Por desgracia, ese sofisma o error cognitivo, esta casi omnipresente en el paganismo moderno (en especial en las tradiciones más liberales y eclécticas, como la Wicca).
Muchas personas, no saben diferenciar entre fantasía e historia; entre creencias y realidades científicas o entre ficción y mitología, viviendo así en un mundo de subjetividad, irrealidad y ensueño.
Lo más triste de todo esto, es que cuando a las mismas, alguien trata de señalarles su error, por lo general se encolerizan y afirman que, quien busca hacerles comprender el caso, “no es un verdadero pagano”, “es un ateo que no salió del closed” o cosas similares…
Sin ir más lejos, pocos días atrás, fui receptor de ese tipo de acotaciones, porque le señalé a una persona, bastante joven, que: “… no, que en el Oriente, la gente no vivía más años o estaba más sana y que tampoco había maestros marciales de más de 100 años; que por adherir a la medicina tradicional china, en vez de la Occidental, la salud de estos y su expectativa de vida, eran inferiores y no mejores…”. Y, sin importar el aporte de estadísticas científicas o de razonamientos basados en el sentido común, que varios participantes del debate aportamos, dicho individuo terminó sumamente ofendido y acusándome, pese a mis más de 40 años de transitar este sendero, de ser un “ateo encubierto” y, además, usando adjetivos como «hipócrita» y «mentiroso».
¿El porqué de lo anterior? Sencillamente, que evidenciara mi adhesión irrestricta al método científico… Explicándole que esto era así, no “a pesar de ser pagano”, sino justamente por ello, por mi respeto y enfoque, a partir de las grandes civilizaciones del pasado, que fueron, como en el caso de la Hélade (la Antigua Grecia), las que inventaron a la Ciencia y a la Medicina (moderna)…
Esto pone en evidencia que, a muchos, todavía les falta entender que la ciencia, y no la religión o las creencias subjetivas, es la disciplina que verdaderamente nos acerca a la realidad de los hechos.
El saber esto, no hace a la persona menos “creyente” o la aleja de lo “espiritual”. Tampoco le conlleva dificultad alguna para ser seguidor de la religión que fuere, sino (sencillamente) le ayuda a ser racional y enfocado en la realidad de la Vida y en lo que, felizmente, la modernidad nos permite conocer de ella.
Pero, como decía, “no todo es según se mire…”. ¡Hay cosas que son como la realidad indica y esa realidad es perfectamente cognoscible…!
Por ejemplo, alguien puede afirmar que pertenece a la tradición «wiccana anti-gravitacional» y pretender que la ley establecida por Isaac Newton, allá por 1687, en su libro “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica”, no existe o bien, que puede ser sorteada.
Puede que esa persona, defienda eso a capa y espada y no entienda razones, por más que se le muestren ecuaciones, evidencias y experimentos… Puede, así mismo, que muchos paganos (u otras personas “espirituales” de cualquier creencia), repliquen a los críticos del caso, cosas como: «déjalo ser…», «no estorbes su camino…», «cada quien tiene un sendero por recorrer» o “no existen las verdades absolutas…».
Pero, finalmente, si el sujeto se tira por la ventana de un décimo piso, pensando que puede burlar a la gravedad, se hará pedazos contra la acera y en el último segundo, entenderá que estaba 100% equivocado.
Es cierto, que en algunos aspectos de la Vida, cada quien tiene «su verdad». Por ejemplo, es el caso de las creencias religiosas (o la falta de ellas): No tiene más razón, quien adore a Zeus que quien lo haga con Odín o con Osiris; quien sea ateo, cristiano, buddhista o musulmán…
Eso es así, porque estas son cuestiones relativas al mundo espiritual y TODO lo espiritual, es parte del microcosmos de cada quien, de su ser interno, subjetivo. En ello, no hay más que hablar, nadie tiene «más razón» que los demás, ninguna persona está “en lo cierto” y otros están “errados”. Nadie le puede decir a otro qué camino espiritual debe seguir o cuáles experiencias internas de su propia psiquis son válidas y cuáles no.
