Tiempo de lectura: ~3 minutos. 832 palabra(s).No, la Verdad no nos liberará… La verdad nos esclavizará (a pesar de lo que dijera el Nazareno), si se le permite entrar en la ecuación de nuestras propias vidas.
La «Verdad» no existe1 y, por tanto, cuando creemos poseerla nos alienamos de lo que sí tiene entidad y existencia, o sea, nos alejamos de la Realidad…
Millones han desperdiciado sus vidas o, peor, han sacrificado las de otros, en pos de una cosa que sólo existe en las mentes afiebradas, los sueños delirantes y los cuentos de hadas.
La Verdad no existe y si se cree que sí, nos perdemos algo de la vida. Es como cuando se lee un libro y, en vez de disfrutar su trama, uno se la pasa pensando en otro diferente.
La “Verdad” es una secuela de la Realidad que jamás aconteció, que nadie hizo, que se pospuso indefinidamente. Para que existiera una Verdad, debería existir una causa fundamental para todo, un sentido unívoco de la Vida y tales cosas no existen.
Sin embargo, estos (en apariencia) decepcionantes o desmotivadores conceptos son los que sí nos otorgan o permiten la Libertad (individual y colectivamente). Dado que no existe una causa primera o una razón ulterior, podemos crear nuestras propias razones para vivir y darle el sentido que queramos a nuestra existencia.
La ausencia de la Verdad, es lo que realmente nos libera, lo que nos hace libres…
Esto no presupone el abandono del conocimiento, ya que éste, nada tiene que ver con la “Verdad” (la única verdad sagrada en la Ciencia o en la Filosofía es que “no existen verdades sagradas”). Si se busca conocimiento, lo que se está intentando es comprender la Realidad, ver qué pasa y cómo ocurren la cosas, los eventos de la Vida.
Muy diferente, es la búsqueda de una supuesta verdad… Porque enturbia el presente, lo que se vive y da lugar al ensueño y la justificación para la inacción o el consuelo ilusorio, propio de los tontos, no de los buscadores del conocimiento. Aquel que busca la Verdad, ignora lo que tiene frente a sí y se esmera en inventar algo «más»; mientras que quien busca el conocimiento, lo que hace es analizar y estudiar lo que percibe, lo que sus sentidos le ofrecen como información.
El conocimiento está en el “más acá”, no existe una verdad final en el “más allá”, porque ese «más allá» bien no existe o quizás todavía no aconteció (y las leyes de la física nos prohíben imaginar un futuro enteramente predeterminado).
La Verdad no existe y por eso, por lo aleatorio y azaroso de la Vida, es que tenemos Libertad.
No busques en vano «verdades sagradas», vive estudiando tu entorno, a la Naturaleza, a la Vida y a la Humanidad y así adquirirás verdadero conocimiento y serás todo lo libre que tu destino te permita ser.
La Verdad es para los locos, soñadores y alucinados, es un consuelo para no vivir la vida que nos ha tocado o para excusarse de correr riesgos y asumir la futilidad de la existencia y la eventual evanescencia de todas las cosas.
Cada minuto que se gasta en buscar a la Verdad, es uno que se pierde para ser vivido.
No hay profetas, no hay revelaciones; no hay guías ni gurúes. La Realidad, es la única “verdad” y buscar algo más allá de la bella pero inexorable Naturaleza, es desperdiciar el tiempo y, peor aun, esclavizarse con doctrinas, moralinas o consignas (que otros han inventado).
La Verdad no existe y por eso, todo está permitido2. La Verdad no es y, por eso, es que podemos ser libres.
La libertad y el conocimiento son atributos propios de los lobos, nunca de las ovejas.
No hay diferencia entre el pastor y el amo, si se busca al primero, se encuentra al segundo. Todo líder o guía, es intrínsecamente alguien que cercenará nuestra libertad, no puede ser de otra forma, pues siempre decidirá por nosotros, nos hará abstenernos de pensar por nosotros mismos, de tomar decisiones.
Está en cada quien, dejar de perseguir una ilusoria verdad, una fantasía que consuele el presente o haga olvidar el pasado (efecto similar al que producen las sustancias intoxicantes) y asumir la Realidad, que quizás sea menos alentadora, pero que, a partir de ella (salvo por lo que físicamente se nos niega), somos libres de encarar la vida como queramos.
Cuando la empatía reemplaza al dogma moral y la búsqueda real de conocimiento, a la “revelación” o la «verdad sagrada», la persona comienza a vivir realmente… “Nace de nuevo”, de las cenizas de la superstición, la ignorancia y la mediocridad conformista. Comienza a pensar y por tanto a tener una real existencia, una vida plena.
Pagano, se libre, no busques la Verdad, encuentra la Realidad… Siempre está cerca, siempre la tendrás disponible y, además, es lo único que realmente posees…
Ver también: La Verdad, esa grande y peligrosa mentira…
y
La realidad es la única verdad
.
1) En este artículo no se pone en duda el valor de la Verdad en el sentido jurídico del término. En este nivel, la misma sería "la forma más cierta en que los protagonistas recuerdan un hecho o evento y dan testimonio del mismo". No obstante, para toda otra consideración, la Verdad debería considerarse como una entelequia inexistente, como un concepto dogmático opuesto, por definición, a la Realidad.
2) Hasan ibn Sabbah (1034 - 1124 d.C.).