno de los primeros parámetros que utilizan al tratar de mensurar a otro, de valorarlo, es considerar a que religión pertenece, si a la misma o a la de «los otros».
Esto no sólo ocurre por la natural tendencia tribal de nuestra especie (igual = amigo, diferente = enemigo), sino porque los dogmas de las respectivas religiones plantean que el «infiel» (al dios particular de cada quien) no es fiable, no es digno de nuestra amistad o no vale la pena como individuo.
Esa discriminación apriorística, no relativa a las cualidades reales en sí, que la persona posee, sino a los rótulos o estereotipos basados en las características de su sistema de creencias, es lo que ha hecho que durante incontables siglos, los humanos nos matáramos los unos a los otros por «razones de fe».
Si bien es cierto que «lo divino» (en cualquier concepción posible) es el centro de cualquier religión, tenemos que entender que en el mundo material estamos nosotros y nuestras vidas. Quien pone primero a su dios, o a sus dioses, antes que a sus semejantes, a los seres humanos que lo rodean, no es una persona de fe, es un fanático; quien ignora las palabras de sus semejantes para tratar de escuchar «la voz» de algún «ser supremo», no es un santo, es un demente. Por eso, es tan difícil convivir entre personas de diferentes credos o filosofías de vida, porque la mayoría pondera a lo divino por sobre lo humano.
La receta para cambiar esto, no es ningún misterio, pero es muy difícil de lograr: Simplemente sería enfocarse en el punto en que todos tenemos en común… No, tal cosa no es la creencia en algo trascendente… Muchos creen que «todas las religiones son lo mismo, en el fondo» (sea que esto se diga para aludir a un trasfondo común respecto del sentido de la trascendencia -new age- o por pretender que ninguna sirve para nada -en el caso de los ateos). ¡Pero esto es erróneo! Porque las hay tan variadas y diversas que no creo que jamás podrán reconciliarse.
Hay religiones que creen en un dios único, otras que lo hacen en muchos y otras que no creen en ninguno; hay credos que vislumbran la trascendencia del ser luego de la muerte y otras que piensan que nada hay luego de ello… Incluso entre las religiones monoteístas hay grandes abismos teológicos y éticos, y hasta dentro de las diversas variantes del Cristianismo (por poner un ejemplo muy conocido).
¿Qué es lo que, entonces, todos los miembros de cualquier religión tenemos en común? Es tan obvio que se nos escapa: No es la creencia en lo metafísico o divino, sino nuestra condición de seres humanos. Todos somos iguales en eso, somos de la misma especie y, por tanto, todas las demás diferencias son menores.
Las religiones tienen posibilidad de coexistir, si ponen al Hombre (a la Humanidad), primero y en el centro de su dinámica (al menos de la dinámica respecto de la relación con otras creencias). Porque en realidad, no son las religiones las que pueden coexistir «fraternalmente» ya que, como dije al principio, la «fraternidad» es una virtud de los seres conscientes, de los seres humanos. y no de las «cosas» o las «ideas».
Somos las personas las que podemos coexistir con otros (los que piensan o creen diferente), no porque todos los dioses sean lo mismo, sino porque todos los humanos somos de la misma especie.
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Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»
Así es, en efecto, son las personas las que no pueden convivir fraternalmente y utilizan no sólo el pretexto de la religión, sino también diferencias sociales para cercar su integridad como individuos -que creo que es lo que se pretenden preservar mediante la exlcusión… los siguientes, son ejemplos actuales en cuanto a este tema ;)
SEMPER.LVCEAT.LVX.VESTRA
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=24533
http://www.fides.org/aree/news/newsdet.php?idnews=33995&lan=spa
Yo no estoy del todo de acuerdo con el planteamiento que haces. Si bien es cierto que detrás de toda religión hay seres humanos, y que éstos son iguales en cualquier parte del planeta, no todas las religiones tienen el mismo grado de fanatismo…
El Shintoísmo o el budismo, y por ende sus practicantes, son profundamente tolerantes con el «diferente», mientras que los monoteísmos y sus practicantes, no.
