Gustav Mahler decía: «La tradición es la propagación del fuego y no la veneración de las cenizas.»
Con este pensamiento me quedé días atrás, cuando una amiga me señaló el haber visto a indígenas de su país (México) usando teléfonos móviles pero, aun así, vistiendo sus ropas tradicionales y, al menos en apariencia, conservando sus costumbres intactas…
Desde luego, esto se contrapone con el que muchos grupos tradicionalistas, ya sean de tipo cultural, religioso, étnico o político, suelan condenar la modernidad, los «aparatos» e ingenios del Occidente «capitalista«, como si fueran obra del Demonio.
No veo razón alguna para impedir que la tecnología, la modernidad y la globalización penetren en todas las comunidades tradicionales. Tal cosa no las debilitará sino que, muy por el contrario, será lo que les permitirá no-extinguirse o convertirse en atracciones turísticas o en hábitos marginales, bizarros y despojados de todo sentido o propósito.
La pretensión que algunos tienen, de «revivir» costumbres antiguas «tal cual» (sin adaptaciones respecto del mundo moderno), sólo lleva a la alienación, la mediocridad, el ostracismo y la pobreza (económica e incluso cultural).
La globalización y la modernidad no atentan contra los valores, las creencias (medianamente lógicas) o las pautas éticas de ninguna comunidad. Por el contrario, al darle la posibilidad de «respirar» en el mundo actual, de ser una parte real del mismo, le ayudan a sobrevivir.
Internet y los demás medios de comunicación (particularmente los electrónicos) son el mejor aliado para redescubrir el pasado, para transmitir el legado ancestral y permitir que todos se compenetren de él, ya sea que comulguen con la idea de su preservación y reconstrucción o no lo hagan.
No veo que tomar «Coca Cola» o usar un smartphone, sea antagónico con ser tradicionalista (o como muchos de nosotros, individuos urbanos y occidentales, «reconstruccionistas»). Se puede conservar la esencia del legado ancestral y disfrutar de lo moderno… Una mente abierta e ilustrada, gozará más de lo que sus antepasados le han heredado, que una básica, que sólo conoce el ambiente de su «tribu».
El otro camino es el de la violencia, el aislamiento, el racismo (encubierto tras un supuesto orgullo étnico) o las «revoluciones sociales», todo lo cual conlleva miseria, pobreza e ignorancia, siempre creciente y progresiva. Todo eso es pendular entre lo bizarro y lo fascista, entre ser freaky u odiar a todo el «resto del mundo».
Algunas ideologías «progresistas» nos quieren meter miedo, odio y desconfianza a la tecnología, a los valores (verdaderamente) humanistas y seculares, a la Ciencia, la educación laica y a la globalización, cuando en realidad, la mejor receta para que un pueblo pierda sus tradiciones, su cultura y sus valores, es que se empobrezca, que se aliene y aísle del resto del mundo.
Pretender salvar la propia cultura a través del aislamiento, es una forma muy mediocre de proceder. Es mediante la creatividad y no de la represión o el conservadurismo, que se podrá lograr su preservación.
La verdadera valoración de la propia cultura, llega cuando el individuo tiene la oportunidad de compararla con otras muchas, cuando se vuelve informado y sus horizontes se amplían.
Quién sólo conoce a su cultura natal, quién sólo vive conforme con las costumbres de su localidad, no es un tradicionalista, es una persona poco educada, que mantiene algo por desconocer lo demás.
El legado ancestral merece mucho más que eso, merece ser mostrado, difundido y explicado a los demás y, al mismo tiempo, enriquecido por las tradiciones de los otros y por el inexorable progreso de la Ciencia y la Tecnología.
La economía de una nación se defiende a través de la productividad y la competitividad, no mediante el aislamiento y las prohibiciones del libre comercio. Del mismo modo, la cultura de un pueblo se protege incrementando la creatividad, la renovación y difusión de sus manifestaciones, no con el rechazo de lo nuevo, lo moderno o lo mejor.
En el mundo actual el ostracismo sólo puede conllevar pobreza, miseria y falta de conocimientos. Hay que entender algo muy simple: La cultura es como la ropa nueva, no sirve de nada si uno no sale y la muestra a los demás…
Celebremos la fusión de lo moderno y de lo ancestral, porque el futuro promete una aldea global, pero con identidades culturales definidas y plurales. Eso es a lo que toda persona, con sentido común, debería apuntar.-
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Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»