Los sueños, su entendimiento e interpretación, han sido siempre un tema fascinante, donde soñamos para “despertar” en otro mundo y tratar de salir rejuvenecidos. Se han tratado sus posibles funciones religiosas, psicológicas y sociales durante el paso del tiempo. En la antigüedad, los sueños hablaban, no sólo para decir algo de la propia persona, sino también del “nosotros” y del cosmos. Hoy en día, los sueños pueden ayudarnos a saber quiénes somos de manera más profunda y a entendernos mejor, aunque a veces no es tan simple encontrar un sentido en espacios donde se permite la fantasía y el desorden. Lo importante es rescatar si la mitología y el modo de ver los sueños en la antigüedad nos puede ser de utilidad actualmente y de qué manera. Para ello, vale la pena revisar algunos ejemplos en diferentes culturas y contextos.
El mundo onírico en las culturas antiguas precristianas
En la cosmovisión mesopotámica se expresaban 3 tipos de sueño: los de mensaje (mensajes divinos revelados a reyes y figuras políticas); sueños sintomáticos (sobre salud física o espiritual del soñador), y sueños mánticos (proféticos). Los sueños constituían elementos que los dioses dejaban en manos de los hombres, para ser un medio de comunicación de su voluntad. El dios Ziqîqu (sueño en acadio), da entrada al pensamiento de un “doble” evanescente que habita un mundo en el que cualquier cosa puede pasar, separado de la persona que habita en la vigilia. Aquí interviene un bârû o intérprete de los signos presentes en el sueño (se sabe que el conocimiento de los sueños se daba frecuentemente ejercido por mujeres), que se puede traducir analizando las visiones oníricas, al igual que prestando atención al “espíritu que sale del soñador” y migra a otro contexto (como pasa en los sueños de Enkidu o el de Utnapishtim en el Poema o Epopeya de Gilgamesh).
Se trata de vivir un sueño/amâru, nathâlu con experiencias desconocidas, teniendo la posibilidad de captar mensajes divinos en momentos relevantes, con la ventaja de que el contenido se entiende claramente en este caso. Los rituales previos o situarse en lugares sagrados, favorecían la comunicación con los dioses. En cambio, estaban los sueños simbólicos de contenido complejo y alterado que no brindan un mensaje directo, por lo que se requería apoyo en su entendimiento. Entre los sueños de Gilgamesh están anuncios como la llegada de Enkidu, quien también sueña con la venida de su muerte, así como el aviso del diluvio a Utnapishtim. Si bien pueden tratarse de recursos literarios en el relato, no dejan de otorgar pistas respecto al modo en que se percibían los sueños.
En el caso de babilonios y asirios, los responsables de los sueños eran muchas veces los espíritus de los muertos, mismos que se podían conjurar con la ayuda de la diosa Mamu, a quien se le construían templos y se esperaba que velara por los buenos sueños. Por su parte, en el caso del Antiguo Egipto, los sueños se veían como un medio de acceso a diferentes áreas de la existencia que permanecen ocultas al estar despierto. Los sueños son también una forma de contacto con los dioses y la habilidad de descifrar su contenido estaba a cargo de los sacerdotes. Los dioses podían hacer solicitudes, responder interrogantes y advertir sobre peligros inminentes por medio de mensajes al soñar.
El Papiro Chester Beatty III, llamado también “el libro antiguo de los sueños” que data del reinado de Ramsés II, se encuentra actualmente en el Museo Británico. Escrito aproximadamente entre el 1330 al 1070 a. C., aunque se ha estudiado que retoma material que se remonta al año 2000 a.C., incluye una lista de sueños y su interpretación. En él se distinguen los sueños positivos y negativos, usando también la antítesis, donde algo que en apariencia es agradable, resulta con un significado nefasto y viceversa. Como ejemplo, el soñador de la muerte se interpreta como una señal de tener una vida prolongada.
