Sobre lo que ocurrió y ocurre con cierta carta…
Lo que os voy a contar hoy nace del miedo. Del miedo que me embargo primero y llevó a escribir una carta abierta, dirigida a una persona de la que nada sé. Y, del miedo, otro, que al terminar la carta me entro y venció al comprender que no podía estar segura de que esa carta fuera oportuna, que no resultara inconveniente que llegara a destino, lo que terminó haciendo que no la publicara en su momento. Pero hoy es un día distinto. Hoy sé que ese segundo miedo que me impidió enviar de forma pública la carta no era infundado ya que había, por mi ignorancia, motivos para él, pero también que no tendría ningún fundamento, ni el más mínimo, de conocer un poco a esa persona.
Sucedió que tras el desgraciado y reciente acontecimiento de Manchester, del que me enteré por los medios de comunicación, me quedó la impresión de que Arianna Grande, había quedado emocionalmente afectada seriamente por lo sucedido, lo cual es un mal. Un mal, primero para la propia Arianna, que lo sufre y luego para todos nosotros ya que ese tipo de efecto es precisamente el que buscan los que comenten tales actos, para eso lo hacen y por lo tanto cada vez que logran algo así eso les da ánimos para volver a cometer más actos de esa clase. Ese fue el miedo que me llevó, tras unos días, a escribir finalmente una carta abierta a Arianna, con la esperanza de que le llegara. Y, de esa forma proporcionarle herramientas, que no consuelo, para poder encarar de un modo constructivo lo sucedido y responder a ello de un modo activo que debilite el mal que ella pudiera estar soportando y dificulte a dicho mal lograr sus objetivos.
Pero entonces nació ese segundo miedo, el que me paralizó, aunque al principio no pudo. Yo escribí a Arianna, como explico en la propia carta, como le habría hablado a una hija mía, pero eso no es del todo cierto, igual imposible. A una hija mía le habría hablado de un modo mucho más bruto, visceral y directo, la habría criado yo, educado yo y por lo tanto podía estar segura de que ella daría digerido muy bien mis palabras, incluso esas, ya que a lo largo de su vida ya me habría ocupado, a poco que ella me dejara, de desarrollar en ella esa capacidad. Pero Arianna no es mi hija y no tenía forma de saber hasta qué punto es o no una persona madura o hasta donde fue o no herida durante esos sucesos. Decidí que tenía que pedir consejo, busque un par de padres amigos míos, les explique lo que sucedía y les pedí consejo, lo que pasaba por que ellos antes leyeran la carta, en caso de considerarla oportuna la publicaría y en caso contrario no. Cierto que tampoco ellos la conocen pero seis ojos ven más que dos. Pero uno no pudo comprometerse a ello por falta de tiempo y otro no se presentó a la cita. La carta no se publicó y el tiempo ha seguido corriendo.
Ahora y pese a ello, y que su tiempo en gran parte ya pasó de largo, va ser publicada.
Ayer, por los medios de comunicación me entero de que Arianna no es alguien sin madurez suficiente para una carta como esa, ni ha quedado tan herida que no la deba leer. Hoy, en televisión, la he visto estar de nuevo sobre un escenario, en pleno concierto a favor de las víctimas y eso prueba dos cosas: que la carta era oportuna, que Arianna tiene la madurez y entereza suficiente para ello pero era también innecesaria como lo prueba que sin la carta hizo ella lo que en ella yo venia a pedir.
El único motivo para no hacerla pública ahora, sería que se hace demasiado tarde para lo que la carta fue. Pero pienso que en ella puede haber alguna que otra cosilla que pese a todo valga la pena ser dicha y hasta repetida si hace falta una o mil veces. En la vida siempre y más en cosas como estas es necesario encontrar el guerrero, o guerrera que llevamos dentro, para que él a su vez nos pueda encontrar a nosotros. Para una mitraista como yo, esto es esencial. La vida no es un valle de lágrimas, la vida es lucha.
