¿Por qué es importante la celebración de Año Nuevo?
La sociedad se divide en dos masivos grupos a este respecto: Los que adhieren de manera incondicional a las «fiestas de fin de año», sólo por cuestiones religiosas, tradicionales, familiares o simplemente porque así se lo inculcaron en la infancia y los que las rechazan por ver en ellas el sello mercantilista del mundo Occidental (en su mayoría nihilistas o grupos de izquierda, altamente politizados).
Para analizar que más hay, será mejor eliminar de la ecuación a la «Navidad», porque es una celebración compleja, con una historia peculiar y muchas raíces diferentes. El «Fin de Año» (o «Vísperas») y el «Año Nuevo», sin embargo, reflejan la ancestral necesidad de marcar etapas, que la especie humana ha tenido desde siempre, por diversas razones, la mayoría de ellas evolutivas.
Carl G. Jung decía que existe el arquetipo de «Muerte y Resurrección» en la memoria (o inconsciente) colectivo de la Humanidad y, desde muchos ángulos diferentes, tenía razón.
El ser humano es incapaz de funcionar bien si no se le marcan etapas, pasos, ciclos… Esto es, en gran medida, por la sincronización evolutiva que tenemos respecto del Cosmos (ciclos astronómicos), de la geografía y el clima donde nos toca vivir y de los ciclos estacionales. Pero también nace a partir de que todas las actividades humanas, antiguas y modernas, se delimitan y determinan por tiempos establecidos… En épocas ancestrales estos ciclos o límites, estaban dados por el Sol, la Luna y otros cuerpos celestes, o bien por las etapas de la agricultura; ahora por nuestros relojes y calendarios, pero el resultado es el mismo.
Cualquier actividad humana sin una demarcación espacio-temporal sería digna del Infierno de Dante. Algo intolerable y espantoso. La rutina sólo es soportable si sabemos que tiene ciclos, si en algún punto cumple una vuelta completa y el show vuelve a comenzar.
Pero hay razones todavía más profundas para las celebraciones de este tipo (no sólo es el «Año Nuevo», también los cumpleaños y aniversarios, pero tienen menos poder psicológico y simbólico por ser de carácter meramente personal). Todos sabemos que la vida terminará alguna vez… Todo tiene su fin, todo vuelve a sus elementos constituyentes. Sin embargo, y sin necesidad de entrar en un ámbito místico, todo se recicla y transforma en otra cosa, la vida no cesa, sólo cambia. Entonces, cuando celebramos este tipo de acontecimientos, se produce una aceptación de lo inevitable (el fin de las cosas) pero a la vez una reafirmación de la esperanza de continuidad.
El arquetipo en cuestión, está presente en todas las creencias humanas, ni que hablar en la religión hegemónica de Occidente. No es necesario profundizar mucho para reconocer la enorme importancia que tiene en cada aspecto de todas las culturas. Por otra parte, ningún otro momento es más adecuado que el cambio de año calendario para exteriorizar y «celebrar» dicha representación simbólica de nuestra más profunda psiquis.
Por supuesto el calendario (gregoriano o el que fuere) es una absoluta arbitrariedad, dado que no cuenta a partir de nada absoluto, ni el año en sí, ni la fecha… Sin embargo, se trata de una convención casi universal, algo que todos conocemos y usamos todos los días de nuestra vida, por ello tiene un poder inmenso.
Incluso quienes pertenecemos a confesiones religiosas minoritarias, en donde hay un ciclo de festividades completamente diferente al hegemónico, no podemos escapar de ese influjo, porque trabajamos, pagamos nuestras cuentas, tomamos vacaciones y llevamos a cabo un sin fin de actividades, no en consonancia con esas festividades religiosas sino con las que dominan la cultura en que vivimos. Sí bien es lícito y aconsejable en reservar tiempo para conmemorar esas tradiciones, también es necesario abrir la mente a la obvia necesidad de generar ese «reset» que va en acuerdo con todo el conjunto de la civilización occidental.
En definitiva, es imprescindible celebrar y «procesar» el cambio de año (el cambio del ciclo consensuado por todos) en la vida de cada uno y en la sociedad donde se vive, para poder tener una mejor salud mental y social, respectivamente…
No se trata de una mera costumbre humana, es algo que se manifiesta a partir de nuestra relación con los ciclos de la Naturaleza y no viene de la religión ni del «libre mercado», sino de la Evolución.
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Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
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