El destino para los griegos o “fatum” de los romanos, lleva a pensar en cuán relacionada está la existencia material con la inmaterial, percibida en los sueños. En este contexto griego, Tánatos e Hipnos para la muerte y el sueño, respectivamente, abren la puerta a un viaje que nos traslada a un reino onírico no palpable, donde se hace un viaje de transformación de la psique y de lo que se considere como alma. Descendemos al umbral de “la muerte”, permitiendo que haya una renovación y una conexión con otros estados de la existencia y del conocimiento. Conforme a Homero, el sueño y su cualidad externa se representa por el que visita al que sueña con alguna imagen o figura del sueño; tal figura se entiende como el sueño mismo.
En los tiempos de la Grecia clásica, de acuerdo a Heráclito, el sueño se veía ligado al cierre de canales sensoriales y a la “extinción del fuego del alma”; para Aristóteles, el enfriamiento del corazón era su centro, por lo que también habría un acercamiento a la muerte de cierta forma. Una idea aristotélica cercana a ciertas teorías modernas es la que refiere a las alucinaciones, ilusiones del estado de vigilia y a fantasías de los sueños que son definidos como ”la acción de la imaginación durante el dormir». Sus teorías oníricas se pueden revisar en tres ensayos cortos: Del sueño y los sueños; Del sueño; y De la adivinación mediante el sueño.
Por su parte, destaca Artemidoro de Éfeso al escribir, quizá el más famoso libro del tema en la Antigüedad en el segundo siglo de nuestra era: “La interpretación de los sueños”. En éste, enunciaba a los “sueños de estado” (de ayuda para deducir las preocupaciones y el presente) y a los “ensueños de acontecimientos” (conectados al futuro, conforme a las características de la persona). Vale la pena decir, que las teorías psicodinámicas de mucho tiempo después (siglo XIX), tomaron como precedente a las ideas de Artemidoro y Heráclito, quien expresaba: “para los despiertos hay un mundo único y común, mientras que, cada uno de los que duermen, vuelve hacia el uno particular”.
Es significativo, igualmente, enunciar los mensajes o avisos que se obtienen en los sueños. En la antigüedad tardía se ve también un ejemplo en “Las Metamorfosis” de Ovidio, donde Alcione quema incienso para la diosa Juno en su altar, con el objetivo de que su esposo, el rey Ceix, regrese bien a ella. Sin embargo, ella no sabe que su marido ya ha muerto en una tormenta, por lo que Juno envía a Iris hacia el “palacio del dios Sueño” y así ella reciba un sueño de Ceix en el que le haga saber lo ocurrido en el naufragio. Sueño despierta a su hijo Morfeo, debido a que es el que se asemeja más a los humanos al imitarlos en palabras, vestiduras y movimientos, para que tome la forma de Ceix y le informe a Alcione “… Soy el fantasma de tu marido, que ya no está con vida. Estoy muerto Alcione”.
La narración anterior deja ver, una vez más, que la intervención divina también ha sido parte del mundo de los sueños, recibiendo señales, pero también respuestas a diversas dificultades. Es así que los mensajes interpretados en sueños llegaron incluso a influir para tomar decisiones en la política, aunque mucho del contenido se presentaba indescifrable, o por lo menos, ambiguo y oscuro.
¿Es entonces relevante actualmente el manejo de los sueños en la Antigüedad?
Es importante decir que no es posible pretender que los sueños no afectan de algún modo las decisiones que después tomamos al despertar; el sueño puede sustituir lo insatisfecho e inconcluso, conseguir llegar a espacios normalmente casi inalcanzables de la mente en este “descenso” al mundo onírico lleno de fantasías y miedos a enfrentar. El sueño ha sido mucho más que un fenómeno privado de la mente, ya que deja marcada su huella en la historia cultural humana. Al pensar que un tercio de nuestra vida está dedicado a dormir, y, por tanto, una parte a soñar, no extraña que se haya convertido en un tema significativo, sin olvidar que, actualmente se sabe que los sueños ocupan aproximadamente un 20% del tiempo mientras se duerme. Debe notarse que mucho del pensamiento de la antigüedad sobre el tema, sirvió también como un antecedente de varias teorías psicológicas que se continúan practicando en el presente.