Pero en lo que respecta a la Realidad que, como hice referencia muchas veces en este blog, a través de un dicho de Aristóteles de Estagira, «… Es la única Verdad», no es cuestión de puntos de vista…
Napoleón Bonaparte fue francés, no japonés y Cayo Julio César fue romano, no maya… Si alguien pretende afirmar lo contrario, está equivocado… y quienes sabemos un poco más sobre la Historia que el promedio de las personas, tenemos la obligación ética de indicarle ese error.
Lo mismo ocurre con la física y sus fenómenos relacionados: La Tierra gira alrededor del Sol y esto no está sujeto a debate, si alguien dice lo contrario, no es partidario de un “conocimiento o movimiento alternativo”, es un simple ignorante… y quien sabe un mínimo de astronomía, debe señalarle el caso (por el bien del ignorante y de aquellas personas que podrían caer en sus redes, si la verdad sobre el tema no se esclarece rápido e in situ).
Por supuesto, que todo esto siempre debe hacerse con absoluto respeto de la persona, pero no así de las ideas. Las ideas son cosas, no merecen respeto, las personas son seres vivos y por eso, siempre lo merecen.
Ahora bien… Vale la pena analizar lo que ocurre a diario en nuestro ambiente pagano (y no sólo entre las personas muy jóvenes, como algunos suelen pensar o como fue el caso que cité más arriba, sino que se da en todas las edades):
Muchos cargan con creencias sobrenaturales, absurdas a nivel histórico y científico y, si participan en ámbitos públicos de la red (foros, grupos de las redes sociales, páginas e hilos de comentarios en los websites y blogs) o frecuentan grupos paganos físicos, como covens, kindreds o logias de cualquier tipo, siempre corren el riesgo de que alguien les aporte evidencias que les demuestren, sin lugar a dudas, que tal idea es eso, absurda…
Raramente, este tipo de personas valoran la nueva información por lo que vale y la agradecen. La mayoría de las veces, «explotan», como ocurrió en el debate a que hice referencia más arriba, y comienzan a insultar, teniendo brotes psicóticos o ataques de histeria, al ver que «su sagrada verdad», que sus «vastos conocimientos adquiridos a través de canalizaciones o rituales», está siendo conmovida, erosionada, por evidencias fehacientes, por el sano ejercicio de la lógica o por la información científica disponible (para todos los que la quieran ver).
Esta reacción, este error cognitivo, tiene un nombre: Se llama fundamentalismo… Tal vez, muchos crean que eso no existe en el Paganismo o la Wicca pero, por desgracia, nuestras tradiciones no están exentas del mismo.
El fundamentalismo es un fenómeno inherente al pensamiento irracional y a la costumbre humana de creer que algo es “la absoluta verdad”, porque así nos lo enseñaron de niños; porque los padres o “mayores” lo creen; porque es sostenido en tal o cual libro (sagrado o muy respetado); porque lo dijo un personaje referente de la corriente que se sigue, un filósofo conocido o similar; porque suena bien y es “esperanzador” u otros motivos parecidos… (Siempre irrelevantes a la luz del conocimiento científico o de una visión crítica de la historia).
La ignorancia no es un defecto, es una simple carencia. La misma es solucionable con el estudio, la lectura y el intercambio de conocimientos con los demás. Nadie nace sabiendo, por tanto, el ignorar algo no hace inferior a una persona, solo “carente” de un conocimiento dado.
El problema es que existe un tipo especial de la misma, a la que podríamos llamar “contumaz”. Es aquella que se tiene “a pesar” de disponer de la información necesaria o no obstante, que otros traten de palearla o ayudar a despejarla.
