VII. La vestimenta y el status social:
Nuestra especie comenzó cubriéndose el cuerpo por la necesidad biológica de protegerse contra el frío. De ese modo, el hombre primitivo podía viajar a regiones menos templadas y hacer frente a las glaciaciones sin necesidad de grandes migraciones. Sin embargo, con la llegada de la urbanización y la estratificación de los roles sociales, la vestimenta comenzó a ser un símbolo, representando la clase social o el status del individuo. Tal costumbre no ha variado, en lo esencial, hasta nuestros días.
Todos los animales evolucionados poseen cortejos y rituales de apareamiento, pero también mecanismos para seleccionar a los individuos dominantes (el macho alfa de la manada, la hembra que dirige al grupo, el macho que se apareará primero, etc…). En la sociedad humana existe todo eso, pero transformado en una serie de costumbres presuntamente «civilizadas». Nadie se percata que, al vestirse a la moda está repitiendo el mismo proceso y canalizando el mismo instinto que algunas bestias de hace 300 millones de años llevaban a cabo mostrando sus atributos físicos, colores o tallas.
Es muy interesante considerar que, por ejemplo, pese a las sofisticadas técnicas empresariales y los elaborados estudios sociológicos que la mayoría de las compañías llevan a cabo para elegir a sus empleados, todavía se preste gran atención a algo tan pueril e inútil como la «correcta indumentaria».
Más allá de todo esto, la vestimenta posee un poderoso sentido erótico: Exagera, agrega, cubre, disimula y modifica muchos de los rasgos físicos de la persona. Por tal razón, la sociedad odia de manera patológica a la desnudez, la «exposición» de la realidad «tal cual es».
En este sentido, la desnudez del otro, «ofende» porque recuerda a la propia y, muy probablemente, también las propias miserias, defectos y fealdades o las cualidades sexuales de que se adolece.
Fue natural que los poderes dominantes, hicieran uso de esta peculiaridad de nuestra especie. Así fue como nació la idea del «uniforme». En un principio, este tipo de vestiduras eran utilizadas por sacerdotes y grupos muy específicos, que debían denotar una diferenciación clara respecto del resto de la sociedad.
Los antiguos guerreros, rara vez usaban armaduras y ropajes idénticos entre sí. Bastaba solo alguna diferencia clara que identificara el bando a que se pertenecía. Uno de los primeros ejércitos en luchar de manera organizada, con un sentido de camaradería y confianza entre sí, fue el de los hoplitas de la Antigua Grecia. Pero este tipo de ejércitos, no eran una «masa combativa», sino un conjunto de individuos enfocados en un mismo objetivo. Roma comenzó a cambiar esto, al mismo tiempo que la República se convirtió en un Estado «fascista», en un imperio. Desde entonces, el «uniforme» se utiliza para reducir al individuo al estado de «número», de «masa», de «una parte indivisible del colectivo».
Ese segundo sentido en el uso de la indumentaria, es el que utilizan los grupos dominantes para minimizar la individualidad de los ciudadanos. Así es como se utilizan «uniformes» no sólo en los ejércitos, las fuerzas policiales, los grupos deportivos o los monasterios (lugares en donde resulta lógico por razones operativas e identificativas), sino que tal costumbre se extendió, con el correr de los siglos, a casi todas las actividades humanas.
Todas las personas, usan tipos de ropa básicamente idénticos para trabajar en una oficina, para asistir a un evento importante, para los funerales o rituales específicos y toda rebeldía o disidencia en este sentido es condenada con el oprobio, el «destierro» de la actividad social o el despido (expulsión) del trabajo o actividad profesional. Pero, a pesar de todo esto, la sociedad tolera mejor la diversidad o el caos en la vestimenta, que su inexistencia (o sea la desnudez).
Autor, antropología, psicología; community manager, diseño y administración web…
Investigador del pasado y los orígenes de las creencias. Dedicado a la reconstrucción y divulgación del Paganismo; a la lucha por el laicismo y el conocimiento científico. Activista de los Derechos Humanos y los Derechos Animales. Ecologista radical. Pagano, liberal. Escritor, librepensador… 44 años de experiencia en la reconstrucción y difusión del Paganismo y el legado ancestral (25 años en la red).
Me gusta lo desconocido, el Erebus, lo que está en penumbras… Valoro tanto la Oscuridad como la Luz, que forman un eterno balance el cual da vida al Universo. Estoy en una jornada, una aventura y una exploración que sólo terminará cuando muera…
«En la arena del debate, sólo cae herida la ignorancia.»
Muy buen artículo, analista, interesante, detallado, profundo…. de los mejores, en mi opinión, que te he leído.
Muchas gracias Iolair. Para mi tu opinión es calificada y valorada, por lo cual me alegra mucho tu comentario.
