Al abrir los ojos, lo primero que pensé fue si había caído en alguna batalla, pero luego recordé que la paz con los hititas fue firmada hace ya décadas, y que mi reino goza de prosperidad y tranquilidad desde entonces. En mis tiempos, ninguna nación o tribu de la Tierra, osaría ir contra el Imperio Dorado de nuestra dinastía.
Entonces me di cuenta que estaba perdido, en algún ignoto lugar, tal vez en las zonas más oscuras del Duat, el Inframundo. Podía sentir las arenas bajo mis pies, pero nada era igual a mi amado Khem-et («La Tierra Negra», Egipto), al país de las Dos Tierras, que yo he gobernado por décadas y al cual, según creo, los dioses me dieron el don de llevarle la Ma’at (la Verdad-Justicia, el orden).
¡No hay cielos! O al menos, la divina Madre Nut se ha retirado de ellos. No puedo ver ninguna estrella… En vez de ello, una especie de tiniebla gris oscura, inunda la bóveda por donde Bat, la Vaca Celeste debería viajar… Los sagrados Cielos se ven sucios, sin su negro profundo que tanto hace pensar en los misterios de la Vida.
No alcanzo a ver a Wasir (Osiris, la constelación de Orión) o a Sothis (Sirio), la estrella de nuestra madre Aset (Isis). Ni siquiera las «Indestructibles» (estrellas del Norte) se pueden apreciar… Pero hay algo más extraño, siniestro: ¡Miles de luces en medio de las tierras, cerca de lo que, según pude adivinar, era la rivera de nuestro sagrado río…! ¡Pero no son de fuego! Son otra cosa, blanca y espectral, una luz sin vida… algo no natural y no creado por los netjeru (dioses).
Hay personas… Pero esas gentes que veo a lo lejos, no son mis amados súbditos, no puedo entender que ocurre… Los papiros de los sacerdotes no hablan de este lugar. No es ninguno de los catorce Ihats (mansiones del inframundo). Tampoco es el reino de Sokhar, en lo más profundo del Duat, en realidad, parece algo peor… Semeja a mi país, pero no lo es… ¡Ha de ser un rincón ignoto del Infierno, tan maligno, que ni los sacerdotes de Ammón o los de Wasir alguna vez vislumbraron!
Mientras pienso en ello, puedo ver los primeros rayos de Râ, disipando las tinieblas de la noche. Él otra vez ha renacido, en su forma de Kheprer («el que ha venido a la existencia»), el Sagrado Escarabajo, el dios del Alba, aquel que renace cada mañana. Por un momento, su majestuosa luz me llenó de gozo y de paz… Pero al observar de nuevo, la luz de mi padre (Eso quiere decir mi nombres: Ra-ma-sese = «Engendrado por Râ» -el Sol-) no me trae la tranquilidad, sino el desconcierto, la desazón y el pesar.
¿Por qué escucho horribles sonidos metálicos, disonantes voces y percibo la angustia de miles, en vez de oír las alegres canciones matutinas de los pescadores navegando por Hapï (el Nilo), nuestro sagrado río que nos da la vida o las de los obreros, labrando la piedra o fabricando ladrillos de adobe; por qué no se perciben los sonidos de las mujeres moliendo felices el grano para hacer el pan y alimentar a sus familiar… y… ¡Esos gritos…! ¿Qué es esa voz a la distancia, en un lenguaje que no comprendo? Un lenguaje remotamente familiar, similar al de los habiru, esos bárbaros del Este, que llegan a mi reino buscando pastoreo o para rapiñar mis ciudades fronterizas…
Esos sonidos, aunque no los comprendo, dejan percibir ira, rencor e intolerancia… ¿Por qué la rabia esta presente en mis dominios, que demonio hijo de Apep ha podido lograr esto? … Parece que claman imperiosamente a las personas, ¿pero por qué? Semeja a un llamado ritual, pero, ¿a qué dioses? ¿Existe alguno al que yo no conozca y no haya honrado durante mis días?
¿Qué son esas formas negras? … ¿¡Mujeres!? ¿Cómo es posible que las alegres y libres mujeres del País de las Dos Tierras, deambulen por las calles como sombras sin rostros, con sus cuerpos y cabezas cubiertas de negro? ¡En Khem! ¡Donde en tiempos antiguos las mujeres no dudaban en mostrar sus senos libremente y aún en mis dias, se es libre para vestir como se quiera…!
