Bueno, primero que nada habría que contextualizar el rol que la Luna desempeñaba en el Antiguo Egipto…
En las culturas de cazadores-recolectores y más tarde de beduinos, comerciantes, nómades, etc… (vale decir, quienes no cultivaban la tierra), la Luna era importante de muchas formas: Ofrecía iluminación nocturna (lo cual prevenía el ataque de depredadores y enemigos); al tener cambios en sus fases y un movimiento rápido en el cielo, permitía la elaboración de calendarios sin necesidad de la invención de la escritura y, además de todo, tenía cierta sincronía con el ciclo menstrual femenino.
Sin embargo, la Luna perdió todos esos roles en las sociedades agrícolas: La noche se pasaba al abrigo del hogar, el día y su luz era lo que fecundaba la tierra y las siembras y cosechas estaban relacionadas con el ritmo estacional del Sol.
En el Antiguo Egipto, la Luna no desempeñaba un rol demasiado significativo porque, ya en épocas de los primeros faraones, la cacería por supervivencia y la vida nómade estaban enterradas bajo siglos, o incluso milenios, de antigüedad.
En efecto, de entre los netjeru (dioses) que tenían conexión con lo lunar (todos masculinos), Djehuty (Thoth) era el más importante.
Se trataba del dios supremo de Khemnu (o Khemenu), la Hermópolis Magna de los griegos, ciudad donde se adoraba a la “Octoada Divina” o “Sheshenu Netjeru” (una serie de deidades anfibias, similares a ranas, que representaban el origen de la Vida y de entre las cuales surgió la forma más antigua de representación de Ammón). Esta ciudad estaba ubicada en el nomo XV del Alto Egipto, actual El-Ashmunein, que curiosamente, en árabe, significa “Ocho”. Se trataba de uno de los centros más sagrados de dicha civilización.
Thoth era representado de dos formas, típicamente con su animal emblemático, el ibis (hîb, en egipcio antiguo), un ave con cabeza calva de la familia de la threskiornithinae, que por sus hábitos pulcros y su aspecto de “vejez” (tiene la piel de la cabeza arrugada y sin plumas) debió predefinir las cualidades básicas del dios.
El otro aspecto que adquiría Thoth era el de un mandril, que originalmente era un dios local de Khemenu llamado Hechur, representado como un primate babuino (probablemente con atributos similares a los que luego tuvo Djehuty).
El babuino egipcio tiene la característica de pasar horas tomando sol y por su mirada inteligente y apacible parece estar en “contemplación”. Esto también definió el rol de sabio y preservador del conocimiento que el dios tenía.
Ahora, si bien es correcto que la Luna formaba parte de su corona, la relación de Thoth con este astro estaba limitada a que a la Luna se la creía el “Ojo Izquierdo de Râ” (o de Horus) y por tanto el dador de la luz nocturna (y del conocimiento).
Sin embargo, Thoth no comenzó como dios lunar, sino que ese atributo se le agregó posteriormente. Principalmente era el dios de la escritura, patrono de los escribas; de la magia (siempre sacaba de apuros a otros dioses, incluso al mismo Râ -siendo Thoth el único dios de tanta edad como el astro diurno).
Se decía que Thoth tenia por esposa a Ma’at, la Verdad-Justicia, pero sólo como concepción teológica. Desde tiempos primitivos, su consorte era la diosa estelar Seshat (Sesheta), de características abstractas y patrona de la astronomía y las mediciones. Era la Señora de Unet y se la consideraba como regente del saber sagrado y la deidad de los arquitectos.
Más tarde, los sacerdotes de Hermópolis crearon la concepción teológica de Nehemetavey; su nombre significa “Defensora de los despojados” y fue adorada como esposa de Djehuty y regente de esta ciudad. Su culto llego a ser muy popular por sus características sumamente benéficas.
Aah, Iah o Yah, según se lo quiera pronunciar (el egipcio antiguo no anotaba las vocales) era el nombre común de la Luna y el dios emblemático de ésta (de forma antropomórfica, casi siempre sedente). Su nombre aparece en los “Textos de las Pirámides” y su culto perduró hasta los finales de la cultura egipcia. Tenía cierta relación con la magia y la protección, pero era una deidad menor (de ahí que se conozca tan poco de ella). Probablemente, sus atributos originales fueron absorbidos por Thoth. Con el tiempo, surgió la figura de Aah-Djehuty o “dios de la luna nueva”.
Como puede verse, todo este concierto de dioses y atributos teológicos rondaba la idea de que la luz nocturna (de la Luna o las estrellas) representaba el conocimiento, el equilibrio y el orden.
Finalmente, tenemos a Khonsu, tercer deidad en importancia dentro de la triada de Tebas y el Ipet Sut (complejo de templos de Karnak), junto con Ammón y Mut.
Khonsu, regia las artes, la belleza, la literatura y la medicina. Se lo representaba como un niño o joven, con la típica trenza lateral y el resto de su cabeza calva, con el disco lunar (generalmente plateado).
Con el tiempo, Khonsu también asimiló los atributos de Aah, a veces incluso usándose uno u otro nombre indistintamente.
Respecto de Wasir (Osiris), sólo se lo relacionaba con la Luna debido a su luz mortecina y la metáfora de ser un “sol difunto”, tal como él mismo era un dios muerto.
En síntesis: La Luna no era tan significativa en el Antiguo Egipto, como sí lo era para los pueblos semitas y europeos.
Varios dioses fueron vinculados con la misma, pero sólo Aah era su representación directa.
Dentro de este marco, lo lunar estaba relacionado con la posibilidad de ver durante la noche (magia, conocimiento, memoria, habilidad) y con la contraparte tenue del poder solar (las artes, la escritura y literatura, la música, etc.).