Por hacer un poco de prospección histórica, Roma y su imperio lo formaron infinidad de civilizaciones con religiones bien distintas, y no había problemas de cohabitación, ni siquiera con los cristianos, por mucho que nos hayan querido vender la falacia de que se los comían los leones en los circos… Probablemente si los romanos hubieran descubierto América, habría un templo en Roma dedicado a Quetzalcoátl, como lo había de Isis o de Tutatis. No se puede decir lo mismo de los católicos, que por donde han pasado han pisoteado culturas sin ningún miramiento. No debemos olvidar que el cristianismo se lo inventa un fanático misógino y homófobo llamado Pablo de Tarso, y que sus seguidores siguen su doctrina a pies juntillas…
Siempre he pensado que sin el yugo del monoteísmo la cultura europea occidental, y por consiguiente la cultura occidental en general, estaría entre 500 y 1000 años por delante de lo que está ahora. Basta con ver la progresión de la ciencia y la cultura hasta la proclamación del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano bajo el abyecto Constantino que, por cierto, era tan fanático o más que Pablo… A partir de ahí, el declive es manifiesto, porque a partir de ahí los cristianos tuvieron poderes plenipotenciarios para destruir cualquier centro cultural dentro del imperio. Y así nos fue. La llegada del Islam, si bien es cierto que al principio fue un revulsivo cultural, tarda todavía menos en degenerar y convertirse en lo que hoy conocemos…
Yo creo que el monoteísmo es perjudicial para la salud, porque centra toda la atención en una sola figura, y agrupa a todo el mundo fanático bajo el manto de la misma figura, lo que los hace infinitamente más peligrosos.
Bendiciones.
Hola Rhaydieon,
Te doy la razón en todo lo que dices, pero debes entender que no estamos hablando del mismo tema. Lo que propone el artículo es una regla general para la convivencia humana «a pesar» de cual sea la religión de cada quien, no trata de ocultar o minimizar las lacras de algunas de ellas.
Sin duda alguna, así como Roma fue tiránica en lo político, también fue una de las civilizaciones más tolerantes en el mundo de las ideas religiosas, espirituales y filosóficas… Coincido con el hecho de que si la Roma pagana no hubiera caído, habría muchas culturas (no sólo religiones) que no se habrían perdido. Roma no aniquilaba ideas o culturas, sino a reyes y gobiernos.
Pero dejando de lado todo eso, aquí se trata de buscar factores que nos hagan trascender las mezquindades propias y ajenas. No de analizar la historia de las religiones (cosa que se hace en más de uno de los artículos que he publicado en este blog).
Capítulo aparte es lo que dices del monoteísmo y con lo cual coincido ampliamente. La creencia en un dios único hace intolerante y cerradas a las personas, les hace pensar que son dueñas de la Verdad y que sólo existe una forma de vivir y de ver las cosas. Debido a ello, creen que su moral y sus costumbres deben ser impuestas a sangre y fuego, y bueno… Así les fue históricamente a los cristianos y musulmanes. Los judíos al menos nunca tuvieron (salvo en los tiempos alejandrinos) el deseo expansivo y proselitista de las otras dos religiones monoteístas. Pero en esencia es lo mismo: Monoteísmo = Intolerancia.
Si embargo, aún los cristianos podrían aprender a convivir con los demás, si aprenden primero a valorar al ser humano por encima de su dios, su Cristo y su Biblia. Yo sé que esto es posible, porque conozco algunos que lo hacen. Lo que sí ocurre, es que es inmensamente más difícil para ellos que para nosotros, porque aceptar a los dioses del «otro» es algo normal y un deber ético para todo pagano. En el código moral de ellos los parámetros son diametralmente opuestos. Sin embargo, la noción que planteo vale de todos modos, porque todos somos humanos antes que cualquier otra cosa y todos podemos valorar a los demás por encima de sus (y de nuestros) mitos y estupideces.
Saludos y bendiciones,
Oscar