Éste no es mi país, pero es la Tierra Negra (Khem-et = Egipto). Allí están las pirámides de mis ancestros y el eterno Hor-em-Ajet (Esfinge de Gizah), Señor de los Dos Horizontes… ¿Pero qué le ha ocurrido? ¿Qué salvaje sacrílego ha osado destruir su rostro? ¿Por qué parece que la ira del tiempo se ensañó con él? ¿Por qué estos sitios sagrados lucen derruidos, mancillados y abandonados?
¿Es que los dioses nos han olvidado, dejando a Khem huérfano de religión, sin la luz de Râ? ¿Quién ha osado construir profanos edificios en derredor de este sitio sagrado, incluso cerca del Re-Stau (necrópolis de Saqqara)? ¿Quién osa vivir en la margen occidental del río, que esta dedicada a los muertos y vedada a los vivos? ¿Acaso los hicsos han vuelto a invadir mi país? ¿Es que el infame Akhenatón (Amen-hotep IV, el rey hereje) ha renacido del olvido? ¡No! ¡No puede ser eso! Esto no es obra de un sólo hombre, ni de un grupo de bárbaros…!
¿Dónde está Men-nefer (Menfis), la otrora conocida por sus majestuosas y blancas murallas, la ciudad de Ptah, el Arquitecto del Universo y fundada por el mismo Narmer, primer rey del Doble País? ¿Por qué hay ruinas en donde la ancestral ciudad debería estar? ¿Qué es esa horrenda, sucia y maloliente ciudad, llena de gente corriendo y de carros de metal (El Cairo), tan cerca de la sagrada Annu (Heliópolis)? ¿Quiénes son esos parias y extranjeros? ¡¿Dónde está mi amado pueblo?!
Este mundo es infernal… Está privado de la presencia de los dioses, aquí la Ma’at no existe y lo único que rige es isfet (el caos)… La infelicidad, la maldad y el miedo se han adueñado de la Tierra Negra…
Me acerco al río y viendo con más detalle, ¿qué le ocurre a su corriente? ¿Por qué sus aguas están sucias, contaminadas? Está alto, pero su caudal es menor al normal…
Entonces una extraña fuerza me empuja sobre sus aguas y me conduce al sur, al País Alto, donde está Auset (Tebas). Si esta magia que me controla me deja llegar allí, quizás encuentre a los sacerdotes de Ammón para que me guíen.
Pero, ¿Dónde están los palacios? … ¡Mi templo de los Millones de Años! (Rameseum) ¿Qué dios lo ha desbastado? ¿Qué demonio lo ha hecho pedazos si había sido construido para la Eternidad? ¿Qué ejército enemigo pudo haberlo saqueado de tal modo?
¡Abedyu! (Abydos) La tierra más sagrada, ¿ahora es un poblado miserable? ¿La tumba de Wasir (el Osirión) es una ruina, condenada al olvido, llena de aguas putrefactas y expuesta a los cielos…? ¡El templo que mi padre le construyó a Wasir ahora es un lugar para que infieles recorran a su antojo! ¡Y el que yo mandé a erigir, es tan sólo un montón de piedras!
¡Dónde antes sólo los altos sacerdotes podían pisar, ahora la chusma merodea! La ciudad más antigua, la más sagrada, la cuna del Doble País, donde Heru-Serk (el Rey Horus-Escorpión) nació y fue sepultado, ¡¡Es ahora un villerio!! Nadie recuerda a los dioses ni a nosotros, quienes reinamos en Khem en virtud de sus mandatos… Nadie lleva ya ofrendas a Neberjer (Osiris)…
Remonto más el río… Pero no… ¡No puede ser! Al otro lado de las aguas… ¿Esa masa de piedras destrozadas, removidas y gastadas es lo que queda del Ipet-sut (complejo de templos de Karnak), en donde todos los grandes templos se encuentran? ¡La Casa de Ammón-Râ es ahora un despojo, una ruina! ¡Las Per-Ankhs («Casas de la Vida», lugares donde se almacenaba el conocimiento) fueron todas destruidas!
