Confía en los dioses, cumple tu destino, mantén el balance,
deja tu marca, respeta a lo viviente, haz tu voluntad...
Tal es la naturaleza del camino pagano.
Recuerde que debe ingresar al sistema para comentar e interactuar. Por favor, utilize el formulario de arriba para ingresar o el Panel de Cotrol, haciendo click [AQUI]. ¡Gracias!
Si nunca se ha registrado u olvidó sus datos de acceso, regístrese [AQUI]. (Por favor, complete todos los datos y utilize información real o el registro será cancelado. ¡Gracias!)
(Si desea ser autor o editor, debe loguearse -o registrarse, si es su primera vez- en Reflexiones Paganas directamente).
Más información sobre el acceso y registro de usuarios [AQUI].
Reflexiones Paganas es un proyecto concebido para desarrollar ideas de todas las tradiciones paganas ancestrales; volver a descubrir el modo de vida, la ética, estética y la filosofía que profesaban las personas de la Antigüedad, para luego adaptarlas a la modernidad. Sin embargo, este blog no se limitará a desarrollar únicamente temáticas religiosas, sino a todo lo que directa o indirectamente, sea susceptible de verse con ojos paganos.
La idea, es de crear un ámbito donde se pueda exponer el pensamiento ancestral, pre-cristiano, verdaderamente pagano; sus bases y fundamentos, sin mixturas o sincretismos (generalmente desafortunados). Se buscará, por un lado, orientar a quienes comienzan a transitar el sendero; pero también, informar y hacer reflexionar a aquellos que profesan otras creencias, ya que existe una gran desinformación y muchos malos entendidos al respecto de lo que, genéricamente, se suele englobar bajo el término de Paganismo.
Nunca he comprendido la paranoia de algunos con el problema de la “privacidad” en las redes sociales… Por ejemplo, desde hace unos años, suele leerse en los perfiles de algunas personas, una suerte de “declaración de derechos” sobre sus datos, tomada de algún texto viral, que alguna vez alguien diseñó por broma o por molestar y que es colocado por muchos, con la convicción de que eso “impedirá” que nuestros datos sean utilizados por las empresas que prestan los servicios, los gobiernos y sus agencias de inteligencia y vaya uno a saber qué otros “oscuros poderes”, presentes en nuestro mundo.
Bueno, desde ya, les aviso que esos textos y declaraciones, de nada sirven. La mayoría de las redes sociales ofrecen sus servicios de manera gratuita y tienen ciertos parámetros y condiciones para mantenerlos disponibles. Entre ellos, están el que puedan hacer estadísticas, sondeos y bases de datos con nuestros datos. Es así de simple: Disfrutamos de las redes gratuitamente, mientras que las empresas se benefician con los datos de marketing que obtienen de nosotros.
¿Es esto malo? No, no lo es… Pero permítanme que lo explique de manera detallada más adelante, en este artículo.
En primer lugar, hay que analizar “¿qué significa?” la privacidad de nuestros datos en el mundo moderno…
Pocos se detienen a pensar que, desde que obtenemos nuestro primer documento nacional de identidad, pasaporte, carnet de conducir, tarjeta del seguro social o algún otro identificador personal parecido, todos nuestros datos más importantes (edad, nacionalidad, domicilio, sexo, nombre, origen, etc…) quedan registrados para siempre en el “sistema” que el Estado de nuestro país (o de alguno que visitemos), tiene para tales efectos. Esto no debería inquietarnos, a menos que seamos inadaptados sociales o criminales, ya que para formar parte de una comunidad, uno debe poder ser identificado por los demás miembros de la misma.
Por otro lado, desde que abrimos la primera cuenta bancaria, llevamos a cabo nuestra primer transacción con “dinero electrónico” o usamos una tarjeta de crédito o débito, ya quedamos “registrados” en los sistemas bancarios, financieros y de fiscalización, tanto del Estado, como de las corporaciones.
Pero la cosa no termina allí: Quienes tienen hijos, los “anotan” en las escuelas para que puedan ser alumnos de las mismas y, para ello, incorporan todos sus datos. Quienes tienen algún servicio de previsión médica o se han atendido incluso en un hospital público, poseen una “historia clínica” registrada allí (para siempre) en donde gran parte de sus peculiaridades físicas y de salud han quedado archivadas.
Además, en los países democráticos, al votar, se generan padrones electorales que (por lo general) son de dominio público: En mi país, la Argentina, los padrones se pueden consultar por Internet, en instituciones del Estado, en las delegaciones de los partidos políticos legalizados y, en ocasiones, hasta en puestos establecidos en las calles.
