Ptah el Grande, que es el corazón y la lengua de la Enéada… Aquél que se manifestó como el corazón, aquél que se manifestó como la lengua, con la apariencia de Atum, aquél es Ptah el muy grande, quien dio la vida a todos los dioses, así como a sus ka, gracias a este corazón del que Horus es la emanación, gracias a esta lengua de la que Thot es la emanación, nacidos ambos de Ptah.
Y ocurrió que el corazón y la lengua predominaron sobre todos los miembros del cuerpo, puesto que él Ptah está en el cuerpo, y que él está en la boca de todos los dioses, de todos los hombres, de todos los animales, de todos los reptiles, de todos los seres vivientes, pensando y decretando todo lo que desea. Su Enéada está ante él, como dientes y labios, o sea, el semen y las manos de Atum.
Porque la Enéada de Atum vino a la existencia gracias a su semen y a sus dedos. Pero la Enéada es, en realidad, los dientes y los labios de esta boca que pronunció el nombre de cada cosa, de la cual han salido Shu y Tefnut, y que ha dado a luz a la Enéada.
La visión de los ojos, el oír de los oídos, y el oler de la nariz, ellos informan al corazón. Él es quien hace surgir todo conocimiento, y la lengua anuncia lo que el corazón piensa. Así nacieron todas las cosas y su Enéada fue completada.
En verdad, cada palabra divina se realizó conformemente a lo que el corazón pensó y a lo que la lengua ordenó. Así fueron creados los espíritus machos y promovidos los espíritus hembras, autores de todo alimento y toda subsistencia, por medio de esta palabra dedicada a aquel que hace lo que le place y a aquel que hace lo que se aborrece. Así se dio vida al pacífico, y muerte al turbulento.
Así fueron creados cada labor y cada oficio, la actividad de las manos, el movimiento de las piernas, la función de cada miembro, de acuerdo con el designio que pensó el corazón y que expresó la lengua, lo que se realizó enteramente.
Por ello se dice de Ptah: «Aquel que hizo todo y que hizo existir a los dioses». El es Totenen, «la tierra que surge» del abismo primordial, él es quien dio nacimiento a los dioses, aquel de quien todas las cosas han surgido: Los alimentos, las subsistencias, las ofrendas divinas, todas las cosas buenas. Por ello se reconoce y comprende que su poder es más grande que el de los otros dioses.
Y así Ptah se sintió satisfecho, luego que hubo hecho todas las cosas y todas las palabras divinas.
El dio nacimiento a los dioses, él fundó las ciudades, él estableció los nomos, él instaló a los dioses en sus santuarios, él organizó sus ofrendas, él fundó sus santuarios, él fabricó sus cuerpos, según sus deseos.
Y los dioses penetraron en sus cuerpos, elaborados con toda especie de plantas, toda clase de piedras, toda clase de barro, y con todas las materias que crecen en él, en las cuales se encarnan. Así, todos los dioses se unieron a él, lo mismo que sus ka, satisfechos y reunidos en el Señor del Doble-País.
Estela del faraón Shabaka (Menfis, 712-698 a.C. dinastía XXV)