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Reflexiones Paganas
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Reflexiones Paganas es un proyecto concebido para desarrollar ideas de todas las tradiciones paganas ancestrales; volver a descubrir el modo de vida, la ética, estética y la filosofía que profesaban las personas de la Antigüedad, para luego adaptarlas a la modernidad. Sin embargo, este blog no se limitará a desarrollar únicamente temáticas religiosas, sino a todo lo que directa o indirectamente, sea susceptible de verse con ojos paganos.

La idea, es de crear un ámbito donde se pueda exponer el pensamiento ancestral, pre-cristiano, verdaderamente pagano; sus bases y fundamentos, sin mixturas o sincretismos (generalmente desafortunados). Se buscará, por un lado, orientar a quienes comienzan a transitar el sendero; pero también, informar y hacer reflexionar a aquellos que profesan otras creencias, ya que existe una gran desinformación y muchos malos entendidos al respecto de lo que, genéricamente, se suele englobar bajo el término de Paganismo.


Tiempo de lectura: ~16 minutos. 4645 palabra(s).

Recientemente, tras haber realizado algunas búsquedas en Internet, hablando con un amigo, me quejaba, de no haber encontrado en la red ninguna forma de hermetismo que reflejara el modo exacto en que veo, personalmente, esa tradición. Y, no por falta de diferentes interpretaciones, en ella, de lo más dispares, sobre lo que es o deja de ser el hermetismo.

Me decía él entonces que probablemente esa disparidad de interpretaciones se deba al tiempo que ha transcurrido desde que el hermetismo nació hasta nuestros días. No, pensé, esa no parece la razón, es el propio lenguaje hermético, su oscuridad, lo que facilita que se haga de sus textos la lectura, imagen, interpretación, que cada lector quiera hacerse. Sobre dicha oscuridad en el lenguaje hermético va el presente articulo, en el que busco dar cuenta de lo que a mi parecer son sus causas, aquello que lleva al hermetismo a expresarse de ese modo y no de otro.

El primer motivo para explicar esa oscuridad lo podemos encontrar en la historia que el hermetismo atravesó para llegar hasta nosotros. El hermetismo inicia su andadura como una filosofía de cariz religioso y claro origen pagano, se ve a si mismo como una ciencia que explica la Physis, aquello que los antiguos paganos entendían por naturaleza, de modo tal que el estudio de la naturaleza desemboca en el conocimiento de lo divino, alcanzable solo a través de determinadas técnicas, que desarrolla un arte, es decir una técnica pero que no es solo técnica, para alcanzar el conocimiento de lo divino y la realización del propio ser humano visto a la vez como mortal e inmortal, es decir también divino. Tras el triunfo político del cristianismo sobre el paganismo, el cierre le las escuelas de filosofía pagana, el hermetismo es retomado por cristianos, musulmanes y judíos; van a ser ellos los que hagan evolucionar a lo largo de los siglos su lenguaje y es sobre todo con ese lenguaje como va llegar hasta nuestros días. No han sido, durante ese tiempo, pocos los siglos que ser hermetista podía llevarnos a ser asesinados por la intolerancia entonces imperante, ser cristiano no era ninguna garantía para no acabar en la hoguera. De hecho el Corpus Hermeticum, que eran 24 libros que contienen la esencia de las creencias herméticas y muy leído durante el final del paganismo, se perdió y no fue reencontrado y traducido hasta finales del siglo XV, aunque solo se salvaron 14 de sus 24 libros, es decir un milenio después del triunfo, político, del cristianismo. Algunos pensareis quizá que ese es un buen motivo para desarrollar un lenguaje oscuro, al fin y al cabo, la mayoría de las creencias herméticas son incompatibles con lo que la inquisición consideraba aceptable. Pero en realidad el afán por no ser excesivamente claros a la hora de usar el lenguaje ya estaba presente en el hermetismo pagano. Y, para ilustrar esto último tomo de la entrada de la Wikipedia sobre hermetismo estas citas:

Guardando silencio, comprendes; hablando, hablas. El pensamiento concibe la palabra en el silencio y sólo la palabra del silencio y del pensamiento es salvación (DH V 2).

Asimismo, la divulgación de los misterios de la regeneración es proscrita por su impiedad: tan recónditos y grandiosos secretos no podrán ser propalados al vulgo ignorante, so pena de caer en el absurdo y la confusión. Por lo tanto, evita las conversaciones con la multitud, no quiero impedírtelo, pero más bien les parecerás ridículo, pues sólo lo igual se asocia con lo igual y lo distinto no es jamás amigo de lo distinto. De hecho, estas palabras no tienen legítimamente sino unos pocos oyentes, y quizás no tengan ni esos pocos (SH XI 4).

¿De donde le viene pues este no querer hablar con claridad al hermetismo?

En aquellos tiempos de paganismo tanto en la religión (los llamados cultos mistéricos) como en la filosofía era habitual el recurso a lenguajes oscuros, secretos y silencios. El filósofo Heráclito de Éfeso no era amigo de hablar con claridad, los pitagóricos eran amantes del secreto y el propio Platón en su carta VII dejo escrito:

En todo caso, al menos puedo decir lo siguiente a propósito de todos los que han escrito y escribirán y pretenden ser competentes en las materias por las que yo me intereso, o porque recibieron mis enseñanzas o de otros o porque lo descubrieron personalmente: en mi opinión, es imposible que hayan comprendido nada de la materia. Desde luego, no hay ni habrá nunca una obra mía que trate de estos temas; no se pueden, en efecto, precisar como se hace con otras ciencias, sino que después de una larga convivencia con el problema y después de haber intimado con él, de repente, como la luz que salta de la chispa, surge la verdad en el alma y crece ya espontáneamente . Sin duda, tengo la seguridad de que, tanto por escrito como de viva voz, nadie podría exponer estas materias mejor que yo; pero sé también que, si estuviera mal expuesto, nadie se disgustaría tanto como yo. Si yo hubiera creído que podían expresarse satisfactoriamente con destino al vulgo por escrito u oralmente, ¿qué otra tarea más hermosa habría podido llevar a cabo en mi vida que manifestar por escrito lo que es un supremo servicio a la humanidad y sacar a la luz en beneficio de todos la naturaleza de las cosas. Ahora bien, yo no creo que la discusión filosófica sobre estos temas sea, como se dice, un bien para los hombres, salvo para unos pocos que están capacitados para descubrir la verdad por sí mismos con unas pequeñas indicaciones. En cuanto a los demás, a unos les cubriría de un injusto desprecio, lo que es totalmente inadecuado, y a otros de una vana y necia suficiencia, convencidos de la sublimidad de las enseñanzas recibidas.