A pesar de que se suele desestimar el modo en que los sueños fueron manejados o entendidos en la antigüedad, en un nivel mitológico se puede ver como no se ha perdido vigencia en esa búsqueda para tatar de “vencer” de cierta forma, esas leyes de espacio y tiempo, donde resulta valioso rescatar esas expresiones de la naturaleza y lo que para la persona simbolizan. Creamos monstruos, nos encontramos con personas lejanas, desconocidas o con cualquier tipo de seres inaccesibles por cualquier razón durante la vigilia.
Nos sumergimos en mundos utópicos que dejan abierta la puerta a la creatividad y a encontrar respuestas, ya que la emoción que se percibe, se puede vivir y sentir tan intensamente, que nos lleve a una transformación interna que tal vez no habría ocurrido de otra manera. La comunicación con divinidades durante el sueño o recibir mensajes de ancestros, puede ayudar a revisar un significado espiritual propio, el cual probablemente se verá potenciado si previamente, antes de dormir, tuvimos contacto directo con la naturaleza o algún ambiente significativo que se conecte con ese dios, antepasado o cualquier otra entidad o idea a explorar. Aún más, esta comunicación “divina” puede ser fuente para producir arte o de creación en una diversidad de contextos (literarios, científicos, etc.), lo que daría una aportación no sólo al propio soñador, sino a los que disfruten de su obra o descubrimiento.
Los sueños destacan su importancia cultural dentro de la vida y el pensamiento desde la antigüedad, empezando porque hacen tangibles conceptos muy complejos y difíciles de representar de otra manera (aunque eso de “tangible” en un mundo onírico que después se trata de recordar, ya resulta bastante extraño). Es decir, lo abstracto del “alma”, la identidad, entenderse a sí mismo, al tiempo cósmico, emociones, etc., traducido en un lenguaje distinto. La vida y la muerte se encuentran, ya sea por la visión de fallecidos, de algún símbolo de que le ocurre o viene a uno (la muerte), e incluso de la figura que la represente.
Ahora bien, no hay que perder de vista que los sueños pueden gobernar al ser humano para bien o para mal, donde, como se ha dicho, pensar o recordar algo que parecía perdido, pero manejado de manera distinta, puede conducirte a realizar una reflexión y cambiar algo al despertar. La posibilidad de experimentar escenas que parecieran estar “presentes” con imágenes, sonido y movimiento, hacen sentirlas tan vívidas como si se estuviese despierto, lo que lleva a organizar la información de otra manera. Los sueños pueden darnos avisos que hemos captado o percibido ya, pero no de forma consciente, así que llegarían a través de otros personajes que de algún modo nos revelarán lo que en el fondo conocíamos o intuíamos, para tener ese acercamiento a lo “profético”. Revelar lo que está oculto desde un estado mental diferente.
No obstante, no hay que caer en el abandono de lo racional o en tomarlos como una evasión que se traduzca en renunciar a vivir cuando estamos despiertos para perdernos en las ilusiones. Asimismo, no se trata de querer interpretar todo sueño como una señal relevante, ya que puede ser simplemente algo aleatorio influenciado por lo que sucede en el día o lo que se percibe del ambiente mientras se duerme, al igual que sueños provocados por miedos o preocupaciones de alguna situación que está ocurriendo o del pasado, que derivara en alguna huella traumática a resolver de manera psicológica.
Es decir, si la experiencia onírica impacta en el pensamiento, posiblemente cambiará el actuar, el modo de expresarse, y podrá llevar a emprender nuevos caminos. Depende de la persona que se aproveche de manera favorable esa nueva inspiración y enfoque onírico ligado a su significado conforme a la vida y experiencias de la psicología personal.
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Buscadora del conocimiento, comunicóloga, psicóloga y admiradora de la naturaleza. Soy apasionada de la lectura, redacción, investigación, medios de comunicación, música e historia. En cuanto al estudio del pasado, en especial me interesa el análisis de las culturas de la antigüedad precristiana, revisando su abordaje en la actualidad.
Viviendo en un camino de aprendizaje que nunca termina. En un viaje tras los motivos, anhelos y senderos de los contrastes en los que se sumerge la imaginación y el inconsciente.
Excelente artículo, Tere!! Felicitaciones!! :)