Tal distorsión cognitiva, respecto de lo que es el verdadero mundo y la vida real, no sólo provoca que se viva en la ignorancia, el facilismo y la displicencia, sino que genera el falso concepto de que «algo habrá», entre las fuerzas físicas, espirituales o de algún tipo, en alguna parte del Cosmos, que pondrá orden y hará justicia cada vez que la misma sea quebrantada.
Estas mismas personas, creen que sólo a los «malos» les pasan «cosas malas» y, como esto no es verdad, suelen tener siempre listas frases de «autoayuda». Casi siempre las mismas son extraídas de los bizarros escritos de algún gurú de moda, en donde, mediante una «hipnosis» conceptual o real, se les hace creer que «todo es perfecto», que «nada ocurre sin una buena razón», «que el universo conspira para que nuestros deseos se cumplan» y que siempre hay seres superiores cuidándonos… También creen que, quienes no lo ven así, es porque sufren de «ceguera espiritual» o no han «evolucionado lo suficiente», como para llegar a ese nivel de «comprensión» de las cosas.
Nunca se detienen a pensar que por cada «excepción que confirma la regla» y en donde una desgracia tiene un final feliz; por cada vez que sus alucinadas mentes creen que «un ángel« salvó a un ser inocente, existen miles de casos con epílogos atroces, signados por el sufrimiento, la injusticia y la sinrazón.
Viven en el consuelo vano y en la cómoda ignorancia, de lo que realmente es el mundo… Y no sería un gran problema, porque cada quien tiene derecho de vivir creyendo lo que más le guste, si no fuera porque con ello, fomentan la apatía y la ceguera ética de la sociedad en general.
Pero todavía hay más: Como todo aquel que sufre de una distorsión cognitiva, la mayoría de estos ejemplares, caerá en la neurosis y condenará de manera automática a quienes sufren en sus vidas, porque al pensar que «todo vuelve», que «todo es (o acontece) por una razón», que «todo lo que le ocurre a alguien es para su aprendizaje», sus consciencias se violentan y reaccionan de manera irracional, justificando hasta las más terribles desgracias e injusticias en pos de defender a su impensable concepto de «providencia».
Para estos personajes, si a alguien le va mal, entonces «algo habrá hecho»; si no le salen bien las cosas, es «porque no se esfuerza lo suficiente» y si un niño nace ciego, «fue un asesino o genocida en su vida anterior» o, si no creen en la reencarnación, dirán que: «Dios lo hizo nacer así, para que con su sufrimiento atraiga a los hombres a la fe».
También están «aquellos otros», que viven diciendo que Jesús u otro profeta, salvador o santón, «los ama» y que todo se los envía por su bien (aunque lo que les «envíe» sea un cáncer u otra enfermedad terminal). Eso ocurre, para que uno «aprenda», «sea más humilde» o dislates semejantes… Piensan que si Ud. no sigue a su gurú, «es lógico que le vaya mal, porque es impío y no tiene fe…» Y si lo sigue y, como era de esperarse, le sigue yendo mal, dirán que «él lo está probando» o que «le ocurre eso porque no tiene suficiente fe». Viven de la explicación tautológica, del pensamiento mágico o las profecías autocumplidas.
Y si llegara a ser que no siguen a un gurú o pseudo-escritor de auto-ayuda, suelen citar aquel famoso y absurdo versículo bíblico de: «Los caminos del Señor son misteriosos» (como si el desconocer la causa de algo, evitara el sufrimiento que conlleva o produjera algún consuelo). Otra variante, más de «entrecasa», es el viejo dicho de las abuelas: «Dios aprieta pero no ahorca…» (Pues, ¡qué se lo digan a los miles que fueron colgados por herejes durante el tiempo que la Inquisición sojuzgó a media humanidad!).
Esto es un viejo tema metafísico: El desconocimiento de que la Vida no tiene un verdadero sentido, no uno ontológico al menos. Que no hay que buscar explicaciones para todo, porque no las hay, porque las cosas pasan debido a los efectos de la causalidad, pero también del azar (dos fuerzas absolutamente verificables y presentes en el Cosmos).