En esos padrones suelen estar nuestros datos más “sensibles”: Edad, nombre, domicilio, documento de identidad, género, etc… y con alguno de estos datos, cualquiera puede buscarnos mediante los sistemas computacionales establecidos para el caso.
¿Cuánto de sus vidas creen que realmente es “privado” y que no es conocido por los gobiernos, las corporaciones, sus vecinos, los organismos de inteligencia, policíacos y otros grupos? ¿Se han puesto a pensar en ello? Y si lo han hecho: ¿Realmente es tan importante?
Con tan sólo inferir en lo anterior, deberíamos relajarnos y dejar de ser paranoicos en lo que respecta a las redes sociales, las cuales (casi todas ellas) permiten “regular” el nivel de privacidad de nuestros posts y de nuestros datos registrados en los perfiles que allí tenemos.
En segundo lugar, deberíamos usar el sentido común: ¿Alguno realmente cree que a las agencias de inteligencia (digamos a la CIA de USA, el MI6 de Gran Bretaña o el MOSSAD de Israel) les interesan nuestros “estados” en los muros de Facebook, las fotos de nuestros gatos, hijos, perros o de nosotros haciendo bobadas con nuestros amigos o cosas por el estilo?
Las agencias de los países dominantes del globo, usan sistemas con algoritmos, que interceptan todas las comunicaciones vía Internet, telefonía celular, etc… buscando “palabras claves”. Nadie escucha nuestras conversaciones, nadie está espiando nuestras vidas sexuales o si debemos 10 dólares a nuestro banco o insultamos a nuestro vecino en la red. Lo que hacen estos grupos, es filtrar posibles comunicaciones terroristas, de narcotraficantes, de espionaje industrial, de factores varios que puedan poner en riesgo la seguridad de sus naciones o del mundo y, entonces sí, si se detectan frases o palabras “sospechosas”, una persona real (un agente especializado) comienza a analizar los datos.
En términos reales, eso nunca ocurre con ninguno de nosotros, a menos que alguno de quienes lean mi artículo pertenezcan a Al-Qaeda, al narcotráfico de Colombia o México; simpatice con los Talibanes o trate de atentar contra alguna ciudad de Israel inmolándose en el nombre de “Alláh”.
Aun así, está el otro problema: El mito de que “Facebook” (y otras redes sociales) “venden nuestros datos” en secreto, con oscuras intenciones y sin pedirnos permiso…
Estas cuatro afirmaciones son FALSAS… Facebook no “vende nuestros datos”, sino nuestros parámetros… ¿Cuál es la diferencia? En realidad es bastante simple: Un dato privado y personal es, por ejemplo, nuestro nombre propio, nuestro domicilio, teléfono móvil, e-mail, orientación sexual o de género, etc… Si algunos de esos datos (entre muchos otros) se encabezan con un identificador unívoco e inconfundible de nuestra persona, entonces sí se está violando nuestra privacidad, pero Facebook jamás hace eso.
No lo hace, entre otras cosas, porque le resulta irrelevante y además, porque violaría los términos y condiciones que ha establecido para ofrecer el servicio, y de ser así, podríamos demandar a la empresa (dado que sería ilegal).
Lo que hace Facebook (así como también otras redes sociales) y que es perfectamente legal, es parametrizar nuestros gustos, datos estadísticos; nuestro accionar en la red, nuestros hábitos; el tipo de contactos que tenemos; las actividades virtuales que llevamos a cabo, etc… y las convierte en estadísticas.
Eso es lo que sí “vende” y lo que sí se guarda como un tesoro (porque dado que posee 1650 millones de usuarios –cantidad aproximada a la fecha actual de miembros de dicha red, o sea a comienzos de Octubre del 2015), es la más grande base de datos de marketing del mundo.
Pero, a ver si lo entendemos: Facebook hace esto legalmente y con nuestro expreso permiso… ¿Nadie se ha detenido a leer los “Terminos y Condiciones para el Servicio” y la “Política de Privacidad” en momentos en que han abierto un perfil en dicha red social o en cualquier otra?
Allí se especifica claramente lo que he dicho: Se usarán los datos de manera estadística, preservando el anonimato de los usuarios. No es diferente de cuando participamos en una encuesta callejera o en un censo nacional llevado a cabo por los gobiernos de nuestros países… ¿A quién diablos le importa que se sepa TODO sobre uno, si esa información se clasifica de manera anónima y no se correlaciona con nuestro nombre, ni ningún otro parámetro que pueda identificarnos?