Un viejo amigo, una vez me dijo: “Por desgracia, no todo el mundo tiene la posibilidad de adquirir una educación superior. Esa es una falla de nuestro sistema de vida moderno, que todavía debe ser solucionada. Pero, sin embargo, todo el mundo tiene acceso a la lectura y, en la era de los medios electrónicos de comunicación y de la Internet, no existe excusa para permanecer en la oscuridad de la ignorancia, teniendo a la mano las respuestas y la información necesaria”.
Pero, para evitar caer en este triste estado de pensamiento, hay pautas muy fáciles de seguir:
En primer lugar, con tan sólo constatar si la propia creencia resiste el ser contrastada con la Historia y con el conocimiento científico, ya es suficiente…
La mayoría de las veces, los absurdos en que todos, alguna vez, creímos, se caen como “castillos de naipes”, cuando el individuo vislumbra el pasado histórico y observa cómo fueron los hechos que originaron a sus creencias o ideas.
Lo mismo ocurre, cuando se informa sobre el mundo fenomenológico, sobre como funciona el Universo, a través de la física, la astronomía, la biología y otras ciencias que son fundamentales para entender como la Vida ha llegado a ser lo que es y el porqué de los fenómenos naturales.
Los que no quieren hacer lo anterior, por lo general se niegan a ello por dos razones: Flojera (o sea, no gustar de la lectura y el estudio y querer que todo ya venga pre-digerido y en frases light, simples y fáciles de entender) o por sentirse cómodos en su “nicho” de ficción y fantasía.
Al parecer, hay personas a las que les duele demasiado la realidad y el frecuente sinsentido que la Vida denota y por ello, todavía quieren leer (y si es posible vivir en) los cuentos de hadas, tal como lo hacían en su más tierna infancia.
Se trata de seres con poca o ninguna tolerancia a la frustración y con miedo al futuro y al los avatares de la existencia. Gente que prefieren anular sus mentes, antes de aceptar la dura realidad de la Vida.
Quienes nunca han caído en ese estado o que, con mayor o menor dificultad, lograron salir del mismo, no deben dudar a la hora de señalarles, a quienes han incurrido en esos hábitos, lo equivocados que están… Hacer eso, no es intolerancia, es amor por el conocimiento y por la Razón.
La clave está en respetar siempre a la persona, pero no a la idea. Esta última, debe ser sometida al análisis y al debate, porque es la única manera en que todos aprendemos y que el conocimiento humano progrese. Recordemos que, en la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia… (Nadie más es lastimado o sale perjudicado).
Aquí es donde se llega al nudo de toda esta cuestión: EL verdadero conocimiento de las cosas viene de contemplar, analizar y estudiar a la Naturaleza y a los hechos del pasado… Todo verdadero saber, proviene de esas dos actividades.
Por esa razón, nunca jamás se debería creer en nada “sobrenatural”, menos si se trata de alguien que profesa alguna tradición pagana.
¡La misma palabra “sobre-natural” es un oxímoron! Sobrenatural = “Sobre la Naturaleza” = “más allá de la Naturaleza…”.
La Naturaleza, entendida en un amplio sentido, es todo lo que es. No hay nada más allá de ella. Cualquier realidad alternativa, plano de existencia o universo paralelo, que pudiera existir y del cual no tenemos constancia empírica, de todos modos, ha de ser parte de la misma.
Lo anterior es una noción perfectamente válida y compartida tanto para la ciencia moderna como para el paganismo.
La confusión de muchas personas seguidoras de tradiciones espirituales (en especial paganas), reside en pensar que “sobrenatural” y “espiritual” son sinónimos.
Lo espiritual, no tiene nunca que ver con el universo objetivo, con la realidad “exterior” a nuestro propio ser. Toda experiencia en este sentido, es una ocurrencia sináptica de nuestro cerebro, se da en nuestra mente profunda y por tanto no está sujeta a las leyes de la física o a los límites que la Naturaleza impone.
Los “fenómenos espirituales”, con la sola premisa de entender que son internos, propios del individuo, no se dividen entre reales e irreales, entre experiencias “místicas” o alucinaciones patológicas, sino entre los que benefician a la vida de quien los experimenta o la perjudican (incluso hasta hacerle perder la cordura, como ocurre con los supuestos “profetas” , «gurúes» y “santones”).