El Universo es incierto, en él rigen la incertidumbre, el caos y el azar. No existe otra «Verdad» que la mera y aburrida Realidad. Ninguna «gnosis» o camino «iniciático» nos ofrecerá el secreto de la Vida o de la Existencia, porque tal conocimiento es evidente, sólo hace falta observarlo: Las cosas son como son, no como deberían ser o nos gustaría que fueran. La Vida es como es y no tiene un sentido ulterior, sino que su valor es su misma naturaleza de ser, de estar, sin propósito, sin plan ni sentido.
No hay castigos, no hay condenaciones; no hay redenciones ni salvaciones. No hay Justicia Superior, porque la Justicia es un invento del Hombre. Podemos lograr que exista, pero mediante nuestro propio esfuerzo.
Somos nosotros los que podemos (y debemos) darle un sentido a nuestras vidas, pero será uno individual, personal, nunca colectivo y por ende, lograr que cada experiencia (siempre que se sobreviva a ella) sea un aprendizaje, que la vida sea una aventura digna de ser vivida.
No existen los eventos, hechos o fenómenos morales, existe la interpretación moral de dichos eventos, hechos o fenómenos (como diría Friedrich Nietzsche). El sentido de las cosas, siempre está en el sujeto no en el objeto. No es en la incognoscible esencia de la Realidad donde encontraremos ese sentido, sino en nuestro propio ser interior (Y para ello, no hay que perder el tiempo buscando «afuera», entre gurúes y delincuentes con túnicas o caras de santones, sino profundizar en nuestro interior y conocernos a nosotros mismos).
Pero tal sentido individual y subjetivo, debe estar despojado de toda concepción moral, ya que no hay fuerzas que «hagan que» a los que «son buenos» les vayan bien las cosas y viceversa. Todo será en consecuencia de las leyes naturales y del azar. A nadie le ocurrirán las cosas porque un poder superior (más allá de las fuerzas naturales) lo signe de ese modo.
El destino existe, pero es la combinatoria de la causalidad, de la dinámica de las condiciones iniciales (para nosotros, los mortales, las circunstancias de nuestro nacimiento) y el puro e ineluctable azar.
Sin embargo, nosotros podemos vivir con sentido o sin él (a pesar de como sean las leyes naturales). Los seres pensantes podemos darle un sentido a nuestras vidas.
Es un buen principio, para el caso, el despojarnos de esa moralina, de prejuicios y expectativas y saber que el «bien» y el «mal» son inventos humanos; que no hay premios ni castigos; que las «desgracias» son tales porque teñimos los hechos poco agradables con el veneno de nuestras emociones y que lo que deberíamos hacer es vivir lo mejor posible, para con nosotros mismos y para con los demás, siendo responsables de nuestras acciones y manejando lo mejor posible a nuestro destino.
La justicia es posible, las malas acciones pueden caer sobre sus autores, regresando sobre los infames, los criminales y los malvados, pero, siempre y cuando, nosotros hagamos que eso ocurra.
No es enviando «paz», «luz» y «amor incondicional» ni filosofando sobre el karma o la justicia divina, que el mundo será más justo, sino a través de las acciones proactivas y heroicas de los hombres.
Nada ocurre por otra razón que el ciego devenir de las fuerzas naturales y el azar. Pero, sin embargo, los seres conscientes estamos en medio de esas dos fuerzas. Conformamos las grietas en el tejido de ese inmutable sistema y en esas grietas, están los dioses que asechan y esperan, allí yace toda esperanza y posibilidad de cambio… Allí esta el poder de la voluntad humana, nuestra Razón y nuestra capacidad de decidir…
No serán los ingenuos quienes heredarán la tierra, ni los mansos o los resignados; no serán los sumisos ni los pacificadores… Serán los valientes y consecuentes; los guerreros y dueños de su destino, que tomen las cosas en sus manos y den un sentido a sus propias existencias, impulsando a otros a que hagan lo mismo.-
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y No todo vuelve…
Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»