No se trata de que el hermetismo fuera hijo de su tiempo, que lo era, no estaba imitando a otros por motivos culturales. Sucede simplemente que el hermetismo no trata de meras realidades ordinarias, si no de aspectos trascendentes de la realidad que están más allá, por supuesto no de la naturaleza pero sí más allá de nuestra experiencia cotidiana y nuestros lenguajes ordinarios están hechos para hablar de lo cotidiano, de aquello que nos es común a todos, de que hoy hace sol pero ayer llovió y ya nos va siendo hora de ir a comer. Son lenguajes fundamentados en nuestros conceptos de espacio y tiempo, causa y efecto, dentro y fuera, pero aquello de lo que pretende hablar el hermetismo va más allá de todo eso, en hermetismo tales palabras, tiempo, espacio, dentro, fuera, causa, efecto, y un largo etc, se vuelven en el mejor de los casos pura metáfora. Su lenguaje por lo tanto es el lenguaje de las metáforas, de los símbolos, del mito entendido de ese modo, de la poesía en ocasiones, para tratar de esa forma de expresar aquello que no cabe en nuestra forma de entender lo cotidiano. Su lenguaje se vuelve de este modo más un dedo que nos señala la Luna, antes que un modo de pretender describirnos la Luna. El hermetismo trata de encerrar en palabras lo que no cabe en ellas, es como querer atrapar el aire simplemente cerrando el puño, el aire se te escapa, como querer contener el océano en el hoyo que hemos hecho al pie de la playa, es tarea desesperante y condenada al fracaso. Es como una pesadilla en que sueñas que has despertado, puesto en pie y tratas de avanzar hacia la puerta de tu dormitorio, pero a cada paso que das hacia ella en vez de estar un paso más cerca de la puerta descubres que esta se ha alejado un paso más y es que cada palabra que usas ves que la tienes que matizar, pues por si sola no dice si no que miente al no reflejar realmente lo que quieres decir, pero cada vez que la buscas matizar se te abren con ello nuevos matices que a su vez necesitaras matizar. La tarea es sencillamente imposible.

El hermetismo al hablar, al escribir, solo puede ser entendido cabalmente por aquellos que ya han dado, al menos, un paso en él o cuando menos tienen una fuerte tendencia a dar ese paso y se encuentran al borde de ello. A los demás escuchar o leer sobre hermetismo solo puede permitirnos ver sus sombras, somos como ciegos intentando comprender la diferencia entre el azul y el rojo.

Por lo tanto el hermetismo solo habla y escribe para unos pocos. Y, cuando lo hace es siempre, inevitablemente, de un modo oscuro. Pero eso no es todo, hay otras razones aparte que llevan al hermetismo a hacer uso de ese tipo de lenguaje. Pero, antes de hablar de ese otro tipo de razones, vale la pena que nos detengamos un momento a ver que ocurre con dos aspectos que ya señala en la anterior cita Platón y que también se aplican al hermetismo.

Ahora os voy confesar algo que no debe ser un secreto:

Yo soy una inútil para la Wicca, un desastre para la magia (k), y lo mismo para muchas otras cosas, es más, lo soy también para vías ajenas al paganismo, una verdadera nulidad, por ejemplo, para el advaita, el budismo, etc. Simplemente no sirvo para tales cosas. No sintonizo con ellas, ni ellas conmigo. Pero bajo ningún concepto me avergüenzo de ello.

Por desgracia, entre los que se interesan por el hermetismo, ocurre con mucha frecuencia que si ven que no dan avanzado, que el hermetismo no es para ellos o que no lo parece ser, se consideren indignos, inválidos, inferiores, etc. Y, lo que es peor, ocurre con igual frecuencia leer o escuchar a otros, que se autoconsideran capaces, decir que o eres capaz o eres indigno del hermetismo. Eso es un grave error. No valer para el hermetismo no es no valer. Más vale una madre que, con su esfuerzo, saca adelante a su hijo que el mejor en hermetismo si este no ofrece nada a la vida. Un hermetista de esa clase no le llega ni a la altura de la suela de los zapatos a esa madre.

Si has intentado hacer del hermetismo tu camino y has fracasado no pasa nada, quizá de ese fracaso de ayer u hoy hayas aprendido lo que justo necesitas mañana para conseguir eso en lo que hoy has fracasado, a veces pasa. Pero si sucede que simplemente no lo es, que no se adapta a tu ser, ni tu forma de ser a él y que por lo tanto no te sirve y eso es todo, de nuevo, no pasa nada. Hay otros caminos, otras modos de caminar, otras sendas, otras vías, cierto que no todas llevan al mismo lugar, unas sí y otras no, pero lo que importa es que sean tu camino en la vida, ese que te dice algo, que comunica contigo, y que te lleva a donde tu propio ser desea ir.

Personalmente cuando me encuentro con alguien que dice ser hermetista, si es cara a cara no, ya que entonces tengo otros medios, pero si es a distancia me fijo en varias cosas, para saber hasta que punto lo es o no, una de ellas es en como “ve” a las personas para las cuales el hermetismo carece de sentido, si no es capaz de apreciar lo que valen, entonces sé que mucho en la senda del hermetismo no avanzo aun, y que en el peor de los casos se autoengaña o pretende engañarme. Hay muchos que han leído mucho y por ello creen saber lo que no saben y se creen con derecho a mirar por encima del hombro a los que al menos saben que no saben. Este es otro de los grandes males de hablar cuando no se te va a entender o de escribir y publicar cuando no sabes quien te va leer.

Por lo tanto lo que importa es encontrar la propia vía y llegar con ella hasta donde nuestro ser nos lleve.

Pero volvamos a las razones de tanta oscuridad. Parece ser que el hermetista está convencido de que el conocimiento acarrea poder. Podemos pues pensar que una de las razones de tanta oscuridad en el lenguaje es la de proteger el acceso a ese poder. Dentro del hermetismo cristiano contaron una vez un cuento que no pertenece a la tradición hermética, pero se ajusta muy bien para ilustrar esto, el deseo de evitar que se haga un uso abusivo del poder que el conocimiento proporciona, el cuento, contado con mis palabras pues no tengo ahora el texto original, es el siguiente:

El verdadero nombre de Dios proporciona un poder absoluto sobre toda la creación y un discípulo no paraba de pedir a su maestro que le dijera cual es ese nombre. Harto el maestro de soportar sus reiteradas e insistentes suplicas de que se lo dijera, un buen día, le pidió a su discípulo que fuera hasta la puerta de la ciudad, pasara allí el día y luego regresara junto al maestro. El discípulo así lo hizo y al regresar junto al maestro este le pregunto que había visto mientras estaba ante la puerta. Airado el discípulo contó entonces que vio un anciano, entrando en la ciudad, cargando con un pesado fardo de leña, con cuyo peso el anciano apenas podía, y que entonces el jefe de la guardia, al ver al anciano, lo tiro al suelo, lo insulto, lo golpeo, deshizo su fardo, sin dejar de reír mientras humillaba, ofendía y golpeaba al indefenso anciano.