Hay que entender, que el tener una «visión divina», una experiencia shamánica o cualquier cosa similar, ¡No tiene nada de sobrenatural…! Para aquel que vea al sujeto que la experimenta, en el preciso momento en que ocurre, el protagonista de la misma sólo estará allí, sin hacer nada, sin que ocurra nada físico o visible en él o a su alrededor. Todo fenómeno, en ese sentido, ocurrirá en los estratos profundos de la mente de dicha persona, no en el mundo de la realidad objetiva.
Nadie puede decirle a otro que una experiencia espiritual (o sea interna) es falsa o errónea. A ese nivel, nadie más que quien la vivencia puede opinar, y nunca tiene valor el juicio de los demás. Pero, no obstante, sí se puede establecer que nada objetivo, externo o «visible» va a contradecir (en lo más mínimo) a las leyes de la Naturaleza.
En el mundo real, no existen los milagros, no existe lo “paranormal” y no hay cosas que vayan más allá o violen las leyes de la Naturaleza (las cuales son perfectamente analizables y entendibles a nivel científico).
Nosotros, los paganos, deberíamos aceptar esto por partida doble: Primero, porque sería deseable no ser parte de un sistema de creencias para-científico o a-científico, dado que esta disciplina del conocimiento es, también, parte de nuestro legado ancestral…
Por el otro, porque la Madre Naturaleza es nuestro objeto final de adoración (vislumbrándola como un duoteísmo, una multiplicidad de dioses –politeísmo-; como un panteísmo o lo que fuere).
¿Cuál podría ser la contradicción que algunos ven en ello? O expresándolo de otro modo: ¿De verdad las personas cultas, modernas e informadas del siglo XXI, podemos creer en «lo sobrenatural» o «lo paranormal»? Creo que no, creo que sólo es una confusión entre los términos «sobrenatural» y «espiritual» (que muchas veces se equiparan, cuando para nada tienen relación).
Lo «sobrenatural», por propia definición no puede existir, en cambio, para que lo «espiritual» exista, sólo hace falta una mente consciente de sí misma, que se abra a una exploración de su mundo interior…
Pero, volviendo al concepto de sobrenatural, todo pagano debería ser consciente de que pretender que algo así pueda existir, viola nuestro más elemental basamento teológico y filosófico: Todas las tradiciones paganas, desde siempre, han vislumbrado a la Naturaleza como lo único existente y, en sus mitologías, siempre han hecho que los dioses sean posteriores a la misma… Salidos éstos de un caos primordial, de un océano cósmico o de un abismo insondable, pero jamás precedentes a la Naturaleza en sí y, por tanto, nunca superiores a la misma.
La idea de que exista lo sobrenatural, es intrínsecamente irreconciliable con la noción pagana de inmanencia y de panteísmo. La premisa de que los dioses son parte de la Naturaleza, no sus creadores o su origen, sino justamente lo inverso. Cuando se tiene en claro esto, se sobreentiende que todo es inmanente a la misma, que nada la “trasciende”.
Sólo las religiones y sistemas de creencias que toman a la Naturaleza como una “cosa”, como algo creado por un dios trascendente y superior a ella, creen que existe lo “sobrenatural”. Por esa razón, no respetan la vida planetaria, ni a la tierra que pisan, dado que no la consideran su Madre, sino algo que su dios creó para el disfrute del Hombre (o incluso sólo para los miembros de una particular tribu o culto religioso).
Nada hay más lejano a la concepción anterior, que la idea pagana de que la Madre Naturaleza lo es todo, el origen de todo y que fuera de ella nada puede existir… ¡Esa es la razón por la cual lo “sobrenatural” no existe! Por tanto, es preciso repetir hasta el cansancio, aquella máxima aristotélica referida arriba: “La Realidad, es la única Verdad”.-
Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»