Más de acuerdo no puedo estar contigo Oscar! aunque para mi el sexo no creo que sea el moderno y supremo eje de control de los poderes fácticos (no eclesiasticos necesariamente), si constituye uno de los principales puntos de control desde hace milenios, hoy en dia, en las urbes mas modernizadas y cosmopolitas se podria pensar que el sexo es algo tan liberado y exótico, tanto como el individuo quiera o imagine, condónes de todo tipos y sabores, juguetes y juegos sexuales por doquier, pseudo-sexologos que los recetan y que trabajan en las mismas «sex shops» como alternativa a la soledad que padecen millones de personas es de lo mas aberrante que he visto, la millonaria industria del porno, en donde con seguridad podrias ver algún dia a tu hermana o tu hija como la protagonista de la pelicula no es sino otro instrumento de control de masas, eso que ven y que sin embargo no se atreven a hacer, eso que los «excita» y que sin embargo esta prohibido y mal visto, es como una celebre frase del personaje de Alpaccino, en la famosa pelicula: el abogado del diablo, «mira, pero no toques», «prueba, pero no tragues»
Todo esto ya lo enumeraba George Orwell en «1984» donde el personaje de Winston, crítico y razonable como el que más, cae seducido al final, mas a fuerza que de ganas, por ese encanto de las masas e inexorable cariño que el «gran hermano» siempre le profesó. triste pero cierto, revolucionarios sociales «sobornados» reducidos a burocratas peleles bien pagados, la lista no termina, si el «hueso» (como llamamos aqui coloquialmente al soborno institucional) no funciona, viene la tortura y esi eso tampoco, vienen las desapariciones forzadas……. no es de sorprender que las fuerzas armadas y policiacas esten conformadas por los individuos mas enajenados y carentes de criterio propio que he conocido en mi vida, todo su entrenamiento esta basado en la reducción de su propio yo, su criterio, el lavado de cerebro y la obediencia instintiva y automática a sus superiores. «cadena de mando» le llaman alegremente a eso.
De eso y más ya nos platicaba valientemente hace décadas Salvador Freixedo en varios de sus libros que tengo el agrado y orgullo de poseer, porque en México fueron sistemáticamente censurados y castigados junto con la editorial Diana por muchos años.
No tengo mucho que agregar a tu texto Oscar, salvo la recomendacion personal de que algun dia edites un libro para paganos neófitos (ignoro si ya lo has hecho) porque todo este material constituye oro molido para la desintoxicación de la mente de mucha gente, de lo que es y deberia ser el paso previo a la adopción de cualquier filosofia o credo, y pensar que Silver Ravenwolf y sus «fantasiosas» producciones literarias hayan vendido tanto en el mundo pseudopagano y que a pesar de su ingenuidad y a veces perversa trastocación del paganismo, siga siendo de lo mas leido, entre los «fluffy bunnies» no me extraña que actualmente tengamos un «paganismo» ávido de «titulos», grados, instituciones, censo y «credencialización» que raya obsenamente en el oscurantismo que venimos heredando y arrastrando.
Si me permites compartir tu texto en varios sitios (con la consecuente citacion de fuentes, autoria y enlace a tu blog), entonces me tomo la licencia de subirlo a varios sitios de interés :D
Gracias de nuevo por compartir.
Abrazos!
Anubak.
Ante todo, perdona la demora en responder el comentario. El caso es que estaba muy ocupado con el traslado del blog.
¡No te creas! La supuesta libertad y «apertura» que existe en Occidente sobre el sexo es sólo aparente. En primer lugar, todo eso es visto como «marginal», jamás abordado por la gente «seria» (o por lo menos no de manera explícita, abierta, sincera y natural). Siguen primando las estupideces y esquemas de las famosas «buenas costumbres» y si bien hay gente que es libre para practicar el sexo como desee, es condenada y menospreciada por el «sistema» y la opinión pública en general.
La industria del porno es otro modo de cooptar la cuestión. Se generan productos y tráfico de cosas, como si se tratara de algo marginal, indeseable y dañino. Por supuesto que hay quien se beneficia de ello, más allá del contexto socio-cultural, pero dejando de lado la mercantilización de la cuestión, ocurre que cuando existen este tipo de cosas, no se hace más que reforzar los engramas y prejuicios ya existentes.
A mi me parece que hemos progresado mucho desde la época victoriana, pero si lo comparamos con los tiempos antiguos, todavía nos falta mucho por liberar, des-prejuiciar, etc…
Es cierto lo que dices, dando el ejemplo de «1984» de George Orwell. El poder necesita del control y el sexo no puede ser controlado, sólo reprimido. Por esa razón, todos los grupos militares, policiales y relativos a la seguridad, mantienen una represión furiosa de tales impulsos (no sólo hacia fuera, sino hacia dentro de sus instituciones).
Gracias por lo que dices al final y, creo que me apropiaré de ese concepto, jeje: Este blog es para «desintoxicar» a paganos que han caído en el falso eclecticismo, la new-age o que todavía no se han sacudido del todo a la moral cristiana.
Un abrazo!
Oscar
Genial artículo y perfecta la frase con la que cierra. La sexualidad se ha utilizado durante mucho tiempo para cosificar y poseer a la mujer, su desnudez se ha sexualizado hasta límites barbáricos (cuando un cuerpo desnudo no debería asociarse necesariamente al sexo porque convertiría al individuo en objeto sexual de los demás). El placer sexual femenino se ha mitificado hasta el punto en que el acto sexual órbita en torno al disfrute del hombre, siendo el deber de la mujer complacer a éste.
Por ello en mi opinión, si, necesitamos una liberación sexual, pero ésta ha de ser feminista.