Los conceptos e ideas vertidos aquí, no obedecen ni reflejan las creencias de su autor, ni tratan de plantear ninguna postura filosófica frente al misterio de la Muerte. Se trata sólo de un relato de ficción, que tiene por finalidad hacerlos dormir menos tranquilos durante las noches…
Pese a ello, existe una solapada e inherente intención, más profunda, en los relatos. Es la de tratar de usar el pensamiento lúdico y el terror, para mostrar lo absurdas y limitadas que son las ideas humanas más comunes, sobre lo que puede venir después de esta vida. Así que si bien la trama es pura ficción, quizás logre hacerles meditar un poco sobre tales trascendentales asuntos…
I.- La Nada
Ingenua certidumbre la del ateo, de pensar que tras la muerte nos espera la «paz» del no ser, del no sentir, del no anhelar. Estúpida fe la del creyente, cegado por demenciales delirios, propios o atávicos, sobre cielos, infiernos, purgatorios, limbos y tártaros.
Viven con miedo a no ser, pero más que nada, viven con miedo a ser condenados o con las vanas esperanzas de eternas bienaventuranzas. Lo único que ellos no hacen, lo único que no saben hacer, es vivir con plenitud… Vivir mientras pueden hacerlo.
No seré yo quien los disuada, de tan peregrinas creencias. No lo seré, porque no es mi deseo, pero porque además, me sería imposible. Pues poseo el conocimiento de lo que realmente es el final y lo que viene después, pero me está vedado, por las ciegas fuerzas de la Vida y de la Muerte, el revelarlo. Ya he cruzado el umbral, la filosofía ya no es mi negocio. Ahora sólo medito sobre la tierra, los huesos, el mármol y los gusanos. Mi trabajo es ser fertilizante, no volver fértiles las vidas de los otros…
Es extraño, no soy ni dejo de ser. Ya no pienso, como en mis tiempos mortales. Mis conceptos son ecos difusos que reverberan en los rincones de los sitios olvidados, de las tumbas sin nombre, de las sombras difusas… Mi imaginación se dibuja en la niebla de las necrópolis y en las manchas salobres de limo y musgos, en las paredes de los mausoleos. ¿Algo hay más triste que eso? Vivir un instante, para no ser ya nada, por la eternidad…
Pero no guarden esperanzas, míseros mortales que camináis en fila hacia el Erebus. La Oscuridad no está vacía, está plagada por los desesperados intentos de existir de quienes ya no son, de quienes ya no pueden. El silencio de la Muerte no es quietud, es la masa amorfa y sórdida, el conjunto indefinible y abominable de los alaridos de los que ya no tienen voz, de los que, desgarradoramente, claman sin ser oídos.
Mis deseos, son borrosas sombras, sin respuestas endócrinas o sensoriales; sin segregación de endorfinas u hormonas, porque ya no poseo glándulas, sentidos, piel, genitales o cerebro para generarlas. Mis deseos son fantasmas de objetos y placeres ya extinguidos, los unos, por las manos de los miserables que usurparon mis posesiones luego de que abandonara la vida; los otros, por su efímera existencia y posterior evanescencia. ¿Hay algo más patético que haber sido y ya no ser?
Vano consuelo es la ilusión de un legado, pues no perdurará más que un puñado de años. ¿Embarcarnos en el dilema de Aquiles? ¡Pero si él es cenizas y olvido y comparte este «no ser», esta infame «nada», con todos nosotros, e incluso con el menos recordado de los mortales!
Pero la Nada, esa que creía mi amiga, cuando mi último estertor di, no es una vacuidad ciega, un vacío sin entidad. La Nada es todo lo que «no es» en el mundo de los vivos, la Nada está llena de los horrores, de los anhelos, las penas y miserias jamás vividas por los mortales o de las cuales, habiéndolas vivido, las olvidaron y relegaron al «no ser». Aquí pululan las bestias y los monstruos, las aberraciones innominadas, que ni Dante ni Homero, ni Baudelaire ni Lovecraft, se animaron a vislumbrar en sus más oscuras pesadillas.
Comparten esta profana vacuidad, Jesucristo y Stalin, Buddha Gautama y Hitler; la más grande de las reinas y la más vulgar de las prostitutas. Aquí, al fin de cuentas, todos somos iguales, pero de verdad, sin necesitar de poses. Sin embargo, es una lástima… ¡Porque ni eso sabemos! Ya que por ello, no pensamos y debido a ello, jamás entenderemos…
Aquí no hay llamas, ni nubes, ni diablos, ni gentes tocando el arpa; aquí no hay ángeles o demonios, ni siquiera están Hades o Lucifer para darnos la bienvenida. De hecho, no hay nadie… Ni siquiera nosotros. Sólo nuestros mudos ecos, nuestros negros infinitos, fantasmas de los colores de lo que una vez fuimos. Aquí, laten sin sonido ni movimiento en el fluir eterno de la vacuidad.
¡Oh mísero mortal, que tan indolentemente la muerte esperas! ¿Preguntas si sufrimos? No… El sufrimiento es un fenómeno propio de los seres mortales y sus pueriles sistemas nerviosos (es curioso que todavía recuerde eso).
Aquí no hay sufrimiento, ni hay dolor; no hay ni pena ni gozo ni tampoco placer; no hay NADA, pero tampoco hay olvido, porque el olvido es «algo»…
Cambiaríamos… Lo digo en plural, pero jamás tuve chance de constatar la presencia de otros… Cambiaríamos digo, el dolor de ser quemados vivos, de la pasión del que algunos llaman Cristo, de los campos de exterminio nazi, por un solo minuto fuera de esta «paz», de este «no ser». Pero ni eso podemos soñar. Los sueños son prerrogativa de aquellos que aún están vivos…
No anhelen la muerte, hermanos mortales, no crean que será mejor que la vida. Sería mejor si fuera la «Nada», pero no lo es… El eco de lo que fuimos, es sempiterno; cual discordante tambor se repite en lo que otrora fueron nuestras mentes. No hay verdadero silencio, si bien jamás existe ningún sonido. No hay verdadera oscuridad, si bien jamás se vislumbra ningún atisbo de luz. Se trata de algo que se resiste a morir y sin las férreas ataduras de la carne, es libre para desatar la más demencial locura; el cúmulo horrendo de los traumas y blasfemias, la insanía sumada de toda una vida. De ello no hay escape, de ello no hay descanso.
La Vida es una cruel mentira, pero mucho más lo es la engañosa «Nada», la tramposa Muerte. ¡Tened cuidado oh mortales, no hay pecado, no hay culpas, pero hay ansias y deseos; anhelos y conflictos que perduran más allá de la fría tumba!
Sólo una cosa sé, un día tú estarás con nosotros… Sólo una cosa conozco: ¡Te estaremos esperando…!
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Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»
Quise enamorarme de uno de los párrafos y no pude elegir, todo el texto es exquisitez a los sentidos. Gracias por compartir.
Muchas gracias!! :)