Quiso entonces el maestro saber que haría al respecto el discípulo si en ese momento conociera el verdadero nombre de Dios. “¡Mataría al guardia!”, respondió el discípulo. “Pues has de saber, dijo el maestro, que ese anciano que viste ser maltratado no es otro que el maestro que en su día me enseño a mí el nombre de Dios”

El conocimiento conlleva poder y poder conlleva responsabilidad, por lo tanto aquel que no es capaz de ser responsable ante dicho poder es natural que desde el hermetismo no se quiera que tenga el tipo de conocimiento que le proporcionaría dicho poder.

Para ilustrar un cuarto posible motivo para explicar esa oscuridad en el lenguaje vamos usar otro cuento, también ajeno a la tradición hermética. Un discípulo que tenia mucha prisa en aprender escucho a su maestro decir que todo es Dios. Dado que todo es Dios, pensó el hombre yo, entonces, soy Dios. Y, con tan feliz creencia se volvió y dado que ya era hora de comer se volvió a su casa, por el camino, en un callejón, se encontró que en dirección contraria a la suya venia un hombre montado en un elefante, el hombre le dijo “¡aparta!”, al discípulo, pero este convencido de ser Dios y dado que nada puede herir a Dios, siguió su camino si apartar del elefante que se le venía enfrente, en fin ya os imaginareis como termino la cosa. El caso es que tras días de pasar en casa la convalecencia de las heridas que le hizo el elefante, se dirigió, aun medio a rastras, a junta su maestro, al que hizo severos reproches pues por culpa de una falsedad que le había oído decir y que de buena fue se creyó había terminado siendo pisoteado por un elefante. El maestro lo vio, lo escucho y le dijo: “nada he dicho que sea falso, todo es Dios, si ves a un elefante caminando hacía ti ese elefante es Dios, si montado en él va un hombre que te avisa que te apartes, ese hombre es Dios y solo un tonto no hace caso a Dios cuando Dios le aconseja que se aparte”

La confusión a la que pueden conducirnos la filosofía hermética cuando no la comprendemos adecuadamente, esa es en mi opinión la cuarta causa de su oscuridad en el lenguaje, esa oscuridad facilita, por supuesto, que la confusión sea mayor, pero en cosas donde apenas es problemática, pero a la vez evita que lo sea sobre temas clave de dicha filosofía y sus técnicas; las mantiene ocultas, protegidas de posibles malas interpretaciones y con ello a nosotros de tales errores, en campos y asuntos donde un error ya sí es importante y puede acarrear consecuencias graves.

Pero hay otra posible razón más que explica tanta oscuridad.

Una cosa es una posible confusión de ideas, tipo empanada mental, que sería el caso anterior y otra cosa una desafortunada autosugestión que inconscientemente se pueda realizar a nivel operativo, técnico, en la senda que se está recorriendo, si estas pensando que en el próximo paso que des va pasar tal o cual cosa, que tras la curva que ya ves te vas encontrar con tal o cual cosa, si es en la senda hermética tales sucesos puede que no se correspondan con lo que estas imaginando, si das el paso, si dejas atrás la curva entonces veras que simplemente tu imaginación solo te ofrecía sombras de la realidad o ni eso. Pero el problema surge cuando antes de dar el paso, antes de alcanzar la curva te parece sentir, vivir, ser ya lo que imaginabas de modo tal que te autosugestionas y eso te hace desviarte del camino, de la senda, perderte, pues te dejas guiar, llevar, arrastrar por tu imaginación en lugar de por la senda en la que estas, con lo cual sales de ella, he visto al menos un caso de alguien que para nada era un farsante, pero se autoconvencio de haber realizado lo que en hermetismo se llama la Gran Obra, lo que le imposibilitaba para poder realizarla. Nadie va a París, por mucho que quiera vivir en París, si estando en Marbella cree estar ya en las calles de París.

Recapitulando:

Cinco son las posibles causas con las que me parece podemos explicar o intentar explicar la oscuridad en el lenguaje hermético.

La primera mencionada, la histórica, me parece que hoy en día ya no hay razón para que se de, no al menos en los países medianamente civilizados.

La segunda, la condición de inefable de gran parte del contenido del hermetismo, me parece que es una de las dos grandes causas fundamentales de esa oscuridad. Tengamos en cuenta un matiz importante para comprender el hermetismo, hay otras tradiciones que dicen conducir a los que la siguen también a aspectos inefables, inexpresables en palabras, de la realidad, por ejemplo el budismo o el advaita con su metódica pregunta “¿quién soy?”, reiterada hasta llevarnos a sus últimas consecuencias, pero estas tradiciones parten de experiencias comunes a todos los seres humanos, para a través de vías comunes desembocar en lo inefable; a diferencia de ellas el hermetismo no parte de una experiencia común, ni sus herramientas para realizar la senda son comunes. Por ello budismo y advaita pueden ser muy claros a la hora de hablar de inicios y medios, solo el final de sus sendas se vuelven inexpresables, el hermetismo en cambio es en gran medida inefable desde su mismo comienzo hasta el final, sobre todo en su parte más operativa.

La tercera posible causa, proteger el poder de abusos, me parece poco importante. Poco de poder tendría esa clase de poder si no fuera capaz de protegerse de abusos por si mismo. Hay que tener en cuenta una cosa el hermetismo ve al ser humano como a un ser mortal que alberga en su interior a la divinidad, condición divina que el hermetismo aspira a activar, despertar, actualizar, manifestar. El proceso tiene analogías con la de un feto pasando a ser un bebe o un bebe que termina siendo un adulto. El hermetismo considera que el estadio de adulto no es el final del proceso, que hay un paso más que se puede dar, pero ese paso se parece al que da una oruga en su crisálida para abandonar su estado previo y pasar al de mariposa. La palabra “poder” despierta en la oruga fantasías de correr más rápido, pero la mariposa sabe que el verdadero poder está en volar. El poder que el conocimiento hermético proporciona puede ser inmensamente mayor que el que imaginamos, pero nada de lo que fantaseamos.

Por otro lado no es posible ser mariposa sin antes entrar en la crisálida, sin metamorfosearse en ella, y sin terminar saliendo de ella; es decir no podemos ser adultos mientras sigamos necesitando que nos cambien los pañales y no sepamos dar un paso, ni tengamos en la boca dientes que nos permitan vivir sin la leche de nuestras madres. Despertar el dios que somos (con minúscula) es dejar atrás nuestro estadio mental y emocional anterior, es crecer, con lo que ello implica, madurar. El hermetismo no es una vía para que nos convirtamos en el Dios de las religiones abrahámicas, ese Dios que es sobrenatural y hace lo que se le antoja, cuando se le antoja y como se le antoja y sobre lo que se le antoja, no. El hermetismo no cree en esa clase de dios. Cuando el paganismo habla de apoteosis, que es como lo llaman los paganos, es decir de la divinización de un ser humano, habla de un dios por supuesto, pero un dios sometido a las leyes de la naturaleza, de un poder que jamás puede ser contranatural. La apoteosis es un proceso natural que conlleva una maduración intelectual y emocional que conlleva que aquellos mismos impulsos emocionales que podrían desembocar en un abuso de poder se pierdan por el camino. Por ello, en mi personal opinión, todo posible abuso de poder se da antes y no tras adquirir el conocimiento que proporciona el hermetismo. Un hermetista que sigue mañana igual de tonto que ayer, de inmaduro tanto intelectual como emocionalmente, simplemente no es realmente un hermetista, pues el hermetismo es un camino de madurez personal o no es nada. De ese modo el propio hermetismo nos vacuna contra cualquier posible abuso del poder que su propio conocimiento nos proporciona.

