Un significativo porcentaje de los occidentales, en especial si son humanistas, progresistas y/o “espirituales”, sostiene que (al menos en esencia), el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, son religiones de “paz”, “amor” y “armonía”.
Esta miopía llega al extremo de que muchos se vuelquen a defender las acciones radicales de los segmentos más cerrados, integristas y fundamentalistas de las mismas, bajo la premisa de que aquellos están defendiendo su fe y su derecho a profesarla y que se les debe respeto (el mentado “respeto de los sentimientos religiosos”).
Otro argumento que suelen plantear los defensores de los credos abrahámicos, es que su radicalización nace de la oposición a los factores de poder del Occidente que promueven la injusticia en los territorios periféricos de la civilización moderna, por lo cual, sienten una natural “empatía social” hacia tales grupos.
Esta serie de artículos cortos, que se denominará “Cookies Seculares”, estará destinada a fomentar la consciencia no sólo de los paganos, sino del occidental promedio, sobre que el monoteísmo abrahámico es intrínsecamente intolerante, discriminatorio y violento y que pedirle cambios fundamentales, es esperar que florezcan rosas en el desierto.
Como primer ejemplo, tomaremos el problema del machismo, esa lacra que se muestra como extremadamente difícil de erradicar y que resalta de manera evidente en las citadas religiones.
Sin embargo, antes de proseguir con el tema, en pos de la objetividad y el apego a la Historia, hay que decir que se trata de un prejuicio universal. El mismo existió desde siempre y estuvo presente en todas las culturas y tiempos. Claro está, no con el mismo grado de virulencia.
Aún así, es justo aclarar que alguien como Aristóteles llegó a decir: “… La hembra es, por así decirlo, un macho impotente, pues la hembra es tal debido a cierta incapacidad, la de confeccionar nutrientes en forma de semen, a causa de la frialdad de su naturaleza…” («La Generación de los Animales», Libro 1, cap. 20).
La afirmación del célebre filósofo no es sino una opinión entre muchas, conservadas a partir de obras clásicas, debido a lo cual no está sujeto a debate que el mundo grecorromano era misogino y patriarcal en extremo.
Lo anterior, debe ser entendido a cabalidad, para no idealizar al Paganismo y a las culturas pre-cristianas en general, pues las hubo matriarcales, igualitarias y también profundamente machistas, como el caso de la Hélade, que desde sus comienzos micénicos y hasta los tiempos macedonios, nunca cambió a este nivel, al menos no de manera sustancial.
La igualdad de derechos de ambos géneros, es un logro todavía en proceso y que se le debe a los esfuerzos del humanismo moderno y de la secularización general de la sociedad.
Sin embargo, dicho esto, también hay que dejar en claro que jamás existió un irrespeto, una segregación y un desprecio por lo femenino, equiparable a lo que se puede ver históricamente en las tres religiones monoteístas y, muy especialmente, en las raíces fundacionales de las mismas (las cuales, además, no han cejado un ápise en ello).
Por esa razón, aquellos que abrigan esperanzas de que su fe natal comience una etapa de apertura, tolerancia y respeto, un “renacimiento” en donde los géneros no sean mensurados como un factor de discriminación de ningún tipo, pierden el tiempo, gastan sus energía pensando o esperando que, algo más que lo “cosmético”, cambiará en dichos credos y en las instituciones o personajes que son referentes de los mismos.
A continuación, citaré algunos ejemplos del porqué de mi afirmación y quedará a consideración de cada quien, el verificar si lo que digo es parcial, sesgado o “partidista”, o si realmente no hay esperanza alguna de cambio…
Sin más, los dejo “a solas” con fragmentos de las escrituras abrahámicas (no de libros de teólogos medievales, no de ulemas talibanes y no de rabinos radicales, sino de los textos sagrados de estas tres religiones).
«Cuando algún hombre hallare a una joven virgen que no fuere desposada, y la tomare y se acostare con ella, y fueren descubiertos; entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló; no la podrá despedir en todos sus días.» (Deuteronomio 22:28-29)
«Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.» (Efesios 5:21-24)
«La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.» (1 Timoteo 2:11-14)
«Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Dios ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Dios manda que cuiden. ¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metáis más con ellas. Dios es excelso, grande.» (Corán, Sura 4:34)
Parece bastante claro, ¿Verdad? Los judíos, cristianos y musulmanes (al menos los fundamentalistas e integristas, que son quienes dominan a esas creencias y a sus instituciones), creen que estos párrafos son «palabras reveladas» directamente por su dios, a través de profetas o apóstoles. Lo que allí se dice, por más «marketing personal» que los clérigos usen, NO ES NEGOCIABLE en las mentes de ninguno de ellos…
Quizás algunos dirán: «¡Ah, pero Aristóteles también…!» Sí, también era misógino en un grado similar… Pero la diferencia estriba en que los académicos y pensadores modernos, no lo toman más que como una ilustre referencia del pasado, de hace 2400 años, jamás como una palabra incontrastable y vigente, sin el filtro de la razón, el humanismo y el conocimiento científico moderno. Lo mismo hacemos los paganos, con el filósofo en cuestión y con cualquier texto antiguo…
Para los abrahámicos, en cambio, los párrafos citados son palabra de «Adonay», «Dios» o «Alláh» (tres formas de referir al mismo dios excluyente e intolerante) y eso nunca cambiará…
Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»