Pero hay más en todo esto: El que las redes sociales, los bancos, las corporaciones y otros organismos físicos o virtuales, nos sondeen, no es malo para nuestras vidas…
Vivimos en una sociedad de consumo, lo queramos o no, incluso los supuestos “revolucionarios” y “anarquistas”, al menos los de la red, usan iPhones, iPads; tables de variadas marcas, laptops, smartphones y otros dispositivos de alta tecnología y, cuando sus redes se caen por tan sólo unos minutos, dicen las mismas groserías, se estresan y angustian, del mismo modo que los más acérrimos representantes del “malvado capitalismo” que, según ellos, reina en Occidente.
Asumiendo esto, yo les pregunto a todos Uds.: ¿Qué es mejor? ¿Qué nos bombardeen con publicidad sobre cualquier cosa, sin filtro alguno, prácticamente al azar o que las corporaciones y redes sociales configuren perfiles lo más exactos posibles sobre nuestros gustos y sólo nos “molesten” con anuncios sobre productos que quizás realmente nos sean de utilidad o que al menos tengan que ver con nuestras actividades, costumbres y labores?
De mi parte, no sólo no tengo ninguna duda de que prefiero lo segundo, sino que estoy muy conforme con que así suceda, porque muchas veces me entero de avances tecnológicos o de cosas que me interesan adquirir o, por lo menos, saber que existen.
Ahora bien, habiendo zanjado el “problema” de la privacidad de datos a nivel de los gobiernos y de las corporaciones, ya podemos enfocarnos en algunos problemas un poco más reales y sobre los cuales deberíamos tener consciencia, mas no sufrir pánico o paranoia al respecto…
En primer lugar, los que estamos en el mundo informático (y de los medios de comunicación en general) desde hace muchos años, sabemos algo que debería resultar evidente, pero que no todos se detienen a pensar: Toda información divulgada en un medio de comunicación, deja de pertenecernos. Nunca más la podremos controlar ni elegir quién conoce sobre ella y quién no.
Hay que tener sentido común a la hora de saber qué se puede publicar sin sufrir problemas en nuestras vidas “fuera de la red” y qué nunca debería exponerse al público o incluso a nuestros amigos (ya que nadie puede garantizar que la información no se propague más allá del círculo de estos).
Creo que ningún adulto responsable publicará los horarios de las actividades de sus hijos pequeños (sobre todo si se refieren a los momentos en que están solos); tampoco cosas sobre su vida sexual o información sensible desde el punto de vista financiero… Y así con muchas otras cosas…
Sin embargo: ¿Quién puede creer que alguien se interesará en la foto que se tomaron en el bar de la esquina, con sus amigos o en el jardín de sus casas, con el gato, el perro o cualquier otro animal que tengan de mascota?
Repito, con un mínimo de sentido común, es suficiente…
No obstante, hay gente que insiste en otro aspecto de la cuestión: No quieren que sus empleadores, socios, clientes o afines, se enteren de algunas cosas sobre ellos…
En verdad, y sin querer faltarle el respeto a nadie, es muy penoso el vivir de ese modo… ¿Hay algo más hermoso en la vida que “ser uno mismo” y mostrarlo al mundo, sin que nos importe que diablos piense cada quien?
Si se tiene más de 25 años (y estoy siendo generoso con la edad), y aun así la persona “teme” que sus allegados, familia o mentores conozcan algunos aspectos un tanto “problemáticos” o bien «socialmente mal vistos» de sus vidas, creo (y tengo el conocimiento sobre psicología suficiente para dar una opinión calificada) que esa persona está en problemas y debería consultar a un terapeuta.
Pero aun así, y en especial el caso “laboral”, puede entenderse… ¡Pero oh sorpresa! ¡Hay una solución simple para ello!
Si alguien necesita ocultar parte de los posts, comentarios, fotos y otras cosas que publica en las redes sociales, por motivos de “discreción” o “estrategia” laboral, en particular si estamos hablando de Facebook, no tiene que recurrir a grandes esfuerzos, a trucos ridículos; a tener 20 perfiles diferentes ni nada parecido. Menos aún a limitar su accionar en las redes o a estar todo el tiempo preocupado por ello…
Facebook (así como casi todas las redes sociales importantes) nos ofrece un amplio control para regular la privacidad de cada uno de los posts que agregamos a nuestros muros. Ocurre lo mismo con cada dato de nuestros perfiles.