La cuarta causa, posible, de esa oscuridad, el prevenir disparates en cosas que no carecen de importancia o la tienen y mucha, me parece lógica, tanto que poco hay que decir al respecto. Que todos seamos dioses, cuando menos de forma potencial, decir eso no significa que entendamos a lo que se refiere el hermetismo con ello. Sobre ese punto, con frecuencia es preferible callar que correr el riesgo de que se entienda mal lo que se ha dicho.

La quinta posible causa, el peligro de la autosugestión, ya no es un problema de confusión de ideas, no se da antes de entrar en el proceso hermético, si no ya en plena tarea, es una confusión de las perspectivas, no de las ideas, de los sentidos, de la visión del mundo y de uno mismo en el mundo. Y, de nuevo es mera opinión personal mía, es una de las dos mayores causas de esa oscuridad en el lenguaje, junto con la propia inefabilidad de la vía, sus herramientas para ser realizada y “eso” a lo que nos lleva. Influye en la trasmisión del conocimiento, tanto cara a cara como a distancia.

Cuando la trasmisión se produce cara a cara y existen amplias posibilidades de reiterar los encuentros en que se va tener ocasión de hablar de todo esto no tiene sentido proporcionar más información de la que quien esta llevando acabo la realización hermética necesita en cada momento.

Esa información en principio es muy poca y simple, la propia experiencia en la senda le va diciendo, en gran medida, al que la realiza lo que necesita para continuar, una vez sabes donde comienza un camino y que tienes que hacer para entrar en él, él propio camino te lleva. Tu propia experiencia en el camino es lo que te permite ver lo que antes no veías y entender lo que antes no podías. Pese a ello, por supuesto, siempre viene bien contar con alguien con más experiencia que te de su opinión y aporte su conocimiento y experiencia, pero no que te llene de ideas, de palabras, que alimenten tu fantasía sobre que es lo próximo que va ocurrir. El camino es un misterio y debe ser vivido como tal o corremos un gran riesgo de salir de él, a cada paso que demos en él necesitamos sentir que no sabemos lo que nos va traer el próximo paso.

Si la trasmisión se produce a distancia, por ejemplo publicando un texto que cualquiera va poder leer dentro de cinco siglos, la cosa cambia. No va haber contacto y mucho menos reiterado entre quien da esa información y quien la recibe. Por ello aquí si tiene sentido proporcionar mapas, incluso bastante extensos y completos, con frecuencia hasta detallados, de lo que es ese camino, se busca proporcionar una “mochila completa”, valga la metáfora, para iniciar ese camino, con amplia información que cubra cualquier necesidad de ella que el hermetista necesite en un momento dado, que prevenga o solucione momentáneos estados de posible desorientación o confusión. Pero al hacer eso, dar tantísima información y de golpe el peligro de autosugestión se volvería enorme si no se hiciera algo para paliar tal riesgo. Lo que se hace entonces es oscurecer intencionadamente el texto de tal forma que solo la experiencia permita comprender lo que el texto dice, sin las claves que proporciona la propia experiencia en la senda hermética el texto es indescifrable. De esa forma se garantiza que la información va llegando al hermetista a medida que la puede ir necesitando y no de una forma previa, así se evita en gran medida el riesgo de la autosugestión, manteniendo el misterio. Por supuesto esos textos van destinados solo a aquellos que se adentran en tales actividades, nada le pueden aportar a quienes desde fuera tratan de entender, a estos últimos si acaso aun les despista más, pero eso le da igual al autor del texto. Es decir, mientras en el caso de contactos personales, oralmente y de forma privada, la transmisión de conocimiento hermético es lo más clara posible pero por así decir a cuentagotas, en la trasmisión escrita y publica la cosa cambia, entonces se vuelve intencionadamente extensa pero a la vez oscura.

Hay aun una sexta causa que nos vuelve difícil entender el hermetismo. Cualquiera que sin conocimientos profundos de física intente leer un texto de física escrito por un físico para ser leído por físicos vera que no entiende nada. Es normal. Toda disciplina que profundiza y extiende en el campo de su conocimiento necesita desarrollar una terminología que le es propia, su propio lenguaje, lenguaje que hay que conocer si deseamos entender de que nos hablan, pero además y a la vez todo conocimiento se sustenta sobre otros conocimientos previos, si saber sumar, restar, multiplicar y dividir no nos es posible comprender una explicación sobre como se hace en matemáticas una raíz cuadrada. Por eso a veces leer textos clásicos, o no tan clásicos, de hermetismo es leer pero no entender nada.

El hermetismo cuenta con dos modos diferentes de encauzar su trabajo, la Teúrgia y la Alquimia, ambos comparten la misma filosofía o ciencia hermética, pero son técnicas diferentes, solo tengo algo de experiencia en una de ellas, suficiente pienso para poder dar una opinión fundada, aunque no deja de ser por ello una opinión personal, pero no me sorprendería que en la otra vía, en esa en la que no tengo experiencia personal, a hora de la practica, de poner la vía en funcionamiento, se puedan dar particularidades suyas que desconozco y afecten en algo, aunque dudo que mucho, lo dicho.

En fin, esta es mi opinión sobre las razones que causan la oscuridad en el lenguaje hermético, el cual a su vez ocasiona toda esa disparidad de interpretaciones que cualquiera puede encontrar sobre temas herméticos.

Lilith Sinmas
Noviembre, 2016

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Tiempo de lectura: ~9 minutos. 2694 palabra(s).

¡No! No todo es «según se mire», no todas las ideas son igualmente respetables ni todos los puntos de vista se encuentran equidistantes de la realidad objetiva.

Por desgracia, ese sofisma o error cognitivo, esta casi omnipresente en el paganismo moderno (en especial en las tradiciones más liberales y eclécticas, como la Wicca).

Muchas personas, no saben diferenciar entre fantasía e historia; entre creencias y realidades científicas o entre ficción y mitología, viviendo así en un mundo de subjetividad, irrealidad y ensueño.

