Evil brings men together.
La maldad une a los hombre.(Aristotle, 384 – 322 b.C.)
(Aristóteles, 384 – 322 a.C.)
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Reflexiones Paganas es un proyecto concebido para desarrollar ideas de todas las tradiciones paganas ancestrales; volver a descubrir el modo de vida, la ética, estética y la filosofía que profesaban las personas de la Antigüedad, para luego adaptarlas a la modernidad. Sin embargo, este blog no se limitará a desarrollar únicamente temáticas religiosas, sino a todo lo que directa o indirectamente, sea susceptible de verse con La idea, es de crear un ámbito donde se pueda exponer el pensamiento ancestral, pre-cristiano, verdaderamente pagano; sus bases y fundamentos, sin mixturas o sincretismos (generalmente desafortunados). Se buscará, por un lado, orientar a quienes comienzan a transitar el sendero; pero también, informar y hacer reflexionar a aquellos que profesan otras creencias, ya que existe una gran desinformación y muchos malos entendidos al respecto de lo que, genéricamente, se suele englobar bajo el término de Tiempo de lectura: ~1 min. 20 palabra(s).
Tiempo de lectura: ~3 minutos. 743 palabra(s). Esta es una corta reflexión sobre la posibilidad de convivencia entre las diversas religiones del mundo, en base a un par de comentarios efectuados en Facebook por mí, a partir del post de un amigo que es sacerdote cristiano. La fraternidad no es una cualidad relativa a las cosas, sean estas materiales o conceptuales. Dicha virtud o característica es relativa a los seres conscientes y con posibilidad de interactuar entre sí. Por tal razón, las cosas no «coexisten», solo «está ahí», mezcladas o separadas, alejadas o juntas. Los que pueden o no coexistir, los que pueden o no consumar una relación fraternal o antagónica, son los seres humanos. En mi caso personal, tengo amigos de religiones radicalmente diferentes a la propia, por la sencilla razón de que ellos y yo, no ponemos por delante a la «religión» (o a nuestros respectivos dioses) sino a la «persona» (a nosotros mismos como miembros de la misma especie). Por desgracia, la mayoría de las personas «religiosas» no hacen lo anterior, y uno de los primeros parámetros que utilizan al tratar de mensurar a otro, de valorarlo, es considerar a que religión pertenece, si a la misma o a la de «los otros». Esto no sólo ocurre por la natural tendencia tribal de nuestra especie (igual = amigo, diferente = enemigo), sino porque los dogmas de las respectivas religiones plantean que el «infiel» (al dios particular de cada quien) no es fiable, no es digno de nuestra amistad o no vale la pena como individuo. Esa discriminación apriorística, no relativa a las cualidades reales en sí, que la persona posee, sino a los rótulos o estereotipos basados en las características de su sistema de creencias, es lo que ha hecho que durante incontables siglos, los humanos nos matáramos los unos a los otros por «razones de fe». Si bien es cierto que «lo divino» (en cualquier concepción posible) es el centro de cualquier religión, tenemos que entender que en el mundo material estamos nosotros y nuestras vidas. Quien pone primero a su dios, o a sus dioses, antes que a sus semejantes, a los seres humanos que lo rodean, no es una persona de fe, es un fanático; quien ignora las palabras de sus semejantes para tratar de escuchar «la voz» de algún «ser supremo», no es un santo, es un demente. Por eso, es tan difícil convivir entre personas de diferentes credos o filosofías de vida, porque la mayoría pondera a lo divino por sobre lo humano. La receta para cambiar esto, no es ningún misterio, pero es muy difícil de lograr: Simplemente sería enfocarse en el punto en que todos tenemos en común… No, tal cosa no es la creencia en algo trascendente… Muchos creen que «todas las religiones son lo mismo, en el fondo» (sea que esto se diga para aludir a un trasfondo común respecto del sentido de la trascendencia -new age- o por pretender que ninguna sirve para nada -en el caso de los ateos). ¡Pero esto es erróneo! Porque las hay tan variadas y diversas que no creo que jamás podrán reconciliarse. Hay religiones que creen en un dios único, otras que lo hacen en muchos y otras que no creen en ninguno; hay credos que vislumbran la trascendencia del ser luego de la muerte y otras que piensan que nada hay luego de ello… Incluso entre las religiones monoteístas hay grandes abismos teológicos y éticos, y hasta dentro de las diversas variantes del Cristianismo (por poner un ejemplo muy conocido). ¿Qué es lo que, entonces, todos los miembros de cualquier religión tenemos en común? Es tan obvio que se nos escapa: No es la creencia en lo metafísico o divino, sino nuestra condición de seres humanos. Todos somos iguales en eso, somos de la misma especie y, por tanto, todas las demás diferencias son menores. Las religiones tienen posibilidad de coexistir, si ponen al Hombre (a la Humanidad), primero y en el centro de su dinámica (al menos de la dinámica respecto de la relación con otras creencias). Porque en realidad, no son las religiones las que pueden coexistir «fraternalmente» ya que, como dije al principio, la «fraternidad» es una virtud de los seres conscientes, de los seres humanos. y no de las «cosas» o las «ideas». Somos las personas las que podemos coexistir con otros (los que piensan o creen diferente), no porque todos los dioses sean lo mismo, sino porque todos los humanos somos de la misma especie. Tiempo de lectura: ~1 min. 8 palabra(s). Ragnarok – The Final Battle (Johannes Gehrts, 1900) | ||||||
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