No sólo podemos optar por que sea visible para el “público” en general, los “amigos de amigos”, sólo los “amigos” o sólo nosotros. También existe la posibilidad de hacer listas de quienes no pueden ver algo, de quienes sólo algunos puedan verlo o crear listas permanentes, mediante temáticas, agrupaciones de todo tipo, etc… Esto último sirve para luego configurar el post con: “visible sólo para quienes formen parte de la lista xxxx” y ya… Esa lista puede ser la familia, los amigos del grupo A, los del grupo B, los compañeros de trabajo, de estudio, etc… (Ad infinitum).
Con muy poco trabajo de configuración, uno puede tener todo bien estructurado y seguro, publicar lo que se nos de la gana y que lo vea sólo aquel que nosotros queramos. Esto sin paranoias, sin teorías conspiranoicas, sin tener 20 perfiles (Facebook y la mayoría de las redes sociales prohíben tener más de uno); sin necesidad de usar nombres de fantasía, etc…
Vale decir, configurando el sistema, leyendo los “Términos y Condiciones del Servicio” con atención y usando un mínimo de sentido común, podemos disfrutar de las maravillas que las redes sociales nos ofrecen a nivel de comunicación y contacto con nuestros amigos, familiares y clientes, de cualquier lugar del mundo, sin preocupaciones o problemas de ninguna especie.
Ahora bien, luego de explicar todo lo anterior, si aun así, alguien cree que las redes sociales “roban nuestros datos y los exponen con fines maléficos”, tengo un último consejo: A tales personas, les recomiendo cerrar todos sus perfiles, apagar sus computadores y dispositivos móviles y hacerse miembros de alguna logia masónica o esotérica, de esas en donde nadie usa ni siquiera su verdadero nombre y el secretismo y el “jugar a los ocultamientos” es la parte central del asunto. Otra alternativa, sería ir a vivir con la comunidad Amish y «disfrutar» del estilo de vida del siglo XVIII… Allí, de seguro, se encontrarán a gusto.
Sin embargo, quienes gusten de las redes sociales, no deberían olvidar para que sirven: Para compartir nuestras vidas con la gente que apreciamos y/o nos interesa, es decir, par divulga una buena parte de nuestros datos, gustos y actividades… Si se odia hacer esto, ¿para qué diablos se abrió un perfil en estos sistemas en primer lugar?
La vida moderna parece generar cada vez más esquizofrenia entre las personas, pero en este caso en particular, creo que se trata más de caer en el absurdo y de no tener la suficiente seguridad y fuerza de carácter, así como una alta autoestima, para que con sentido común y un mínimo de conocimiento técnico, podamos disfrutar de la tecnología y de sus bondades, sin “perder” la tan preciada “vida privada”, que a tantos parece importarle más que el disfrutar de la corta existencia que los mortales tenemos signadas en este mundo…
Los conceptos e ideas vertidos aquí, no obedecen ni reflejan las creencias de su autor, ni tratan de plantear ninguna postura filosófica frente al misterio de la Muerte. Se trata sólo de un relato de ficción, que tiene por finalidad hacerlos dormir menos tranquilos durante las noches…
Pese a ello, existe una solapada e inherente intención, más profunda, en los relatos. Es la de tratar de usar el pensamiento lúdico y el terror, para mostrar lo absurdas y limitadas que son las ideas humanas más comunes, sobre lo que puede venir después de esta vida. Así que si bien la trama es pura ficción, quizás logre hacerles meditar un poco sobre tales trascendentales asuntos…
IV.- El Pozo
No sé como caí aquí… En esta opresiva oscuridad que parece sólida e impenetrable, al igual que las paredes del pozo… O más bien, no lo recuerdo, no tengo memoria de algo más, que mis incontables horas en este lugar.
Si trato de retroceder en mis memorias, no puedo encontrar un sólo momento sin la angustiosa percepción, táctil y olfativa, de las húmedas paredes de piedra sin pulir, a veces filosas, que me rodean.
Aún así, se hablar y pensar, por lo cual es razonable inferir que no soy una criatura natural de aquí y que, alguna vez, en un distante pasado, formé parte de otra realidad.
El agua del pozo es fría, pero eso no me molesta. Ya me he acostumbrado a ello… ¿Acostumbrado, he dicho? Pero, si jamás he conocido algo diferente… ¿O sí? … ¿Será que no me atrevo a recordar o que las lúgubres criaturas que habitan aquí, ya han ensombrecido mi intelección?
