Llevo un tiempo publicando ocasionalmente en el blog Reflexiones Paganas y pienso que ya va siendo hora de presentarme un poco y aclarar un poco lo que soy y lo que no soy:
En cierta ocasión una camarera y dos clientes, buenos amigos los tres, acordaron crear un blog para relatar distintas cosas que entorno a la barra de distintos locales de hostelería habían sucedido, estaban sucediendo o sucederían. Dado que las historias eran verídicas y no se puede, o no se debe al menos, ir contando intimidades de la gente así como así, decidimos crear un avatar y que dicho avatar creara el blog, lo situábamos en una cafetería ficticia, en un pueblo aún por determinar… Aparte de eso, por supuesto, siempre que pudiéramos pediríamos permiso al interesado para publicar y mantendríamos nuestra actividad bloguera solo en conocimiento de un puñado, pequeño, de nuestros conocidos, es decir, en realidad, de nosotros tres y aquellos de los que acabáramos hablando en el blog y todas las historias, aun siendo verídicas, aparecerían “enmascaradas” si lo veíamos necesario.
En fin, que le pusimos nombre al blog y al avatar le llamamos Lilith, ese nombre no era mi favorito desde luego, pero ese mismo día les había hablado del mito de Lilith y les había encantado como símbolo de la lucha por la libertad y ejemplo de sano autorespecto personal y fue ese el nombre que le quedó al avatar. Pero de los tres solo yo continué con la idea y de ese modo un blog que era de los tres terminó siendo solo mio. Y, eso hizo que el blog fuera dejando su labor inicial de contar historias de bar y terminara buscando, más bien, presentar una perspectiva personal, la mía, sobre la vida.
En eso andaba yo cuando se hizo inminente la llegada de un nuevo 25 de Diciembre y me dio por publicar una entrada especial, esa es la fecha en la que nace el dios Mitra y no lo quería callar. Allí me declaro pagana y mitraista.
Hasta ese momento mi visión del paganismo era la del paganismo de antaño y aceptaba, sí, que en la actualidad puede que hubiera un par de docenas mal contadas de paganos vivos, que suponía en mi ignorancia y desconocimiento que habrían llegado al paganismo por la misma vía que yo. Fuera de eso sabía, cierto, que existían algunos cultos que decían ser paganos, pero lo que había visto en televisión sobre ellos o leído en algún articulo me había llevado a pensar que, dichos cultos, eran el de unos frikis disfrazados y no otra cosa. Pero el caso es que en ese momento sentí curiosidad y quise por primera vez usar Internet para ver cómo andaba la cosa en ellos. Fue eso lo que me quito de mi error.
De todos los blogs que consulte en un primer momento hay sobre todo cuatro que me marcaron un claro antes y después en mi forma de ver el paganismo hoy. Uno de ellos fue precisamente Reflexiones Paganas. Vi que en realidad, no se cuantos pero, los paganos hoy, y me refiero a paganos de verdad, hay por cientos de miles. Me pase una semana festejándolo, os lo aseguro.
Entonces me entraron unas ganas tremendas de hablar y dejar de callar. Pero me dio la sensación de que en realidad yo no “encajo” en el neopaganismo. Que mi forma de ver todo esto es demasiado “excentrica” con respecto a lo habitual. Aún hoy tengo esa sensación con frecuencia, pero Oscar dio con mi blog, hablamos y me supo a poco. Pasó un tiempo y ya no aguantaba las ganas de más y le envié un correo. Al poco me ofreció publicar en Reflexiones, cosa que yo estaba deseando hacer y tenía ya pensado pedir. Y, así fue como aparecí aquí.
Entonces decidí, quizá equivocadamente, mantener como autora de mis publicaciones aquí el mismo avatar que en mi blog, para mantener de esa forma un puente entre las distintas publicaciones que haga y no parezca diferente su autoría.
De esta forma publico como Lilith y me atengo a ese avatar, pero de la camarera y los dos amigos que se propusieron iniciar un blog yo no soy la camarera. Ni tengo los 32 años que dice tener el avatar. Soy uno de los dos clientes, el nombre que me pusieron mis padres es Manuel, tengo 54 años, y en su momento decidí licenciarme en filosofía para poder aprender a hablar de ciertas cosas por si un día venía a cuento hablar de ellas.