Así pues,y pese a que de nuevo han pasado semanas tras escribir los párrafos anteriores…
Adelante con la publicación de la carta…
26 de Mayo del 2017
Hola Arianna,
Esta es una carta que siento la necesidad de escribirte, de lograr que te llegue. Y, es así pese a que no tengo muy claro por dónde comenzar, ni sé muy bien cómo terminar. Solo sé que hay ciertas cosas que en días como estos se necesita que se digan.
Empezaré, pues, confesándote que, hasta hace unos días yo ni sabía que existías y que ha sido por el desgraciado suceso de Manchester que tengo ahora noticias de tu existencia, como una de las víctimas de dicho suceso, más afortunada que otras, cierto, pero víctima de todos modos. He oído y quizá de fuentes fiables que has cancelado otros conciertos que tenías previstos como parte de la gira. ¿Es correcta esa información? Ojala que no, pero si lo es ese es el motivo de esta carta.
¿Qué sucedió esa noche?
Ocurrió que una gente uso a un muchacho, que si lo que han dicho hoy es cierto, deduzco, tenía síntomas de padecer un serio trastorno mental y era tan ignorante que ni sabía leer el sagrado Corán del derecho, pues incluso confundía su comienzo con su final, llevó a cabo un acto, una atrocidad, una vileza, con la esperanza, esperemos que vana, de dañando a uno asustar a cien mil y que de esa forma, por miedo, los cien mil se sometan a la voluntad del asesino. Eso tiene un nombre que me da asco pronunciar y asco, incluso, escribir, pero todos sabemos cual es. A consecuencia de ello unas dos docenas de personas han muerto, muchos de ellos niños, y medio centenar largo resultado físicamente heridos, algunos de gravedad y miles lo habéis sido emocionalmente, una de ellas tú.
Esos son los hechos. Pero dicen que el agua parece ser del color del cristal de la botella que la contiene. Quieren que nuestra botella sea del color del miedo. Pero los ojos asustados son incapaces de ver la realidad. No hay peor mentira que una media verdad. Pienso ahora mismo en esa niña a la que apareces abrazada en una foto, a esa otra de tan solo ocho años, y pienso en todos los demás. Es mucho, inmensurable, lo que esa noche les quitaron y ya nadie les podrá devolver, son perdidas para toda la eternidad, pero eso, Arianna, es solo la mitad de la realidad y por ello media verdad, la mayor de las mentiras si solo vemos eso. Y, tú, Ariana eso lo deberías saber mejor que nadie ya que lo que tú les diste esa noche, eso, nadie, jamás, se lo podrá arrebatar. Por toda la eternidad será de ellas, ni los mismísimos dioses en los que creo podrían, no hay poder que pueda lo imposible.
Cancelar un concierto tuyo es cancelar un regalo que ansía la gente que ama la forma en que cantas.
Si esa gente existe, y existen, entonces cada concierto tuyo es un regalo a la vida. A la humanidad. La vida es muchas cosas, Arianna, es llanto, dolor e ira, eso forma parte de la vida, pero es también belleza, donación y entrega y muchas otras cosas. No se trata de negar lo que no nos gusta, se trata de que eso no nos ciegue. Un concierto si te fijas bien, correctamente realizado, es un acto sagrado, es un abrazo, algunos lo llamarían milagro. Si eres consciente de ello verás que cada concierto en el que participas, incluso si solo lo haces como espectadora, te ayuda a crecer, a florecer y ser simplemente mejor. Dicen que la música es alimento para el alma y seguramente saben bien lo que dicen.
Por ello siéntete orgullosa, eso lo primero y por encima de todo. Orgullosa, pero que muy orgullosa, de tener algo que dar, y darlo. Orgullosa de no estar entre los que quitan si no estar entre los que dan. De ser como eres y no ser como otros son.