Los templos han sido profanados, sus suelos son pisados por infieles y extranjeros… Incluso han destruidos los sagrados rostros de los dioses, sus imágenes y nombres… ¿Qué hombres han sido capaces de tanta maldad? ¿Qué son esos extraños simbolos en forma de cruz que profanan nuestros ancestrales templos?
Un dolor punzante atraviesa mi pecho, esto no puede estar ocurriendo. ¿Qué faltas a la Ma’at he cometido para que Wasir (Osiris) me condene a algo peor que los infiernos?
Cruzo el río, hacia Occidente… Temo lo peor… ¡Estoy cerca de la tierra de los muertos! ¡¡NO!! ¡La tumba de mi padre Seti, la de mis hijos (tumba KV7)…! ¡La de mi amada Nefertari! ¿Saqueadas? ¿Vacías? ¿Hechas un despojo? ¿Invadidas por infieles? … ¿Donde están sus sagrados sahus (momias), sus khats (cuerpos)…? ¡Sin ellos, no podrán vivir en el Amenti, La Tierra de Occidente (Reino de Osiris)! ¡No podrán salir a la plena luz del día!
¡La diosa serpiente Mersegert, “Aquella que ama el silencio”, la custodia del valle donde los muertos descansan, a sido violada por los gritos de extraños, corriendo y fisgoneando en las sagradas sepulturas de mis antepasados, de mi familia!
¡Malditos sean quienes viven aquí! ¿Es que han podido alterar el curso del río? ¿Han bloqueado su sagrado ciclo de inundación, siembra y cosecha y ahora un enorme e informe lago se yergue más allá de Abu (Elefantina)?
Veo por doquier, templos y monumentos inundados, perdidos para siempre… Destruídos y ya sin significado…
¡¡Han matado a Khem!! ¡Mi Ta-Meri («tierra amada»)! ¡Le han quitado su conexión con los dioses! ¿Cómo ha de ser posible la vida, cómo los hombres serán felices sin el ciclo anual que es la alegría y en bienestar de mi país y lo ha sido por miles de años? ¡Aset ya no llora por su amado esposo! ¡Ahora las aguas están controladas por bárbaros e infieles!
¿Qué ha sido de mi templo en el desierto (Abu Simbel), el que glorificaría mi nombre por la Eternidad de Nehen? ¡No esta, lo han cubierto las aguas! ¿Pero que es esa horrible masa que veo a lo lejos? ¿Acaso el templo se ha movido y a quedado arruinado por ello? ¿Es que aún los dioses podrían haber hecho tal cosa?
¿Es que ni eso han dejado en paz? ¿Ni siquiera este sagrado lugar, donde mi memoria y la de mi querida Nefertari serian perpetuadas?
¡Padre Ammón-Râ, primero entre los dioses, haz que muera antes de seguir aquí! ¡Bendíceme con el olvido, si mi destino es permanecer un minuto más en esta tierra sin dioses! ¡Tú qué me ayudaste en Kadesh, qué me llenaste de gloria más que a ningún otro rey…! ¡Hazlo ahora…! ¡Yo, tú hijo, te lo ruego! ¿Para qué vivir cuando todo lo que era sagrado se ha ido? ¿Qué ha sido de Khem? ¡Oh dioses! ¡Ah…! No…
Y entonces despierto… ¡Ha sido todo un sueño! ¡Sí… Lo ha sido…! Por las ventanas del palacio, los sonidos y los aromas de mi querido Khem, han vuelto…
Corro a ver el exterior, y allí está Hapï, con su curso normal… Allí también están nuestros templos y mi pueblo, alegre y vital, como siempre, comenzando las labores del día, como ha sido en cada jornada, desde la noche de los tiempos… pues Râ ya esta alto, sobre el horizonte del Este.
¡Bendito sea Khem! ¡Qué los dioses lo preserven por los millones de años! … Esa tierra, esas imágenes, esos bárbaros, han sido sólo un mal sueño… La Humanidad jamás podría ser tan perversa para crear un lugar así… privado de la presencia de los dioses. ¡Ha sido un sueño! ¡Dua Ammón-Râ! ¡Ankh Netjeru!
En memoria de Usermaatra Setepenra, Ramsés el Grande. ¡Qué su ka viva por siempre, pero que los dioses, en su misericordia, no le permitan ver jamás, en qué se ha convertido hoy, aquel que fuera su reino dorado, el glorioso País de las Dos Tierras!
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Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»