Lo más triste de todo esto, es que cuando a las mismas, alguien trata de señalarles su error, por lo general se encolerizan y afirman que, quien busca hacerles comprender el caso, “no es un verdadero pagano”, “es un ateo que no salió del closed” o cosas similares…

Sin ir más lejos, pocos días atrás, fui receptor de ese tipo de acotaciones, porque le señalé a una persona, bastante joven, que: “… no, que en el Oriente, la gente no vivía más años o estaba más sana y que tampoco había maestros marciales de más de 100 años; que por adherir a la medicina tradicional china, en vez de la Occidental, la salud de estos y su expectativa de vida, eran inferiores y no mejores…”. Y, sin importar el aporte de estadísticas científicas o de razonamientos basados en el sentido común, que varios participantes del debate aportamos, dicho individuo terminó sumamente ofendido y acusándome, pese a mis más de 40 años de transitar este sendero, de ser un “ateo encubierto” y, además, usando adjetivos como «hipócrita» y «mentiroso».

¿El porqué de lo anterior? Sencillamente, que evidenciara mi adhesión irrestricta al método científico… Explicándole que esto era así, no “a pesar de ser pagano”, sino justamente por ello, por mi respeto y enfoque, a partir de las grandes civilizaciones del pasado, que fueron, como en el caso de la Hélade (la Antigua Grecia), las que inventaron a la Ciencia y a la Medicina (moderna)…

Esto pone en evidencia que, a muchos, todavía les falta entender que la ciencia, y no la religión o las creencias subjetivas, es la disciplina que verdaderamente nos acerca a la realidad de los hechos.

El saber esto, no hace a la persona menos “creyente” o la aleja de lo “espiritual”. Tampoco le conlleva dificultad alguna para ser seguidor de la religión que fuere, sino (sencillamente) le ayuda a ser racional y enfocado en la realidad de la Vida y en lo que, felizmente, la modernidad nos permite conocer de ella.

Pero, como decía, “no todo es según se mire…”. ¡Hay cosas que son como la realidad indica y esa realidad es perfectamente cognoscible…!

Por ejemplo, alguien puede afirmar que pertenece a la tradición «wiccana anti-gravitacional» y pretender que la ley establecida por Isaac Newton, allá por 1687, en su libro “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica”, no existe o bien, que puede ser sorteada.

Puede que esa persona, defienda eso a capa y espada y no entienda razones, por más que se le muestren ecuaciones, evidencias y experimentos… Puede, así mismo, que muchos paganos (u otras personas “espirituales” de cualquier creencia), repliquen a los críticos del caso, cosas como: «déjalo ser…», «no estorbes su camino…», «cada quien tiene un sendero por recorrer» o “no existen las verdades absolutas…».

Pero, finalmente, si el sujeto se tira por la ventana de un décimo piso, pensando que puede burlar a la gravedad, se hará pedazos contra la acera y en el último segundo, entenderá que estaba 100% equivocado.

Es cierto, que en algunos aspectos de la Vida, cada quien tiene «su verdad». Por ejemplo, es el caso de las creencias religiosas (o la falta de ellas): No tiene más razón, quien adore a Zeus que quien lo haga con Odín o con Osiris; quien sea ateo, cristiano, buddhista o musulmán…

Eso es así, porque estas son cuestiones relativas al mundo espiritual y TODO lo espiritual, es parte del microcosmos de cada quien, de su ser interno, subjetivo. En ello, no hay más que hablar, nadie tiene «más razón» que los demás, ninguna persona está “en lo cierto” y otros están “errados”. Nadie le puede decir a otro qué camino espiritual debe seguir o cuáles experiencias internas de su propia psiquis son válidas y cuáles no.

Pero en lo que respecta a la Realidad que, como hice referencia muchas veces en este blog, a través de un dicho de Aristóteles de Estagira, «… Es la única Verdad», no es cuestión de puntos de vista…

Napoleón Bonaparte fue francés, no japonés y Cayo Julio César fue romano, no maya… Si alguien pretende afirmar lo contrario, está equivocado… y quienes sabemos un poco más sobre la Historia que el promedio de las personas, tenemos la obligación ética de indicarle ese error.

Lo mismo ocurre con la física y sus fenómenos relacionados: La Tierra gira alrededor del Sol y esto no está sujeto a debate, si alguien dice lo contrario, no es partidario de un “conocimiento o movimiento alternativo”, es un simple ignorante… y quien sabe un mínimo de astronomía, debe señalarle el caso (por el bien del ignorante y de aquellas personas que podrían caer en sus redes, si la verdad sobre el tema no se esclarece rápido e in situ).

Por supuesto, que todo esto siempre debe hacerse con absoluto respeto de la persona, pero no así de las ideas. Las ideas son cosas, no merecen respeto, las personas son seres vivos y por eso, siempre lo merecen.

Ahora bien… Vale la pena analizar lo que ocurre a diario en nuestro ambiente pagano (y no sólo entre las personas muy jóvenes, como algunos suelen pensar o como fue el caso que cité más arriba, sino que se da en todas las edades):

Muchos cargan con creencias sobrenaturales, absurdas a nivel histórico y científico y, si participan en ámbitos públicos de la red (foros, grupos de las redes sociales, páginas e hilos de comentarios en los websites y blogs) o frecuentan grupos paganos físicos, como covens, kindreds o logias de cualquier tipo, siempre corren el riesgo de que alguien les aporte evidencias que les demuestren, sin lugar a dudas, que tal idea es eso, absurda…

Raramente, este tipo de personas valoran la nueva información por lo que vale y la agradecen. La mayoría de las veces, «explotan», como ocurrió en el debate a que hice referencia más arriba, y comienzan a insultar, teniendo brotes psicóticos o ataques de histeria, al ver que «su sagrada verdad», que sus «vastos conocimientos adquiridos a través de canalizaciones o rituales», está siendo conmovida, erosionada, por evidencias fehacientes, por el sano ejercicio de la lógica o por la información científica disponible (para todos los que la quieran ver).

Esta reacción, este error cognitivo, tiene un nombre: Se llama fundamentalismo… Tal vez, muchos crean que eso no existe en el Paganismo o la Wicca pero, por desgracia, nuestras tradiciones no están exentas del mismo.

El fundamentalismo es un fenómeno inherente al pensamiento irracional y a la costumbre humana de creer que algo es “la absoluta verdad”, porque así nos lo enseñaron de niños; porque los padres o “mayores” lo creen; porque es sostenido en tal o cual libro (sagrado o muy respetado); porque lo dijo un personaje referente de la corriente que se sigue, un filósofo conocido o similar; porque suena bien y es “esperanzador” u otros motivos parecidos… (Siempre irrelevantes a la luz del conocimiento científico o de una visión crítica de la historia).

La ignorancia no es un defecto, es una simple carencia. La misma es solucionable con el estudio, la lectura y el intercambio de conocimientos con los demás. Nadie nace sabiendo, por tanto, el ignorar algo no hace inferior a una persona, solo “carente” de un conocimiento dado.