De todas formas mi intención es seguir usando el avatar de Lilith cada vez que publique algo relacionado con la religión. No lo sé explicar bien, ya que yo misma no lo acabo aun de entender, pero usar este avatar me ayuda a varias cosas, una de ellas es a encarar lo que voy publicar desde una perspectiva más amplia y por lo tanto menos limitada, pero sobre todo a ser consciente de lo que el nombre del avatar implica, el hecho de que alguien por el mero hecho de defender su propia libertad y pedir respecto se le termine tachando como “madre de demonios” y me agudiza una sensibilidad que no tenía suficientemente despierta. Cada vez que publico algo como Lilith, mientras lo escribo siento el peso de los siglos y del presente, que de algún modo todas las víctimas de la intolerancia y la opresión, en especial las mujeres pero no solo ellas, son objeto de merecida reverencia por mi parte, que es su derecho que yo escriba de ese modo.
Temo que quizá no nos demos de cuenta de hasta qué punto los seres humanos podemos ser enemigos de nosotros mismos, cualquier pagano que se precie de tal tiene que tener en la vida como meta ser cada día un poco menos tonto que el anterior y un poco más sabio también, eso incluye no solo tratar de ver cuales son nuestros fallos personales, todo el mundo los tiene, nadie ni nada es una excepción, pero hay que tratar de descubrir nuestros errores para no seguir cometiendo una y otra vez los mismos errores y solo el tonto quiere seguir con ellos, solo el tonto no cambia jamás. Eso incluye también descubrir cuales son como sociedad, de la que formamos parte, nuestros fallos. Cada uno de nosotros, en sociedad, es parte del problema, pues formamos parte de ella, pero también de la solución.
A mi escribir como Lilith me ayuda a no olvidar lo que nunca se debe olvidar. Haceros saber que tras ese avatar quien escribe es un tal Manuel, quizá no sirva de nada, pero espero que sí. Espero que sirva para recordar, por ejemplo, a Margarite Porete, juzgada por el cristianismo como hereje o Hipatia, asesinada por los mismos por ser mujer, filósofa y pagana, pero sobre todo recordar a las propias paganas que sufrieron a manos de paganos, sí, paganos que asesinaron paganas solo por ser mujeres y tener ideas propias, y os pongo un ejemplo que me duele en especial, las vestales romanas, tomadas de niñas, sin permiso de ellas, para cumplir esa función, condenadas a permanecer vírgenes, lo quisieran o no ellas, hasta que ya no sirvieran como tales, y, de entre estas vestales, en especial las que terminaron siendo “legalmente” asesinadas por descubrirse que no aceptaban que fueran otros (y, otras que aún fastidia más) los que decidieran de qué modo debían o no vivir ellas su propia sexualidad. Ellas que seguro tenían tantas ganas de vivir como el que más de entre nosotros y nuestros conocidos, pero eso no las salvo, como no salvó a Fátima hace ya de esto unos años cuando la encontraron “culpable” de ir al instituto, ni salvo a la muchacha yazidí, cuyo nombre nadie se ha molestado en que pase a la historia, asesinada, por su propia gente, por casarse con un hombre de otra religión, hoy todo el mundo parece haber olvidado su muerte, pero he buscado y encontrado un blog en el que aunque como de pasada y sin dar importancia al asunto hablan de aquello, os dejo el enlace aquí. Y, no son sólo mujeres, son también hombres y hasta niños los que hoy en día tienen que temer a sus vecinos.
Pues no lo olvidemos.
Por eso escribo como Lilith y al principio no lo entendía, me parecía un nombre, ese, demasiado grandilocuente para un mero avatar. Pero he cambiado, y hoy va por ellas y por todos los seres humanos, que en general, corren su misma suerte. Hoy sólo soy Lilith Sinmas. O, eso intento, y busco escribir desde su corazón, dejando que las palabras fluyan desde su mirada.
Lilith Sinmás
Marzo, 2018
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Mis palabras valen lo que sean capaces de valer por si mismas, mi identidad ningún valor les quita ni da, si soy o no una iniciada en tal o cual tradición nada significa eso para ellas, si soy o no una adepta en tal o cual tradición de nuevo nada dice sobre ellas. Por ello si en mis palabras encuentras algo que te sea de utilidad habrán valido la pena y si nada encuentras de valor en ellas entonces solo serán humo.