Te voy confesar que tengo miedo, miedo porque cuentan que cuando alguien se cae del caballo lo primero que debe hacer tan pronto puede es volver a subir al caballo y cabalgar, el motivo es que en caso contrario el miedo de la caída podría echar raíces en su corazón y ya jamás se vería libre de él, jamás volvería a cabalgar. Tengo miedo Ariana de que no vuelvas cabalgar, eres muy joven y es muy alto ese caballo o lo puede parecer. Eso sería malo para ti, pero también para todos. Te necesitamos cabalgando. En un escenario, cantando.
Es posible que lo que te estoy diciendo no te parezca justo. Es fácil resultar herida aunque nuestro cuerpo no lo esté. Y, para un herido hay muchas cosas que le serían fáciles pero, por la herida, le pueden resultar imposibles. Lo comprendo y más dada tu edad. Pero piénsalo, ¿vale?, y por supuesto no te pido lo imposible, tan solo un tan pronto puedas.
Pero hay más que debo decir:
Cuanto más dentro y más hondo nos hieran más lo celebraran esos asesinos y cuanto más lo celebren más desearán repetir lo que hicieron. Si por ellos cambiamos nuestro comportamiento jamás nos libraremos de ellos. Son vampiros que viven no de nuestra sangre si no de la atención que les prestamos. Son criminales, pero para eso ya está la policía y los juzgados que estoy segura hacen todo lo que pueden, para la inmensa mayoría de nosotros nuestro papel no es ni el de policía ni el de juez, pero tampoco debe ser el de víctima o al menos no el de víctima complaciente cual oveja llevada al matadero. Y, la mejor forma que tenemos de luchar es no dejando que nos cambien la vida. Ellos no son nada y nosotros no somos sus marionetas, que deliren creyendo lo contrario es trágico pero eso no va cambiar la realidad, salvo si nosotros dejamos que cambie.
¿Es fácil lo que acabo de decir?
No, no lo es, es un trabajo y los trabajos no son fáciles o no los llamaríamos trabajo. Pero lo hacemos pese a todo por la sencilla razón de que lo hay que hacer. Dicen que lo que no mata engorda, te hace más fuerte, es un viejo refrán. No siempre es cierto, a veces lo que no te mata te deja parapléjica. Pero por regla general la herida que no te mata te permite salir de la experiencia más fuerte de como entraste, eso si es verdad, siempre y cuando, ya que no la puedes evitar, la quieras aprovechar. Todo trabajo no es el mismo trabajo si tienes sobrada fuerza y capacidad para ello que si no.
Hay una vieja cita pagana, bueno en realidad me parece que sacada de un viejo texto hindú, que dice:
«Busca al guerrero que hay en ti, porque si no lo encuentras él no podrá encontrarte a ti».
Busca a esa guerrera, escúchale y veras que entonces se te vuelve imposible rendirte ante lo que no tiene fuerza para rendirte. Te aseguro que ella existe y aunque no siempre es fácil dar con ella no te será difícil pues esa búsqueda es un arte y según dicen el arte no se te da nada mal, es como dejar que la voz encuentre eso que la voz quiere ser.
En fin, te he escrito para contarte lo mismo que le diría a mi hija de no haberse ella muerto, antes de nacer. Pero no sé como hacerte llegar mis palabras. Supongo que podría buscar una dirección de correo a la que te escriban tus fans, pero si son tantos millones como dicen seguro que se perderían mis palabras entre un mar de otras y no te llegarían. Voy hacer otra cosa, les voy dar forma de carta abierta, las publicare en un blog, la dejaré en manos del Viento y pediré a todos mis dioses que si hay en ella algo que merezca ser tenido en cuenta, algo que te pueda ayudar, entonces ellos te la hagan llegar.
Firmado: Lilith Sinmás
P.D.: Una vez escrita la carta la publicare y tras publicarla buscare uno de tus vídeos y te escucharé cantar, que yo también necesito alimentar mi alma. Me vendrá bien.
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