El problema es que existe un tipo especial de la misma, a la que podríamos llamar “contumaz”. Es aquella que se tiene “a pesar” de disponer de la información necesaria o no obstante, que otros traten de palearla o ayudar a despejarla.

Un viejo amigo, una vez me dijo: “Por desgracia, no todo el mundo tiene la posibilidad de adquirir una educación superior. Esa es una falla de nuestro sistema de vida moderno, que todavía debe ser solucionada. Pero, sin embargo, todo el mundo tiene acceso a la lectura y, en la era de los medios electrónicos de comunicación y de la Internet, no existe excusa para permanecer en la oscuridad de la ignorancia, teniendo a la mano las respuestas y la información necesaria”.

Pero, para evitar caer en este triste estado de pensamiento, hay pautas muy fáciles de seguir:

En primer lugar, con tan sólo constatar si la propia creencia resiste el ser contrastada con la Historia y con el conocimiento científico, ya es suficiente…

La mayoría de las veces, los absurdos en que todos, alguna vez, creímos, se caen como “castillos de naipes”, cuando el individuo vislumbra el pasado histórico y observa cómo fueron los hechos que originaron a sus creencias o ideas.

Lo mismo ocurre, cuando se informa sobre el mundo fenomenológico, sobre como funciona el Universo, a través de la física, la astronomía, la biología y otras ciencias que son fundamentales para entender como la Vida ha llegado a ser lo que es y el porqué de los fenómenos naturales.

Los que no quieren hacer lo anterior, por lo general se niegan a ello por dos razones: Flojera (o sea, no gustar de la lectura y el estudio y querer que todo ya venga pre-digerido y en frases light, simples y fáciles de entender) o por sentirse cómodos en su “nicho” de ficción y fantasía.

Al parecer, hay personas a las que les duele demasiado la realidad y el frecuente sinsentido que la Vida denota y por ello, todavía quieren leer (y si es posible vivir en) los cuentos de hadas, tal como lo hacían en su más tierna infancia.

Se trata de seres con poca o ninguna tolerancia a la frustración y con miedo al futuro y al los avatares de la existencia. Gente que prefieren anular sus mentes, antes de aceptar la dura realidad de la Vida.

Quienes nunca han caído en ese estado o que, con mayor o menor dificultad, lograron salir del mismo, no deben dudar a la hora de señalarles, a quienes han incurrido en esos hábitos, lo equivocados que están… Hacer eso, no es intolerancia, es amor por el conocimiento y por la Razón.

La clave está en respetar siempre a la persona, pero no a la idea. Esta última, debe ser sometida al análisis y al debate, porque es la única manera en que todos aprendemos y que el conocimiento humano progrese. Recordemos que, en la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia… (Nadie más es lastimado o sale perjudicado).

Aquí es donde se llega al nudo de toda esta cuestión: EL verdadero conocimiento de las cosas viene de contemplar, analizar y estudiar a la Naturaleza y a los hechos del pasado… Todo verdadero saber, proviene de esas dos actividades.

Por esa razón, nunca jamás se debería creer en nada “sobrenatural”, menos si se trata de alguien que profesa alguna tradición pagana.

¡La misma palabra “sobre-natural” es un oxímoron! Sobrenatural = “Sobre la Naturaleza” = “más allá de la Naturaleza…”.

La Naturaleza, entendida en un amplio sentido, es todo lo que es. No hay nada más allá de ella. Cualquier realidad alternativa, plano de existencia o universo paralelo, que pudiera existir y del cual no tenemos constancia empírica, de todos modos, ha de ser parte de la misma.

Lo anterior es una noción perfectamente válida y compartida tanto para la ciencia moderna como para el paganismo.

La confusión de muchas personas seguidoras de tradiciones espirituales (en especial paganas), reside en pensar que “sobrenatural” y “espiritual” son sinónimos.

Lo espiritual, no tiene nunca que ver con el universo objetivo, con la realidad “exterior” a nuestro propio ser. Toda experiencia en este sentido, es una ocurrencia sináptica de nuestro cerebro, se da en nuestra mente profunda y por tanto no está sujeta a las leyes de la física o a los límites que la Naturaleza impone.

Los “fenómenos espirituales”, con la sola premisa de entender que son internos, propios del individuo, no se dividen entre reales e irreales, entre experiencias “místicas” o alucinaciones patológicas, sino entre los que benefician a la vida de quien los experimenta o la perjudican (incluso hasta hacerle perder la cordura, como ocurre con los supuestos “profetas” , «gurúes» y “santones”).

Hay que entender, que el tener una «visión divina», una experiencia shamánica o cualquier cosa similar, ¡No tiene nada de sobrenatural…! Para aquel que vea al sujeto que la experimenta, en el preciso momento en que ocurre, el protagonista de la misma sólo estará allí, sin hacer nada, sin que ocurra nada físico o visible en él o a su alrededor. Todo fenómeno, en ese sentido, ocurrirá en los estratos profundos de la mente de dicha persona, no en el mundo de la realidad objetiva.

Nadie puede decirle a otro que una experiencia espiritual (o sea interna) es falsa o errónea. A ese nivel, nadie más que quien la vivencia puede opinar, y nunca tiene valor el juicio de los demás. Pero, no obstante, sí se puede establecer que nada objetivo, externo o «visible» va a contradecir (en lo más mínimo) a las leyes de la Naturaleza.

En el mundo real, no existen los milagros, no existe lo “paranormal” y no hay cosas que vayan más allá o violen las leyes de la Naturaleza (las cuales son perfectamente analizables y entendibles a nivel científico).

Nosotros, los paganos, deberíamos aceptar esto por partida doble: Primero, porque sería deseable no ser parte de un sistema de creencias para-científico o a-científico, dado que esta disciplina del conocimiento es, también, parte de nuestro legado ancestral…

Por el otro, porque la Madre Naturaleza es nuestro objeto final de adoración (vislumbrándola como un duoteísmo, una multiplicidad de dioses –politeísmo-; como un panteísmo o lo que fuere).

¿Cuál podría ser la contradicción que algunos ven en ello? O expresándolo de otro modo: ¿De verdad las personas cultas, modernas e informadas del siglo XXI, podemos creer en «lo sobrenatural» o «lo paranormal»? Creo que no, creo que sólo es una confusión entre los términos «sobrenatural» y «espiritual» (que muchas veces se equiparan, cuando para nada tienen relación).

Lo «sobrenatural», por propia definición no puede existir, en cambio, para que lo «espiritual» exista, sólo hace falta una mente consciente de sí misma, que se abra a una exploración de su mundo interior…

Pero, volviendo al concepto de sobrenatural, todo pagano debería ser consciente de que pretender que algo así pueda existir, viola nuestro más elemental basamento teológico y filosófico: Todas las tradiciones paganas, desde siempre, han vislumbrado a la Naturaleza como lo único existente y, en sus mitologías, siempre han hecho que los dioses sean posteriores a la misma… Salidos éstos de un caos primordial, de un océano cósmico o de un abismo insondable, pero jamás precedentes a la Naturaleza en sí y, por tanto, nunca superiores a la misma.