Como sea, conozco sobre la existencia de la luz… No es que la haya visto jamás, pero la oscuridad del pozo varía de entre las tinieblas más profundas a una tenue neblina, casi irrespirable, cargada de presagios y de olores indecibles. Por tanto, es lógico pensar que algo habrá, en alguna parte, que marque esa diferencia.
Nunca he visto cómo soy. En mis largas horas de ensoñación, entendí que necesitaría de la luz para observarme. Puedo tocarme, eso sí, y de algún modo sé que tengo la forma de un hombre. Un residuo en mi memoria (¿o será un conocimiento innato e inconsciente?), me dice que mi morfología se corresponde con tal animal. Pero sólo hasta allí llega mi entendimiento.
A pesar de todo, no estoy solo aquí. Gozo, todo el tiempo, de la ilustre compañía de las alimañas, las cuales jamás veo, pero sí siento desplazarse por mis extremidades y rostro, todo el tiempo… Cómo si jamás se cansaran de moverse.
Mis compañeros en este cautiverio, suelen ser gentiles, sólo dejando tras su paso, una sustancia pegajosa y bituminosa, que con los días y la humedad del ambiente, se desprende de mi piel. Sin embargo otras pocas muerden o raspan mi endeble epidermis y producen leves ardores y goteos tibios de lo que, de seguro, es mi fluido vital, algo que creo recordar, se denomina «sangre».
No sé cual sea mi edad. Ni siquiera cuantos de mis años he transcurrido en el pozo. Me pregunto si alguna vez moriré… Pero eso me hace pensar, que quizás ya esté muerto. ¿Acaso no es la Muerte, la calidad de yacer sin propósito, sin recuerdos y sin futuro, en la más profunda oscuridad? ¿Hay alguna diferencia formal entre «eso» y «esto»? No lo sé, pero pensar en ello me entretiene y me ayuda a matar el tiempo.
El tiempo es lo único que hay, que sobra, en el pozo. El tiempo y la oscuridad… No hay manera de medir el transcurrir del mismo, de establecer lapsos. No hay períodos mensurables, sólo está allí. Uno lo sabe porque su devenir es evidente, puede palparse en la fluctuación de las gotas de humedad de la piel, en el chapoteo de las criaturas del fondo y en los «sonidos» en medio del eterno silencio.
Hasta he diseñado un peculiar, diría bizarro, sistema para medirlo: He aprendido que las alimañas del orden de las pulmonata, demoran un tiempo regular en atravesar mi rostro o subir a través de mis extremidades inferiores.
Así mismo, me es posible establecer tiempos más acotados, al observar con atención las carreras de las blattodeas, recorriendo mi cuerpo raudamente. Sus periplos, suelen irritar mi piel, por esas púas que poseen en sus patas. Sin embargo las perdono, después de todo, sin ellas moriría de hambre… Bueno, eso en el supuesto de que esté realmente vivo y no sea alguna suerte de espectro soñando su propio y particular infierno.
El pozo no es estrecho… Las pocas veces que logro incorporarme (no es tanto mi debilidad, sino el desgano que me consume lo que me tiene quieto), logro caminar al menos 20 pasos hasta estrellarme contra su lado opuesto.
En un par de ocasiones, por pura curiosidad y espíritu lúdico, ya que algo en mi interior me hace saber, más allá de toda duda, que de aquí no hay escape posible, he recorrido todo su perímetro, tanteando las rocas y creo percibir que es más o menos circular. Al menos, no hay esquinas, salientes o irregularidades significativas de ningún tipo.
Otras veces, hace tanto tiempo que, en realidad, no estoy seguro de si ocurrió, lo soñé o imaginé, quise trepar por las piedras. Algunas poseen hendiduras adecuadas para ello. Pero escalar es difícil con la humedad de las rocas, mis pies fangosos y mis manos no menos impregnadas del cieno y la grasitud de la putrefacción que reina en el pozo.
Una sola vez llegué a una altura considerable, al menos 6 o 7 veces más alto que mi cuerpo erguido, pero no logré sostenerme y caí. Lo último que escuché fue el chapoteo del agua podrida, más sucia y profunda en el centro del lugar y un combulcionado estrépito por parte de las alimañas, que sin duda huyeron hacia todas partes ante un evento tan inusual en la interminable y monótona paz del pozo.
No recuerdo que ocurrió después, ni cuanto tiempo pasó, hasta que fui consciente de nuevo. Sentía dolores, pero no me pareció que se correspondieran al tremendo golpe que recibí al caer (el cual sin duda debió haberme matado o al menos, dañar mi cuerpo considerablemente).