La idea de que exista lo sobrenatural, es intrínsecamente irreconciliable con la noción pagana de inmanencia y de panteísmo. La premisa de que los dioses son parte de la Naturaleza, no sus creadores o su origen, sino justamente lo inverso. Cuando se tiene en claro esto, se sobreentiende que todo es inmanente a la misma, que nada la “trasciende”.

Sólo las religiones y sistemas de creencias que toman a la Naturaleza como una “cosa”, como algo creado por un dios trascendente y superior a ella, creen que existe lo “sobrenatural”. Por esa razón, no respetan la vida planetaria, ni a la tierra que pisan, dado que no la consideran su Madre, sino algo que su dios creó para el disfrute del Hombre (o incluso sólo para los miembros de una particular tribu o culto religioso).

Nada hay más lejano a la concepción anterior, que la idea pagana de que la Madre Naturaleza lo es todo, el origen de todo y que fuera de ella nada puede existir… ¡Esa es la razón por la cual lo “sobrenatural” no existe! Por tanto, es preciso repetir hasta el cansancio, aquella máxima aristotélica referida arriba: “La Realidad, es la única Verdad”.-

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Muchas personas, se aproximan al Paganismo y, sobre todo, a la Wicca, “escapando” de la asfixiante moral dogmática y represión del libre pensamiento, que existe en el catolicismo, el cristianismo evangélico y en otras tradiciones abrahámicas (monoteístas).

Con frecuencia, quienes así proceden (en especial si son jóvenes), mantienen consigo una saludable rebeldía contra todo dogma o imposición “automática”, respecto de cualquier cosa que se les diga que “es así, porque las normas, las costumbres o las tradiciones, lo dictan”.

 

Esta actitud, que enfocada correctamente, es una virtud, a veces degenera en una forma de total aversión por los caminos ya trazados, por el conocimiento ya probado y por toda cosa que implique ceñirse a una metodología o a un sistema dado.

Aquí es donde comienza el error que quisiera señalar en el presente artículo… Pero primero, es menester aclarar algunos otros problemas:

Para muchos, la primera aproximación a nuestras tradiciones, se da en medios triviales y totalmente despojados de seriedad: Películas de Hollywood, literatura new-age, series de TV; tiras de animé, juegos de rol, música metalera, revistas de comics o mangas y cosas por el estilo. Nada hay de malo en ello, si es sólo el puntapié inicial…

Por mi parte, recuerdo que a mis 5 o 6 años de vida, vi por primera vez a la (muy primitiva) animación del «Mighty Thor» de Marvel Comics, de los años ’60 y, a partir de eso, siempre sentí un especial afecto por el dios del trueno… ¿Quién dice que eso no fuera una ayuda en mi camino como pagano, iniciado una década después?

Pero el craso error, radica en “quedarse” estancados en la ficción, en fantasear con lo que no es real, en vez de ahondar en las fuentes, sin estudiar sobre la Naturaleza y sus principios y sobre la verdadera mitología (que nunca es sinónimo de ficción), historia y cultura de los pueblos de la Antigüedad.

Lo anterior, genera que se confundan las cosas de manera grosera, creyendo que “todo esto” (el camino del Paganismo, la Wicca y tradiciones similares), es una suerte de «aventura de ficción», en donde lo sobrenatural, los fenómenos “maravillosos”, las experiencias “paranormales” y las luchas contra “criaturas de otros planos”, serán una constante y el motivo principal de la magia y la religión pagana.

Es muy difícil el hacer entender a quienes, que por lo general, todavía no tienen una formación académica y/o científica sólida (o que ya nunca la tendrán, en los casos de personas de mediana edad) y que, además, provienen de sistemas de creencias en donde lo “sobrenatural” es tomado por cierto e indiscutible, al extremo del ridículo (como ocurre en las iglesias cristianas más difundidas en América Latina o la Europa Mediterránea), el que no existe un “camino alternativo”, en donde podrán hacer lo mismo que se ve en los filmes y series de TV o en los libros sobre literatura fantástica.

Es común escuchar o leer a personas de todas las edades, que habiendo «asumido» que son «brujos», practicantes de la «Antigua Religión» (la cual sólo tiene 65 años y ellos lo ignoran), el afirmar cosas como: «Soy brujo/a y por tanto…» … la frase puede terminar con: «… no me afecta nada…», «… puedo dominar los elementos…», «… nada podrá contra mí…» y hasta algunas frases un poco más «amenazantes» (impropias de la misma ética pagana).

Muchos creen que no tienen las debilidades de cualquier mortal y que la Vida no será tan dura y cruel con ellos, como lo es con todos los demás… Otros, creyendo que heredaron de sus «abuelas», poderes especiales (quizás porque éstas hacían infusiones herbales o prendían velas en los rincones de la casa), viven soñando que son una casta diferente, algo por sobre el resto de la Humanidad, en vez de estudiar y destacarse por su saber y no por sus fantasías trasnochadas…

Para muchos, la “magia” reemplaza a los “milagros” (de sus credos de crianza) y abandonan a sus viejas religiones, sólo porque los clérigos de éstas les machacan que únicamente los «santos», «profetas» y «salvadores» de las mismas, podían hacerlos; mientras que en el Paganismo, tales neófitos, creen encontrar la posibilidad de llevar a cabo esos “fenómenos” y “portentos”, por propia cuenta (generalmente, sólo con leer un par de libros) y tan literalmente como se narran en los cuentos de hadas medievales o en los libros “sagrados” de las religiones fundamentalistas.

A todas estas expectativas, totalmente fuera de la realidad, se le suma la rebeldía antes citada y la creencia, por demás errónea, de que, en todo esto, lo “sobrenatural” o lo “paranormal”, juegan algún tipo de rol.

Es así, que quienes tenemos una formación científica y/o estamos en este sendero desde hace muchos años, debemos pasarnos la vida explicando que la gente o los objetos “no levitan”, que “no se teletransportan”, que “no se pueden mover objetos con la mente”, que “nadie vuela” o produce “rayos de energía mágica” (al estilo de Harry Potter), sea con sus manos o con cualquier instrumento que use para sus rituales.

Cada vez que explicamos estas cosas, generamos decepciones, cuestionamientos e incluso indignaciones y hasta actitudes hostiles…

La respuesta más frecuente, tanto de los neófitos jóvenes como de aquellos que comenzaron ya a mediana edad en este sendero (y aunque tengan 2 años de paganos, se creen «maestros/as» sólo porque «peinan canas»), es del tipo: “¡El que tú no lo hayas logrado, no significa que no se pueda hacer!”“¡Ya llegarás a comprender todo esto, cuando abandones el Ego y evoluciones…!” o «¿Por qué no dejas que fluya lo que el Universo tiene para mí…?» o, la más habitual, “es tu creencia… ¡respetala!” (aunque uno esté enumerando las leyes de la termodinámica) y una sarta de estupideces similares…

Allí es cuando aparece algo todavía más nefasto: “El Paganismo a la Carta”, la idea de que esto es como ir a un restaurante de sushi, en donde los platos pasan por delante nuestro y nos vamos sirviendo lo que más nos guste o que el sendero pagano, semeja la paleta de un pintor, donde mezclamos colores, creando una especie de collage único y personal, que jamás se parecerá al de quien tenemos a nuestro lado (o al de cualquier colectivo más o menos organizado), excepto por los elementos más básicos.

Para quienes creen esto, tengo malas noticias: Eclecticismo no es lo mismo que mixtura; “caminar en solitario”, no es lo mismo que “hacer lo que se nos dé la gana”.

No haber podido o querido abordar el estudio profundo de una tradición, no hace a nadie un “maestro alternativo” o un “referente disidente”, sólo lo convierte en un aprendiz que se niega a reconocer su condición y a aprovechar su tiempo vital para progresar (esto vale para la Wicca y el Paganismo, pero también para cualquier otra cosa en la vida).

Aristóteles de Estagira, decía que existían cuatro clases de personas (y que su carácter y valor moral, se podía medir más que por ninguna otra cosa, con esta categorización), a saber:

La del magnánimo, que era aquella persona que poseía virtudes y/o conocimientos y, sabiendo que era así, los compartía con otros o utilizaba para ayudar a los demás.

La del pusilánime, que era quien teniendo conocimientos, virtudes o recursos, temía hacerlos públicos, compartirlos o externalizarlos, por miedo a las consecuencias, al enojo de otros, a perder alguna posición en la sociedad o lo que fuere…

La del modesto, que era aquel que tenía en claro sus limitaciones en cuanto a conocimientos y habilidades y sólo llegaba hasta donde, con honestidad, creía que podía, sin pretender o alardear nada más.

Y, finalmente, la del necio, que era aquel que, sin saber, creía que sabía y sin ser, creía que era. Es decir, que pretendía enseñar sin haber aprendido o ser una referencia alternativa, cuando ni siquiera había podido transitar el camino ya trazado por otros.

El neo-paganismo está plagado de pusilánimes y de necios. Esto es una triste realidad que deberíamos identificar y asumir, para poder trabajar en pos de que, algún día, se revierta.

Pero todavía hay más… A muchos los pierde su ego y habiendo comenzado bien, buscando a quienes los orienten e instruyan porque, sin duda, sabían más que ellos mismos, a poco de aprender lo básico, se auto-titulan “maestros”, buscan prosélitos, generan cismas y antagonismo entre grupos, organizaciones y colectivos, que antes eran armónicos y sólo siembran el caos, el error y la confusión.

La excusa para todo esto, es creer que “han superado al maestro”, cuando aquello de que “el alumno lo llega a superar”, es un juicio que la Vida y los demás deben hacer, pero nunca “ellos mismos”.

Finalmente, en este “paganismo a la carta”, está la sempiterna tendencia a “arrastrar” los dogmas del pasado, las supersticiones, devociones, temores y tabúes que nos enseñaron de niños, cuando no teníamos defensa alguna contra los argumentos irracionales, las moralinas, los cuentos y la fe ciega…

De nada sirve abordar el Paganismo, si no se reinicia la propia vida «cuan reset en un computador».

El Paganismo (Wicca incluida) es una creencia; un sistema mágico-ritual, mítico-simbólico. Pero ante todo es una religión, un camino de vida, una filosofía, una cosmovisión de la Naturaleza y el Universo y una ética y estética, completamente diferente a lo que fuerzan, otorgan u ostentan las religiones autodenominadas “reveladas”.

Todos aquellos que pretenden “arrastrar” sus creencias en Cristo, en ángeles, en la “Virgen María como la Diosa”, en los «santos» y entidades afines; todos los que se maquillan la cara con el color pagano, como los actores en el teatro, pero que siguen viviendo con la moral cristiana; todos aquellos que no tienen el valor de CAMBIAR, de hacerlo con todo su corazón, su mente y su alma; de renegar de ese “Dios” que nos metieron por las narices en la infancia y de abrir los brazos a nuestra Madre Naturaleza, no son wiccanos, no son heathens ni son paganos y jamás podrán serlo o entender lo que eso significa.

A todos los paganos experimentados, nos ha costado años el sacudirnos esos dogmas y tabúes… Es igual que con los traumas infantiles de abuso o maltrato, se necesitan años de psicoterapia para eliminarlos. En este caso, en vez de psicología es necesario el estudio, la constancia y la convicción; pero además, una gran voluntad y respeto por el nuevo camino emprendido.

Nadie erra u ofende por sentir y/o admitir que todavía tiene “remanencias” cristianas (o de la religión que fuere), en su mente o en su corazón… Pero el error, la imperdonable infamia, es pretender defender o validar tales posiciones intermedias, tales mezcolanzas sin sentido, como si fueran tradiciones legítimas y factibles de practicar a lo largo de toda la vida.

Esto es así, porque con ello ofenden a ambas religiones: A la que pretenden abandonar y a la que están abordando. Por respeto a ambas, deberían entender que necesitan esforzarse en el camino de su transformación o deben volver al redil y ser “ovejas” de nuevo, cuidadas por un mítico pastor o por sus supuestos «representantes» en la Tierra.

Como dije, la «descontaminación» lleva mucho tiempo, pero mientras se asuma que uno está en tal proceso, se caminará por el sendero con la frente en alto y con el orgullo de estar progresando. Lo inaceptable, es que algunos pretendan crear “mixturas” o afirmar que “sí se puede” ser ambas cosas…

Volviendo al ejemplo de la paleta del pintor: Si se mezcla el blanco con el negro, sólo se obtiene un gris, opaco y desagradable… Pero más aun, si se mezclan todos los colores disponibles en la paleta, lo que se obtiene es algo muy parecido al color de lo que nuestros cuerpos expulsan cuando la biología nos obliga… ¿Necesito explicar mi ejemplo con mayor detalle?

¡Sean firmes y coherentes! El Paganismo no es una “religión a la carta”, es un camino de libertad y pluralidad, pero en donde casi todo ya ha sido inventado, en virtud de la enorme variedad y antigüedad del legado que hemos recibido de nuestros ancestros…

¡Honremos eso y tengamos el valor de optar y de vivir con rectitud, honor y consecuencia, según lo que hayamos elegido!

No se llega a ninguna parte, transitando dos caminos a la vez y si se pretende crear un «tercero», saltando como locos entre uno y otro, lo único que se logrará es perder el tiempo y, muy probablemente, perdernos a nosotros mismos…

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