Aprendí la lección, escalar no es una opción. Además, la negrura parece ser más profunda en las alturas de mi eterna prisión, por lo cual, no le veo el objeto a arriesgarme de nuevo.
Pero desde el momento en que desperté de mi último intento, comencé a pensar en algunos detalles nuevos, cosas que no conocía o sobre las cuales jamás había prestado atención.
Me repugna allegarme al centro del pozo, a donde el agua me llega a la cintura y en donde caí luego de mi desventurado experimento de escalamiento. Más que nada porque el agua se revuelve y enturbia, y el material putrefacto que yace en el fondo la contamina aun más, haciendo que el beberla sea más espantoso que de costumbre.
Sin embargo, con cuidado, para producir el mínimo impacto posible en el sedimento, me animé y me desplacé al centro… Allí encontré lo que sospechaba (estaba seguro de no haber caído sobre las rocas del fondo)… Unos elementos alargados y con formas caprichosas, duros pero más livianos y con una textura diferente a la que poseen las piedras. Había cantidad de ellos y todos estaban en desorden y sumergidos.
Tomé algunos y los llevé hacia la periferia, donde suelo yacer todo el tiempo. No sé por qué tuve el impulso de acarrearlos. Tal vez curiosidad, o quizás la novedad de tener un objeto entre las manos para evadirme de mi constante tormento, pero lo hice.
Me llevo un tiempo incalculable el darme cuenta de lo que eran y de lo que significaba su presencia, por como y donde los encontré.
Jugando con ellos, por puro tacto, llegué a entender que se correspondían con partes de mi cuerpo, con mis brazos y piernas y uno remotamente esférico, con mi cabeza.
Entendí entonces que eso es de lo que estoy hecho por dentro, la parte firme que me permite ser diferente de las babosas y gusanos que pululan por el piso y que hacen que mi dieta sea menos monótona.
Pero también entendí algo más… Esas partes, esas cosas, son los despojos de seres que alguna vez fueron como yo. De seguro, son el alimento principal de las ratas y las blattodeas, que no decrecen en número, a pesar del paso del tiempo y de que yo las consumo como principal alimento.
Al final llegué a la única conclusión posible… Una que me hizo feliz y me dio fuerzas para seguir esperando. ¡Mi paciencia no fue en vano! ¡Sólo un poco más! ¡Sólo algo más de tiempo! Entonces, cuando las alimañas ya no tengan más alimento, allí, en el centro del pozo… se enfocarán en mi y terminará esta existencia de oscuridad sin fin…
Ahora sé, que mis compañeros del pozo, me ayudarán, que se encargarán de darme la paz. Siempre supe que eran mis amigos. Espero me perdonen por haberme alimentado de ellos, pero bueno… Ahora tendré la oportunidad de devolverles el favor.
Ya puedo sentir un cambio en el ambiente, parece que se han enfocado en mí… La pila de huesos del centro del pozo ha de haber quedado limpia…
El dolor es insoportable, pero ya pasará y, al menos, es algo nuevo, una sensación diferente. Pronto ya no seré consciente de esta maldita oscuridad e inenarrable putrefacción y mis amigos del pozo se sentirán felices y satisfechos… ¡Qué puede ser mejor que eso! Si existe un destino más auspicioso, yo nunca lo conocí…
Proyecto de reconstru-cción, divulgación y redes-cubrimiento de todas las tradiciones paganas ances-trales y del legado que ofrecen a la Humanidad.
Esta página, tiene por objeto la difusión y redescubrimiento del Paganismo. Además, el promover, difundir y defender el Paganismo, como religión, forma de vida, filosofía, sistema ético y modo de ver la Vida. Divulgar su naturaleza y contenido, redescubrir sus antiguos valores, historia, mitología y conceptos éticos. Crear un ámbito de debate abierto, donde todo esto pueda generarse con libertad y seriedad.
Universo Pagano es un proyecto nacido en 2001 que tiene por finalidad el encontrar puntos en común entre todas las tradiciones del Paganismo; difundir toda la información posible sobre éste; esclarecer sus puntos controversiales y dar soporte a todos aquellos paganos que quieran publicar sus ideas y creencias en la red.
Me gusta lo desconocido, el Erebus... Me complazco en las diferencias, en la pluralidad, en la variedad. Me interesa la realidad tal cual es, pero presto atención a la verdad de cada quien. Estoy en una búsqueda que sólo terminará cuando muera.